Nos encontramos con una novela metaliteraria, una novela dentro de una novela. El autor zaragozano va explicando cómo se hace la novela que está escribiendo, desgrana el proceso de creación de forma explícita. Describe el síndrome de la página en blanco de forma somera aunque ocupe gran parte de la novela y explica la relación del autor con su editorial y con su responsable de marketing. Lo hace de forma comedida, desde el punto de vista de un escritor de éxito que está pasando por la noche oscura de la creación literaria sin linterna y sin puntos de referencias.
El plato fuerte de la novela es la investigación sobre un crimen cometido hace unos 25 años y que la policía no ha podido resolver. Dicho proceso es narrado desde la perspectiva del escritor protagonista de la novela, Óliver. Un claro ejemplo de obra de Domestic Noir donde una persona ajena a los servicios policiales emprende una investigación para esclarecer los hechos que atañen a su maestro y mentor, el escritor de éxito mundial David Sender, ¡cómo se nota que el escritor es aragonés en la selección del apellido!
Para esa investigación cuenta con la ayuda de una compañera de estudios, Eleonora, bueno mejor la llamaremos Nora que si no se nos va a enfadar y el profesor y director de sus tesis el profesor Escolano. Un peculiar trío que busca esclarecer ante todo la verdad, los tres tienen razones diferentes para hacerlo y lo iremos descubriendo a lo largo de la novela.
Óliver Brun es un joven escritor de éxito, con tan sólo 25 años tiene publicadas dos novelas y la que está en ciernes. El autor nos va contando la nueva novela de Brun según la va escribiendo. El protagonista es todo un antihéroe, una persona patosa y torpe en lo físico, y todo lo contrario en lo intelectual. Aunque a veces nos ponga de los nervios con sus ausencias y despistes. Sorprende el conocimiento que tiene Alejandro Corral sobre el arte y el Renacimiento y eso sin ser historiador, ya que es economista.
Además, la inteligencia con que crea ciertos anagramas es ciertamente admirable. Aquí demuestra su preparación y sus muchas horas de documentación. Estos anagramas nos irán dando las pistas para resolver el caso y la tensión será creciente en cada página que vayamos pasando. Ese es uno de los puntos fuertes del libro aunque no el único.
Otro de los puntos fuertes es la crítica social que realiza y que va haciendo a lo largo del libro de manera esporádica. El acoso colegial es el más significativo. El protagonista lo sufrió en el comienzo de su adolescencia y eso le terminará de forjar en la persona en la que se ha convertido. La analepsis que emplea para contar esos hechos es una de las partes más crudas y mejor logradas de “La dama del Prado”. La crítica al sistema policial, a la Justicia, que está demasiado politizada, y a esos jóvenes demasiado preocupados por la tecnología y las redes sociales son otros de los temas de la acertada crítica que hace el autor. Como único punto negativo encontramos el excesivo abuso que hace de la dilatación de la información. “Eso, lo contaremos más adelante”, dice en repetidas ocasiones.
Estamos, pues, ante un thriller donde los enigmas ocupan gran parte del texto, una historia de amor llena de renuncias pese a ser dos almas gemelas como veremos desde las primeras páginas del libro y una novela donde el humor juega un papel fundamental. Un acertado cóctel que ha hecho que disfrutemos de la lectura de libro en este tiempo veraniego en el que tenemos más tiempo libre.
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