El acercar al público la cultura es una labor cada día más complicada: al poder no le gusta la cultura que no pueda controlar. El caso de Gijón es paradigmático, los políticos de turno han ido arrinconando la semana negra a unos barracones vacíos y muy cerca del mar. ¿Cuál será el siguiente paso?
Además, mientras que La Semana Negra ocupa cuatro carpas y las librerías pocas más de una docena, son mayoría los puestos lúdicos. Allí se puede encontrar de todo y se puede comer y beber. Chiringuitos no faltan, hasta tal punto que podemos asistir a la presentación de un libro o de un debate con un refresco o una cerveza en la mano para así mitigar tanto la sed física como la sed intelectual.
Por la Carpa del Encuentro, por el Espacio a Quemarropa o la Carpa Biblioasturias han desfilado una pléyade de reconocidos escritores que nos han ido presentando sus últimas creaciones. Y no solo se limitan a la novela negra: novela histórica, fantástica, social, actual y poesía han sido presentadas por sus autores a los lectores gijoneses. En pocos sitios se podrán encontrar tantos autores reconocidos en tan pequeño espacio dando una visión de lo publicado en el último año.
Escritores como Fernando Martínez Laínez, Juan Carlos Somoza, Maruja Torres, Nerea Riesco, Francisco Narla, Rosa Ribas, Víctor del Árbol, José Luis Corral, Dolores Redondo y muchos más han presentado sus últimos libros, algunos con algunos meses de antigüedad. A estos escritores nacionales se les han unido otros extranjeros de la talla de Santiago Roncagliolo, Sarah Lark, Qin Xialong, William Gordon o Craig Russell.
Pero no sólo de literatura vive el hombre, la música ha estado presente cada noche; artistas como Brighton 64, Miguel Costa o Carlos Jean nos han deleitado en el final de la jornada cuando el calor se marchaba lánguidamente por el mar Cantábrico. Era en esos momentos cuando los recitales de poesía o las tertulias llegaban a su auge.
Dos de los debates de los que se celebraron tuvieron un especial interés: 10 años sin Manuel Vázquez Montalbán y el homenaje a Julio Cortázar. Desgraciadamente en nuestra sociedad este tipo de debates están en declive y ya ni nos acordamos de los grandes maestros salvo en contadas ocasiones. Ambos escritores, ejemplo para jóvenes autores, siguen siendo un deleite para viejos y nuevos lectores.
Entre las interesantísimas presentaciones podemos señalar la de “España negra”, un compendio de 27 relatos de lo más granado de nuestros autores negros o la nueva novela de Alexis Ravelo, ganador del premio Hammett de este año con La estrategia del pekinés, La última tumba.
Momentos especiales y emotivos nos los proporcionaron Alfonso Mateo-Sagasta en la presentación de su novela El reino de los hombres sin amor en la que estuvo acompañado por Luis Sepúlveda; Maruja Torres, que presentó su obra autobiográfica Diez veces siete; José Luis Corral que nos habló de Miguel Servet el protagonista de El médico hereje; Dolores Redondo, cada día con más tablas, que nos anticipo la próxima publicación de las dos novelas de su trilogía sobre en Valle de Baztán en Sudamérica o Luis García Montero, que tanto en su encuentro con los lectores como en la presentación de su tercera novela, Alguien dice tu nombre, nos puso la piel de gallina. El escritor granadino sabe conectar con los lectores a la perfección y su sensibilidad, comedida pero rotunda, nos arrastra a un mundo de sentimientos a flor de piel.
Otro año más, y ya son veintiséis, La Semana Negra de Gijón vuelve a demostrar que la cultura puede y debe convivir con el ocio. Que la unión de estos dos elementos es beneficiosa para ambos. Que se necesita acercar la cultura a todo el mundo. Llevan años consiguiéndolo y se lo agradecemos. Han conseguido una semana dinámica, donde todo el mundo se lo pasa bien, autores y lectores y, hasta si me apuran, organizadores.
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