“Descubrí la historia, en la que se basa el libro, en un viaje por unos chateaus de Francia, cerca de Burdeos”, nos desvela esta escritora multidisciplinar, interesada por muchísimos temas. La afición por el mundo del vino le llegó por el sitio donde vive, San Sebastián, “estamos en medio de los viñedos de Burdeos y de la Rioja, la gastronomía y el vino están dentro de nuestra cultura”, explica con precisión. Un día, visitando una de esas bodegas bordelesas, se topa con una historia que le refieren los bodegueros. Allí encontró una de esas realidades que merecen la pena ser recordadas.
Cuando las tropas alemanas invadieron Francia en la Segunda Guerra Mundial se quisieron hacer con todas las existencias de vinos y champán de Francia. El champán y los buenos caldos fueron apartados para los oficiales y los jerarcas nazis. El vino de menor calidad fue metido en barricas y trasladado al frente para consumo de los soldados. Los mejores vinos fueron a parar al Nido del Águila para consumo de Adolf Hitler y sus secuaces.
Con estos mimbres, Virginia Gasull comenzó a tejer una bonita historia, que aparte de la trama, nos deleita con sus conocimientos sobre el mundo del vino, del arte y de las subastas. El robo de unas botellas que estuvieron en la residencia de los Alpes de Hitler es el detonante para la trama de la novela. Sorprende el conocimiento, profesional, de la autora. Arquitecta de formación pero enóloga por pasión. “Me interesan muchísimos temas, soy como una esponja. Cuando me gusta un tema me metro a fondo en él y desarrollo mis estudios”, reconoce en la charla que mantuvimos en la sede de la editorial.
Lo que ha pretendido con “In vino veritas” ha sido hacer una fusión entre el arte, el vino y la historia con un único fin: “entretener al lector, pero con su lado didáctico para el neófito y para que el lector avezado pueda decir que lo escrito es todo correcto”, apunta con seguridad. Hay que tener en cuenta que el enoturismo es una variante del turismo que está en alza y cada vez hay más personas interesadas en él. Con el libro podrán disfrutar a sus anchas.
Otro de los grandes aciertos del libro es su protagonista, la inspectora Anne Oteiza. “Es la fusión de varias personas que conozco. Tiene un poco de lo bueno y lo malo que tenemos las mujeres que vivimos en Euskadi”, explica. La inspectora fue testigo tangencial del asesinato de su madre en un atentado terrorista. “Muchos lectores me preguntan si me ocurrió algo parecido. La respuesta es no, pero si he sido testigo de otros atentados. Afortunadamente se ha cambiado mucho en Euskadi y ahora reina la tranquilidad, lo que es una gozada por el ambiente que se respira. Incluso no hay problema para hablar de ciertas cosas. Las posturas se están acercando y los radicalismos se van desvaneciendo”, refiere con tono risueño la autora.
Su forma de escribir es muy meticulosa. Para terminar In vino veritas ha necesitado algo más de año y medio. La mayoría de ese tiempo lo ha gastado en documentarse y planificar la novela. “Una pared de mi casa la lleno toda de post- its donde voy haciendo el esquema de la trama”, desvela. Una vez que lo tiene planificado, comienza la escritura y la búsqueda de la voz adecuada. La novela está escrita, casi toda, en tercera persona. “En algunos capítulos utilizo la segunda persona, para que el lector empatice más con la protagonista, pero hay que tener mucho cuidado en no abusar porque el lector se puede sentir intimidado. Pero está claro que es la mejor manera de emocionar y que el lector sepa cómo se siente la protagonista”.
Los numerosos recursos que utiliza en su escritura los ha aprendido leyendo a los clásicos. Nunca ha asistido a un taller de escritura, “tuve la suerte de que mi madre me hiciese leer a los clásicos, sobre todo, franceses, como Baudelaire, Voltaire y yo de joven leí a escritores como Bukowski, del que aprendí ese lenguaje directo y duro”, cuenta. De ahí que su estilo sea muy directo, “huyo de la prosa recargada y de las descripciones extensas”, reconoce. Así llegó a un punto en que “necesitaba contar algo”.
Virginia Gassull define su obra como una novela policíaca que contiene una historia de amor romántica. “En España la novela negra está muy encasillada; en Francia hay muchos más tipos de novela negra y es mucho más abierta que la que se escribe aquí”, opina con toda la razón. En ocasiones, se dan en las historias de amor, que hay dentro de las novelas, historias de fantasía con personajes poco reales y poco definidos. La escritora vasca no está de acuerdo con ese tipo de novela, “yo huyo de la fantasía y busco el realismo”, opina.
En la conversación se queja de cómo la reciben en un lado y otro de la frontera. “En Francia todo son atenciones y facilidades, allí se apoya el mundo de la cultura. En España es más difícil”, afirma acertadamente. Sin embargo, para Virginia la publicación del libro fue relativamente fácil, “me auto publiqué el libro en Amazon y estuvo unos 100 días entre los libros más vendidos. A las dos semanas se puso la editorial en contacto conmigo y me propusieron editarlo. Decidí probar y ver mis libros en las librerías”, explica. Cree que el mundo editorial va a un ritmo distinto al que se produce en Internet.
Anne Oteiza es un personaje que le ha quedado muy perfilado, de ahí que ya esté preparando una nueva novela con ella en donde se exprese un punto de vista desde la perspectiva de las víctimas del terrorismo. “Falta el punto y aparte necesario para el crecimiento personal de los protagonistas. Los encuentros restaurativos han tenido bastante aceptación y buenos resultados. Hace falta ver la situación desde puntos de vista diferentes y no ha habido ningún problema entre los terroristas arrepentidos y las víctimas, por lo que no se comprende por qué el gobierno central está poniendo impedimentos para que se realicen dichos encuentros”, concluye.
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