El título del libro, lo dice todo. La gama de sabores que hay en un restaurante van desde lo más dulce hasta lo más agrio, en la vida pasa lo mismo. La autora aprendió a ver la diferencia en un curso de cata de vinos, algo en lo que es una auténtica especialista. “En Nueva York hay mucha gente que trabaja part-time de camarero para pagarse los estudios y la casa. Yo trabajaba todo el día y no podría hacer otra cosa, por eso mi primer libro contiene muchas de las experiencias que viví allí o de personas que trabajaron a mi lado en el Union Square Cafe”, cuenta la menuda escritora americana en la entrevista que mantuvimos en un recoleto bar cercano a la Plaza del Dos de Mayo.
Cuando llegó a Nueva York desde su natal California tenía tan sólo 22 años. Ya había trabajado como camarera en su tierra y anhelaba poder estudiar en la universidad literatura. Algo que consiguió, ya que es máster en escritura creativa, “Dulceagrio” es el resultado tanto de sus estudios como de su experiencia laboral. Pese a eso, afirma que el libro es ficción. “Bueno podríamos decir que un 52% del libro es ficción y el resto son hechos reales”, precisa mientras mira al periodista con su profundos ojos azules.
“El punto de partida del libro es mi propia vida, pero no exactamente. Es la peripecia vital de una camarera en un año de su vida. Es una historia de maduración personal en la que quería que se viesen los errores que se cometen en ese periodo de la pre madurez y lo sitúo en un restaurante porque es un ámbito que conozco muy bien, ya que he trabajado durante siete años en varios restaurantes de Nueva York. Estas eran los dos ideas principales que tenía antes de empezar a escribir”, relata la escritora con una sonrisa perenne en los labios.
Los lectores solemos creer que una primera novela suele ser sobre la vida del escritor o escritora y más cuando se escribe en primera persona como “Dulceagrio”. “Este tipo de narrador suele tener mucha urgencia en contar sus experiencias y es muy parecido a un tono confesional, por eso lo he utilizado para dar una sensación de cercanía de las experiencias vividas”, explica la joven escritora neoyorkina mientras toma un café americano.
“Tess, la protagonista, es mucho más valiente que yo. Mucho más brava – en castellano-. Me gusta de ella que es muy optimista. Lo que es una cosa de valientes”, señala Stephanie Danler durante la conversación, en algunos momentos, utiliza palabras en castellano que aprendió en el colegio y en sus visitas a Valencia y lo entiende bastante bien. En su opinión, ella tendría más parecido personal con Simone, quizá la más europea de todos los personajes de la novela, que con Tess.
Todos sus personajes son compendios de muchas personas que ha conocido durante su trabajo en los restaurantes o en las clases a las que ha asistido. “Todas estas personas se juntan en una voz nueva y tiene una personalidad propia”, precisa la autora residente en Nueva York, que describe a la ciudad como muy cara y bastante difícil vivir allí. “Es al mismo tiempo el mejor y el peor sitio para vivir”, afirma. Ya que para poder pagar un alquiler se tiene que trabajar hasta 70 horas semanales.
“Lo mejor de lo mejor va a Nueva York a triunfar y esto vale para cualquier campo de la empresa o de la cultura. Quizá no tengas que ir a Nueva York para ser escritor pero la energía que tiene la ciudad te hacer ser mejor”, señala Stephanie Danler sobre la ciudad donde reside y añade “es la ciudad más europea de Estados Unidos. Un lugar de intercambio libre de ideas”.
En su opinión, últimamente la ciudad ha cambiado bastante. “Antes podías pasear por sus calles y encontrarte a personajes como Lou Reed, Patti Smith o muchos otros músicos o autores. Eso era la magia de Nueva York. Ahora es más difícil”, apunta casi compungida ya que cree que se ha convertido “en un club privado, casi exclusivo y que no todo el mundo puede triunfar allí”.
La autora cree que para poder escribir se tiene que ser “algo solitario. Para trabajar se necesita soledad, aunque no demasiada”, sentencia. Con su novela ha pretendido dar una visión general de la vida, “tiene cosa dulces y amargas y nuestra misión en la vida es aprender a diferenciarlas. Cuando se es joven quieres todo y esto es un error”, concluye la escritora californiana que ha demostrado una simpatía a raudales. Vean el video que acompaña a la noticia para comprobarlo.
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