De repente, el protagonista sin nombre de esta novela se ve arrebatado por un recuerdo de su infancia. Un recuerdo que él fija sin aparente dificultad cuando regresa a la noche del 15 de mayo de 1974, La noche que Luis nos hizo hombres. Esa vuelta al pasado que supone rememorar el partido de la final de la Copa de Europa de la temporada 1973-74, en la que el Atlético de Madrid empató a uno contra el Bayern de Múnich en el estadio de Heysel en Bruselas, solo es el punto de partida de una aventura que se agarrará a tres referencias: las experiencias de unos adolescentes en un barrio del extrarradio de Madrid, el club Atlético de Madrid, y la figura de Luis Aragonés como catalizador y posibilitador de los sueños de unos críos que enseguida supieron qué se esconde tras una derrota: el silencio.
A partir de ese intenso recuerdo, y junto a sus amigos, el protagonista de La utopía del portero, novela con la que su autor, Ángel Silvelo, ganó el I Premio de Novela Breve Carlos Matallanas convocado por la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), transitará de nuevo por aquella vida que él creía perdida en el olvido y que, sin embargo, se le presenta como un boomerang cargado de buenos y malos momentos, en los que el fútbol es una especie de isla en la que sus amigos y él buscarán una salida a sus vidas bajo el espectro de la inocencia infantil y la osadía de quien no conoce el fracaso. En esa felicidad de niños, el protagonista de esta historia nos narrará las pruebas que, durante dieciocho meses realizó para los juveniles del Atlético de Madrid en un campo rodeado de viviendas sociales del barrio madrileño de San Cristóbal de los Ángeles. En aquellos viajes de ida y vuelta a su casa, él aprovechará el tiempo para leer, pero también para soñar con ser un jugador de fútbol profesional. Sin embargo, la vida le tendrá preparadas otro tipo de sorpresas. Aquí es donde el deporte rey se nos presenta como un símil de la vida, tal y como nos recuerdan los periodistas deportivos cuando hacen hincapié en que: «en un partido de fútbol cabe toda un vida». Una vida cargada de sorpresas, éxitos, fracasos, y momentos de incertidumbre que siempre nos conducirán a un final.
En esta novela, la figura de Luis Aragonés surge como el leitmotiv de toda una cultura basada en el universo que acoge al fútbol y a sus múltiples facetas. Una figura que, a lo largo de la narración, nos demuestra que solo triunfan aquellos que no se rinden ante las adversidades. En este sentido, el jugador, entrenador y seleccionador es recordado como un héroe de carne y hueso; un héroe poseedor de una gloria que perdurará a lo largo del tiempo.
Breve extracto de la novela:
Estadio Heysel en Bruselas. Minuto 112 de partido. Final de la Copa de Europa de la temporada 1973-1974. El Atlético de Madrid se enfrenta al Bayern de Múnich. Falta de Hansen fuera del área sobre Becerra. Luis se dispone a disparar el golpe franco directo sobre la portería del mítico Sepp Maier. «Luis, Maier, gol. Gol de Luis Aragonés», se entiende que dice el narrador alemán del partido. El gol de Luis esta vez es en color. Y es narrado en alemán cuarenta años después de aquella fatídica noche para la afición rojiblanca. Hoy es de noche. Como aquel 15 de mayo de 1974. Mis recuerdos de aquel partido son difusos. En blanco y negro. Como los sueños de un niño que todavía no ha tenido unas botas de fútbol. Ni ha viajado al extranjero. Ni tampoco ha visto un partido de fútbol en color por televisión. Aquella noche descubrí qué se esconde detrás de una derrota: el silencio. Aquella noche, mis amigos y yo, comprendimos en unos pocos minutos qué es ganar y perder al mismo tiempo. Soñar ilusionados y despertarnos hundidos. Ficción y realidad frente a frente. Igual que si fuéramos los protagonistas de un relato literario salpicado por los sinsabores de la vida. Aquella noche Luis nos hizo hombres. Y aquella noche, además, supimos que las mieles del triunfo necesitan también de la ayuda de la diosa fortuna. Y de la lejanía de unos dioses perdidos en el limbo de la injusticia. Un espacio donde solo se rinden los cobardes. Perder no es de cobardes. Ni ganar significa ser un héroe. El primer síntoma del fracaso es no volver a soñar con lo imposible tras una derrota. La primera enseñanza que me dejó aquel partido es la de que la única esperanza que nos queda es la de soñar cada día, aunque se fracase. Igual que si fuéramos un portero de fútbol que, cada vez que saca la pelota de su portería, en lo único que debe pensar es en ganar, ganar y ganar. «Eso es el fútbol, señores», como dijo Luis Aragonés.
Ángel Silvelo Gabriel (Piedralaves, Ávila, 5 de septiembre de 1964) es un escritor español con siete novelas y una obra de teatro publicadas que, además, escribe relatos cortos y microrrelatos con los que ha conseguido numerosas distinciones en forma de premios literarios a lo largo de toda la geografía española. Es funcionario de carrera del Cuerpo de Gestión de la Administración Civil del Estado y autor de las novelas: Fragmentos (Primer Premio Certamen Cultural URJC 2001), Dejando pasar el tiempo (Vision Net Editores 2012), Los últimos pasos de John Keats (Editorial Playa de Ákaba 2014), El juego de los deseos (Premium Editorial 2017), Los dioses perdidos (Finalista del 23 Premio de Novela Ciudad de Badajoz 2019), La noche que Luis nos hizo hombres (Ediciones Seshat 2022), de la obra de teatro Fanny Brawne, la Belle Dame de Hampstead (Editorial Playa de Ákaba 2016) y de las novelas cortas El arte de amar (Primer Premio XXVIII Premios Otoño Villa de Chiva 2018), La utopía del portero (Primer Premio Carlos Matallanas de Novela Breve 2019), y El mapa de las emociones (Finalista XL Premio Felipe Trigo de Narración Corta 2020; Finalista del III Certamen de novela Martín Fierro de Denuncia Social 2021).
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