Comencemos de menos a más, aunque la calidad de todos y cada uno de estos libros podría ocupar la primera posición, y lo haremos como solía hacer el gran Ángel Nieto:
12+1. “Un amor”, de Alejandro Palomas (Ediciones Destino)
Tengo que reconocer que siento una predilección especial por este autor barcelonés de títulos breves, concisos e impactantes. En “Un amor”, Alejandro Palomas despliega ese amor por todos lados, por todos los poros de su piel; pero, también, humor. La literatura de humor está realmente infravalorada en nuestro país, somos todo lo contrario a los británicos. ¡Algo tendremos que aprender de ellos! De momento, vayamos aprendiendo de la sensibilidad y sosiego con que escribe el más británico de nuestros escritores con permiso de Álvaro Pombo, por supuesto.
- “Espartero”, de Adrian Shubert (Galaxia Gutenberg).
Según el historiador canadiense la figura de Espartero ha sido borrada de la historia oficial de España. Y tiene toda la razón. Ha tenido que ser un hispanista extranjero el que haya escrito tan magna obra. Adrian Shubert ha buceado en la correspondencia íntima del general, ha estudiado su biografía, tanto la militar como la política, y nos ha dejado una biografía sublime de aquel general conocido por los atributos de su caballo y por aquella coplilla que le cantaban en el siglo XIX: “eres guapo y con dinero, que más quieres Baldomero”. Pues lo que quería Baldomero Espartero era una biografía como la que le ha escrito Shubert.
- “Amores”, de Leonor de Redondo (Editorial Minúscula)
Leonor de Recondo, francesa de descendencia vasca, divide su tiempo entre la música y la literatura, entre el violín y las teclas de ordenador, y ambas actividades las hace con una afinación digna de admirar. En “Amores”, narra la vida de dos mujeres que comparten su deseo de ser madres, ambas entienden el feminismo de diferentes formas, pero hay un objetivo que las une. De manera intimista, nos cuenta como era la vida al comienzo del siglo XX, sus penurias y sus quimeras, y sus diferentes tipos de amor. Una delicia para ser consumida a tragos cortos y con música barroca de fondo.
- “Nada que no sepas”, de María Tena (Tusquets Editores)
Otra delicia de libro. Con “Nada que no sepas”, María Tena ha ganado recientemente el premio Tusquets de Novela. Un premio bien dado, sí señor. La autora mezcla ficción con realidad, los deseos de lo que pudo haber pasado y no pasó. Si los deseos y la realidad están muy cerca, María ha sabido acercarnos a ese mundo de los deseos que impregna la realidad literaria. A los que les gusta más la literatura que la realidad no pueden dejar de leer este libro donde podrán conocer la realidad de un país como el Uruguay anterior a la dictadura de la mano firme y concisa de María Tena.
- “Los amantes boreales”, de Irene Gracia (Ediciones Siruela)
Irene Gracia tiene un don especial para la escritura. Lo hace de manera tan natural y fluida que nos lleva con su narrativa por donde ella quiere. En “Los amantes boreales” nos lleva de la mano hasta la Rusia pre revolucionaria. La sociedad elitista del Zar y del gusto de por el ballet y la música. Algo que es difícil que se entienda en un país que ha desterrado la música y las artes de sus planes de estudio. Afortunadamente, está Irene Gracia para recordarnos que la literatura tiene que tener una implicación artística. Es su estilo depurado, fino, sibilino, onírico y mil cosas más que, sin embargo, consigue hacerlo sencillo, agradable y aleccionador. Los textos de Irene Gracia se tendrían que estudiar en todos los talleres de literatura si no fuésemos tan prosaicos. Muera el thriller y viva la literatura en estado puro. Pureza es lo que destila en cada una de sus páginas.
- “El dolor de los demás”, de Miguel Ángel Hernández (Editorial Anagrama)
Si hay una novela de autoficción realmente brillante es esta “El dolor de los demás”. La historia la vivió en primera persona Miguel Ángel Hernández en su adolescencia y el protagonista fue un amigo íntimo suyo. A veces desgarradora, a veces violenta y siempre huyendo de la sensiblería. El autor murciano se ha sacado de sus recuerdos más íntimos una novela muy elaborada, trabajada con mimo y agudeza. Les da mil vueltas a otras novelas de este tipo absolutamente aburridas y cansinas. Hagamos justicia a este joven autor llamado a ser uno de los más brillantes narradores de nuestra literatura.
- “La novela del buscador de libros”, de Juan Bonilla (Fundación José Manuel Lara)
De título engañoso, “La novela del buscador de libros”, de Juan Bonilla, es un ensayo sobre la pasión por los libros, sobre la pasión de los rebuscadores de libros en las librerías de lance. Aunque también podrían ser unas memorias de un bibliómano, algo diferente a un bibliófilo. Bonilla sabe transmitir su pasión por los libros de manera eficaz, las anécdotas que cuenta en el libro son jugosísimas. La satisfacción que se siente al encontrar un libro buscado por largo tiempo es indescriptible, lo mismo que encontrarse con estas memorias.
- “Recuerdos durmientes”, de Patrick Modiano (Editorial Anagrama)
La esencia de Patrick Modiano y su escritura están presentes en “Recuerdos durmientes”, una novela corta donde hace un ajuste de cuentas con el tiempo a través de unos personajes que se le aparecen como fantasmas en apuntes perdidos en carpetas amarillentas o guías de teléfonos. Un magnífico ejercicio literario que se mueve entre la realidad y la ficción, los recuerdos y la memoria, París y el misterio. Y lo hace a través de historias entrecortadas por el paso del tiempo donde los recuerdos son los verdaderos testigos de ese movimiento temporal del día a día.
- “Trilogía de la guerra”, de Agustín Fernández Mallo. (Editorial Seix Barral)
“Trilogía de la guerra” son tres novelas en una, con argumentos muy diferenciados, pero con un punto de unión: la guerra. Que van desde la guerra civil a la Segunda Guerra Mundial pasando por la guerra de la conquista de la Luna. La literatura de Fernández Mallo no es precisamente fácil, requiere el compromiso del lector, pero la fuerza que imprime a su prosa caleidoscópica y fragmentada está en la mano de muy pocos escritores. Sus novelas siempre conforman un microcosmo inusual e irrepetible.
- “Las calicatas por la Santa Librada”, de Gastón Segura “Drácena Ediciones”
Gastón Segura es uno de los pocos literatos que nos queda en este país de dios si no el único. Escritor profundamente original, con una concepción heterodoxa de la literatura sin parangón en la literatura actual. Su novela “Las calicatas por la Santa Librada” ha dormido el sueño de los justos durante más de veinte años, no había ningún editor que se atreviese a publicarla y no es porque no tuviese calidad sino todo lo contrario. Segura da un auténtico recital de buena literatura cervantina, con una estructura novelesca inusual y con conversaciones lacerantes como el filo de un cuchillo. El que por fin se publique es todo un acontecimiento que recibimos con auténtico júbilo.
- “El arte de la ficción”, de James Salter (Ediciones Salamandra)
James Salter no iba para escritor y, sin embargo, fue una víctima más del minucioso juego del azar al servicio de la literatura. En el oficio de escribir: “Has de dar mucho para recibir algo”, dice el autor americano en el libro. Sin embargo, ese camino hacia el beneplácito de la gloria, Salter no lo encontró sino tras la publicación de su última novela, poco tiempo antes de morir, justo, cuando ya no le interesaban esas muestras de cercanía y admiración de los medios hacia su obra, porque su relato vital, aquel que marchó pegado a la literatura, estuvo marcado por la soledad más absoluta.
- “Para morir iguales”, de Rafael Reig (Tusquets Editores)
“Para morir iguales” es una novela madura, intensa, melancólica. La Transición política es el marco en el que se insertan unos personajes en plena transformación vital: el paso de la infancia a la vida adulta. Con un estilo limpio, una fantástica galería de personajes y sus características dosis de humor, Rafael Reig ha escrito una novela imprescindible para comprender la herencia de la educación nacional-católica en los jóvenes nacidos en los primeros sesenta. Una novela que ganará con el tiempo hasta convertirse en un clásico de nuestra reciente historia.
1, “Sur”, de Antonio Soler (Galaxia Gutenberg)
Desde “El camino de los ingleses”, la literatura de Antonio Soler no ha dejado de crecer. Cada novela es un golpe a las estructuras de la literatura. El autor ha hecho de la experimentación del lenguaje su forma de expresarse, buscando giros nuevos y fusionando estilos. “Sur” es un gran fresco de una ciudad cualquiera del sur peninsular que tenga mar. Es también un friso sobre diferentes culturas que viven en una misma ciudad y es, también, una especia de parodia del género negro. Con esta novela, podemos decir que el escritor malagueño forma parte del equipo de galácticos que componen la galaxia Gutenberg. Imprescindible leer esta novela coral para comprender por donde debe pasar el futuro del arte de novelar.
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Artículo elaborado con información de Ángel Silvelo Gabriel y José Manuel Gómez Luque