Óliver Brun, el protagonistade la novela, sufre un bloqueo literario, lleva casi dos años sin escribir una línea que le guste. “Le pongo una condición a este joven autor y es que él va viviendo en primera persona lo que va a narrar, como si nos hablase en voz baja a nuestro oído”, dice Alejandro Corral nada más comenzar nuestra entrevista. Y ese cómo lo va a narrar es lo que hace a esta novela bastante diferente a lo usual. Óliver, afortunadamente, tiene una gran ayuda en su compañera de estudios Eleonora, bueno Nora que si no se nos va a enfadar. “En el libro, voy escribiendo todo en esa primera persona familiar. Son recursos literarios que consiguen implicar al lector en lo que le estás contando. Creo que así se da mucho más dinamismo al libro. En cada capítulo, se va cogiendo velocidad en la trama. Pretendo que sea divertida y original”, elucubra el escritor aragonés. Pese a ese dinamismo, Óliver no es precisamente un tipo especialmente diligente. “Es bastante patoso y se va tropezando con todo lo que encuentra a su paso. En la novela, hago un flashback a la adolescencia de Óliver y cuento por qué es así. En las novelas policiacas o en los thrillers siempre encontramos a personajes brillantes. De ahí que haya querido hacerlo un poco torpe. Un contrapunto a lo que suele ser habitual”, reflexiona con sagacidad el autor. “La dama del Prado” se desarrolla, evidentemente, en el museo del Prado y en la localidad madrileña de Monterrey, por supuesto, ficticia. “Está situada en la sierra de Madrid, cerca de San Lorenzo de El Escorial y de un lago. Como es un pueblo inventado, no describo apenas su arquitectura, ni sus calles. Lo que hago es describir la naturaleza, lo que es otro contrapunto de las novelas de género”, apunta con decisión Alejandro Corral. También señala que su protagonista “no ha desarrollado mucho sus aptitudes de investigación, al final se ve bien el por qué. Desde un principio no quería involucrarse en ello, pero no le queda más remedio. Como no soy policía no quería meterme en los entresijos del cuerpo policial. De ahí que los policías sean personajes secundarios. Todos los personajes tienen un por qué, se involucren o no en la investigación”. “Vivimos unos tiempos muy amargos”El humor es fundamental en la novela, “vivimos unos tiempos muy amargos. Está la crisis financiera, la pandemia, etc. Por eso, he querido que en la novela haya bastante humor, pero no es fácil hacerlo. Las conversaciones con la madre dan pie a muchos diálogos divertidos, muy locos. Ese tipo de conversaciones se siguen teniendo con las madres de hoy en día y yo he querido adaptarlas para meterlas en la novela. Esto hace que me lo pase bien. Si un autor no disfruta escribiendo un libro, para qué escribe. Si puedes meter el humor siempre es bienvenido”, reflexiona el autor. El síndrome de la página en blanco está muy presente durante toda la novela. “Una amiga me decía que lo ha pasado muchas veces, yo también. No tanto a la hora de desarrollar una idea, sino en el proceso de creación que suele ser más largo. El bloqueo en cómo empezar un libro, me suele pasar. Normalmente, tengo más o menos los finales diseñados y el problema es cómo llegar hasta allí. Se lo que quiero transmitir, pero no como”, expone Alejandro Corral. Para él, el mayor problema del proceso de escritura es la corrección. "He perdido la cuenta de las veces que he corregido este libro”, confiesa. Ha tardado más en corregirlo que en escribirlo porque su objetivo era hacerlo atractivo y fluido.
“La dama del Pardo” contiene entre sus páginas una curiosa historia de amor. Y es la relación con Nora, que en un principio es una relación de amistad. “Ella tiene novio y él mantiene una relación con Martina. Oli intenta ser muy respetuoso con ella, pero ambos se sienten atraídos. Él no quiere dar el paso definitivo hasta no estar seguro de la relación”, desvela el escritor aragonés, lo que hace que la tensión sexual se mantenga gran parte de la novela. Es más que evidente, que el mundo del arte le atrae a Alejandro Corral. “La novela anterior es historia del arte pura y dura. Describo la rivalidad ente Leonardo y Miguel Ángel. En esta nueva novela me fijo en que había varias Giocondas por el mundo. Fue hace 10 años cuando los restauradores del Museo del Prado descubren un paisaje oculto en la Gioconda madrileña. Me baso en ese hecho para vincular ese fondo oscuro original con la desaparición de Melisa Nierga”, desarrolla. “Al final todo encaja. Lo que me quise plantear en la novela es: qué hay de real en una historia. Todos los casos reales de desapariciones son de mujeres, qué las han hecho desaparecer. Esto ocurre cada día y vuelve a suceder todos los años. Pasará siempre. Es la mujer la que desaparece. Los hombres no tenemos miedo a que nos puedan secuestrar, sin embargo, las mujeres están más expuestas a este tipo de crimen”, explica el autor. Para finalizar nuestra charla, Alejandro Corral quiere dejar claro que “toda la investigación que ocurre en la novela pasa por el enigma que hay en el Museo del Prado. Por eso, me pareció más adecuado que los protagonistas fueran expertos en arte. Tuve que documentarme mucho y utilizar diferentes fuentes. Y, posteriormente, me planteé cómo trasladarlo a la novela de forma fluida”, sostiene este licenciado en economía que trabaja como promotor cultural en un centro de Tarazona que le deja mucho tiempo libre para escribir. Al autor, confiesa que va a todos los lados con un bolígrafo y una libreta para apuntar las ideas y también cuenta cómo sorprendió a su padre con su primera novela. “La escribí cuando vivía en Málaga, le dije que era la novela de un amigo y qué le parecía. Se sorprendió cuando le dije que era mía” . Se ve que en sus por su venas fluyen el gen de la literatura". Puedes comprar el libro en:
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