El reconocido escritor narra en su último libro la historia del espionaje en los siglos XVI y XVII. Cómo se formó el primer el servicio de inteligencia en tiempos de Fernando el Católico y cómo sus descendientes imbricaron un sistema que era capaz de controlar la información de media Europa y otras partes más recónditas del globo terrestre. Un libro fundamental para conocer la historia oculta de unos servicios de inteligencia que salvaron en diversas ocasiones a la corona hispánica. Fernando Martínez Laínez nos da muchas claves de su libro en la entrevista que mantuvimos con él. Tanto tiempo escribiendo sobre los Tercios y el Siglo de Oro que sólo le faltaba escribir sobre los espías de los Austrias. ¿Cómo surgió la idea de escribir este libro “Espías del imperio”? La Leyenda Negra antiespañola es un martillo que nos sigue golpeando. Una de sus manifestaciones ha sido ocultar o menospreciar que, durante mucho tiempo, la inteligencia hispana fue la más importante del mundo. Pensé que sería bueno contribuir a enmendar este fraude histórico, y así surgió la idea de escribir este libro. Cuando pensamos en espías siempre nos viene a la cabeza James Bond, que no era precisamente un espía. ¿Cómo eran los espías del aquella época? En el servicio secreto hispano había gente de toda clase y condición. Desde esclavos hasta frailes, virreyes o comerciantes conversos. Todos ellos actuaban como una gran maquinaria en defensa de los intereses del Estado, encarnado en el rey y sus asesores más próximos. Muchos de esto espías estaban vinculados también a la milicia, y hubo jefes militares, como Juan de Austria o Ambrosio de Spínola, que fueron también maestros del espionaje. En general, estos espías eran gente muy entregada a la causa española, fuertemente motivados por el servicio a la idea que consideraban justa, aunque también hubo mercenarios, que solo actuaban por dinero, y grandes traidores, como el secretario de Estado Antonio Pérez. ¿Fue Felipe II el primer monarca español que creó una red de informantes en toda Europa? No. Los primeros en este sentido fueron los Reyes Católicos, y sobre todo Fernando el Católico, que desde la Guerra de Granada y la de Italia, contaba ya con una red de inteligencia articulada en las principales capitales europeas. Por algo Maquiavelo considera a este rey el modelo del príncipe renacentista recogido en su famoso libro. ¿Dicha red fue consecuencia de la Leyenda Negra? En parte sí, porque a medida que España se fue haciendo más poderosa en Italia, las críticas y los ataques arreciaron, y se hizo necesario contrarrestarlos utilizando agentes secretos. Lo que nos cuenta en su libro apenas se conoce por el gran público. ¿A qué se debe que hay permanecido oculto para el gran público o ignorado? En realidad existe bastante información sobre inteligencia procedente de fuentes valiosas, como el Archivo General de Simancas, pero en muchas ocasiones fragmentada y difusa, fuera del alcance del lector medio. Lo que he intentado es rellenar en lo posible ese vacío, y escribir un resumen de hechos y personajes que pueda leerse como una historia general divulgativa, casi como una crónica periodística, como indico en el prólogo del libro. ¿Fue Felipe II el primer monarca español que se tomó en serio el tener un sistema de inteligencia? ¿Hubo algunos antecedentes? Felipe II no fue el primero, antes que él los Reyes Católicos y Carlos V intervinieron muy seriamente en los asuntos de inteligencia. Todos ellos contaron, además, con asesores y secretarios de primer nivel, como Juan de Idiáquez, Vázquez de Molina, Mateo Vázquez, Francisco de los Cobos o los Granvela, padre e hijo. La España de aquel tiempo disponía de “cabezas” y supo utilizarlas bien, cosa que no ocurriría ya a partir de Felipe IV, cuando la falta de “cabezas” se hizo clamorosa. Como si las ideas para salvar el declive del país se hubieran secado. ¿A quién se debe la organización de estas redes de espionaje? El responsable máximo era el rey o su valido, pero la organización efectiva dependía sobre todo del Consejo de Estado, el Consejo de Guerra y los secretarios de Estado, y en el siguiente escalón, de los virreyes, capitanes generales, embajadores y secretarios de embajada. Durante una etapa funcionaron también los “espías mayores”, que ejercieron una labor de coordinación de los avisos procedentes del exterior. En realidad solo hubo dos que desempeñaron ese papel, Juan Velázquez de Velasco y su hijo Andrés. Luego el nombramiento se fue devaluando hasta terminar en una especie de sinecura, más honorífica que efectiva, y desapareció en la segunda mitad del siglo XVII por falta de dineros y de utilidad real. “Junto con las armas, la diplomacia y la plata que llegaba de América, la inteligencia fue uno de los grandes pilares que sustentaron el Imperio”¿Ayudó esta red de espías en la labor de la política internacional de los Austrias? No solo ayudó, sino que fue fundamental. Junto con las armas, la diplomacia y la plata que llegaba de América, la inteligencia fue uno de los grandes pilares que sustentaron el Imperio. ¿Cuáles fueron los ámbitos territoriales en los que se movieron? ¿Cuál fue el punto más lejano? España fue el primer imperio mundial de la Historia, y en consecuencia, los ámbitos de actuación de la Corona hispana abarcaban prácticamente el mundo, hasta Filipinas, Extremo Oriente y lugares tan remotos como el Tibet o Japón. Pero fundamentalmente actuaron en el centro y oeste de Europa, y en el Mediterráneo para detener la expansión turca. Al tener España un imperio tan vasto, ¿en qué manera dependían de estas redes de espionaje las decisiones de los reyes? El rey era la cúspide de todo el poder estatal, y por tanto también de todo el sistema de inteligencia, pero evidentemente sus “ojos y oídos” no llegaban a todas partes, y tenía que delegar y fiarse de la información que recibía desde muchas vías. Aunque al final la decisión dependiera del monarca y el secretario de Estado en casi todos los casos. ¿Cuándo se creó el cargo de Espía Mayor y quién fue el primer responsable? El primero en la práctica fue Juan Velázquez de Velasco, que desarrollaba tareas de inteligencia con el nombramiento de “Coordinador de las inteligencias secretas de la Corona” al morir Felipe II. Nacido en Valladolid, había combatido en Italia y en Lepanto, dirigió importantes misiones de espionaje y contraespionaje, y dispuso de dinero de la Hacienda real que manejaba él directamente, pero debía rendir cuentas estrictas cada seis meses. En un tiempo en que los viajes eran tan largos, ¿cómo se movía la información de estos espías para que llegase a la Secretaria de Estado? La información actuaba con los medios y la tecnología de la época, con obstáculos que hoy resultan inimaginables, si pensamos que un aviso entre Madrid y Bruselas tardaba unos quince días. Había informes que llegaban con muchos meses de retraso, pese a que España disponía entonces del mejor servicio de correos de Europa. ¿Qué importancia tuvo la figura de Juan de Idiáquez? Fue el maestro de espías por excelencia de la Corona hispana. De ascendencia vasca y nacido en Madrid, durante veinte años dirigió el espionaje español como secretario de Estado y de la Junta de gobierno del monarca. Su vida fue una auténtica novela de espías que dejaría pálida las historias de Le Carré, y dispuso de una concentración de poder sin precedentes. Su entendimiento con Felipe II fue total. ¿Hubo algún caso notorio de doble juego de espías? Por mencionar alguno, está el caso de Martín de Acuña, que fue agente secreto de Felipe II y negociador de treguas con el Imperio turco en Constantinopla. Era de ascendencia noble y terminó haciendo de agente doble de la inteligencia turca a cambio de dinero por su mayor vicio: el juego. Murió estrangulado en Pinto, cerca de Madrid, por orden del rey, pero aún hay incógnitas que rodean su final, porque el proceso fue secreto. Tenemos entendido que Felipe II sufrió una serie de atentados. ¿Cuántos fueron y valió de ayuda esa red de espías? Se conocen siete atentados, pero es probable que hubiera algunos más que desbarató la inteligencia hispana. Bernardino de Mendoza, que fue embajador en Londres y París, y jefe del espionaje español en Francia, tuvo mucho que ver en estos intentos fallidos, pero se llevó sus secretos a la tumba.
La leyenda cuenta que escritores como Miguel de Cervantes o Francisco de Quevedo estuvieron al servicio de la corona como espías. ¿Es verdad o leyenda? Totalmente verdad. Cervantes, antes de dedicarse a las Letras, fue un soldado entregado por completo a la milicia, y cumplió con la tarea de espionaje que le fue encomendada, como hacían muchos soldados en aquella época, que consideraban el espionaje una misión más . Quevedo también se comprometió a fondo en Italia con el duque de Osuna, cuando llegó el momento, aunque al final le tocara perder. ¿Hubo algún caso más? Alonso de Ercilla, que escribió el mejor poema épico en español, junto con el Cantar de mío Cid; Garcilaso de la Vega, Calderón de la Barca o el gran poeta Francisco de Aldana. Incluso Rubens, pintor de cámara, se cuenta que también pasó informes a la corona. ¿Qué hay de cierto en esto? Certeza total. Rubens actuó de agente secreto de la Corona hispana en asuntos negociadores, y llegó a estar en la nómina del ejército español con un sueldo para él simbólico, ya que era un hombre muy rico por su trabajo artístico. ¿Cuáles fueron los éxitos y los fracasos más sonados de estos espías de los Austrias? El mantenimiento de las redes de inteligencia hispanas en Constantinopla, que filtraban información muy valiosa para contener el poder naval turco en el Mediterráneo, como ocurrió en Lepanto; o también la actuación en favor de la Liga Católica en Francia contra la expansión hugonote. En el capitulo de los fracasos están el fallido desembarco en Inglaterra de la Gran Armada y la gran derrota que Carlos V sufrió en Argel en 1541, la mayor de su reinado. Para finalizar, en el libro habla de Francisco de los Cobos, natural de Úbeda y secretario de Carlos I, ¿estuvo implicado en esa red de espías? Todos los secretarios de Estado de aquel tiempo, igual que los embajadores y virreyes, tenían como misión importante controlar los asuntos de inteligencia en sus respectivos ámbitos. Francisco de los Cobos tenía un gran poder con Carlos V y por sus manos pasaban los asuntos secretos del emperador, tanto en el interior de España como en el plano internacional. Su influencia en la toma de decisiones políticas fue determinante en muchas ocasiones, y por eso Carlos V lo distinguió y le benefició tanto. De todos los monarcas del Siglo de Oro, ¿quién fue el que mejor gestionó esta red de espionaje? Sin duda, Felipe II. Era un organizador incansable y estaba al tanto de todo cuanto sucedía en un Imperio que abarcaba el mundo. ¿Escribirá una continuación sobre los Borbones? El futuro en estos tiempos es ciencia-ficción. Y el tiempo nos devora, como decía uno de mis profesores de la Escuela Periodismo. Puedes comprar el libro en:
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