Santos Juliá fue catedrático emérito de Historia Social y del Pensamiento Político y autor de numerosos trabajos sobre historia política, social e intelectual de España durante el siglo XX, así como de historiografía. Entre sus últimas obras se cuentan: La mirada del historiador, Historias de las dos Españas (2004), por la que recibió el Premio Nacional de Historia, Vida y tiempo de Manuel Azaña, 1880-1940 (2008), Elogio de Historia en tiempo de Memoria (2011), Camarada Javier Pradera (Galaxia Gutenberg, 2012) y Nosotros, los abajo firmantes (Galaxia Gutenberg, 2014), por la que obtuvo el Premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald, Transición. Historia de una política española (1937-2017) (Galaxia Gutenberg, 2017), galardonado con el Premio Francisco Umbral al Libro del Año 2017 y el premio del Gremio de Libreros de Madrid al Mejor libro de ensayo 2018, y el reciente Demasiados retrocesos. España 1898-2018 (Galaxia Gutenberg, 2019).
Ha dirigido obras colectivas como Víctimas de la Guerra Civil (1999) y Violencia política en la España del siglo XX (2000) y ha editado en siete volúmenes las Obras Completas de Manuel Azaña (2007). Fue colaborador habitual del diario El País.
Para María Fuentes, editora del Galaxia Gutenberg, Santos Juliá fue un «maestro y referente de varias generaciones de historiadores y lectores, Santos Juliá aunaba la investigación más rigurosa con el análisis político más brillante. Era un trabajador incansable y enormemente perfeccionista. Poder editar muchos de sus libros fue un auténtico privilegio, siempre fácil, siempre estimulante y gratificador. Su extensa obra sobre historia política, social e intelectual del siglo XX y lo que llevamos del XXI, así como sobre historiografía, seguirá siendo una fuente de inspiración para generaciones venideras. Quienes hemos tenido el privilegio de ser sus amigos y trabajar con él nunca olvidaremos su sabiduría, generosidad, cercanía e ingenio. Santos Juliá es un historiador y un amigo insustituible».
En opinión de Joan Tarrida, «Santos Juliá concebía el estudio de la historia como una forma de entender el presente, y no de manera abstracta sino encarnada en los individuos. Por eso, junto a sus libros, mantuvo siempre una importante labor de articulista en la prensa escrita, una forma de participar en los debates y los retos que afectaban a sus contemporáneos.
Con esta actitud comprometida, consiguió para sus libros y sus artículos un gran número de lectores, facilitando a los españoles herramientas imprescindibles para analizar los tiempos que vivimos. Sus libros son ya clásicos, y en tiempos convulsos como los nuestros, su voz se echará enormemente en falta».