En su nueva novela, retrata de manera fidedigna a La Habana, ciudad que es una protagonista más dentro de la narración, aunque sean los policías de la Mazmorra los auténticos protagonistas. “Habana Réquiem” es una sólida novela en donde Vladimir Hernández hace un vertiginoso recorrido por una ciudad que se derrumba lentamente. En la entrevista nos da muchas claves para entender a una ciudad, a un país, cada vez más veturto.
El año pasado ganó el premio de Novela Negra L´H Confidencial con la obra "Indómito". ¿Es “Habana réquiem” una continuación de la historia de una ciudad?
Habana réquiem es un novela policiaca, otro punto de partida, una obra más concreta en cuanto a la clave genérica. Eso sí, comparte con mi novela Indómito el espacio urbano, la identidad y el pulso de la ciudad. En otras palabras y a cierto nivel, comparten sangre, sudor y lágrimas.
La Habana es un personaje más de esta novela. ¿Qué le sigue atrayendo de su ciudad? ¿La echa de menos?
Yo no diría tanto como un personaje. La Habana en mi novela es más bien una expresión del carácter urbanita del cubano capitalino, del modo en que su gente transita por la tragicomedia colectiva, con su catálogo de necesidades y conflictos. De mi ciudad me atrae, sobre todo, su gente, la manera de relacionarse. Y sí, la echo de menos, lo justo.
¿Cómo continúa la situación política y económica de su país?
Avanzando de forma infinitesimal hacia una resolución, pero aún con un horizonte de eventos que resuma incertidumbre. Habrá que esperar.
¿Cómo ve desde la lejanía la evolución de su país?
La veo con mejor perspectiva que si la mirara desde dentro. La distancia controlada siempre ayuda a tener mejor visión de conjunto. Y la respuesta (para no pecar de esquivo) es que algo, aunque muy lento, se va operando a varios niveles. Veremos hacia dónde conduce la sumatoria de esos pequeños cambios.
¿Afectará en algo la muerte de Fidel Castro?
Supongo que sí. El deceso de una referencia oficialista de tal peso tendría que ayudar, al menos, en el proceso de catarsis colectiva; es una suerte de coda histórica, quizás, y sirve para que la mentalidad insular se despegue de ciertos marcos de gestión social.
¿En qué género encuadraría a “Habana Réquiem”?
El género es negro. Puro y duro. La vertiente es policial, novela multi-problema, con exposición social pero muy centrada en personajes en situaciones singulares. El pulso urbano, insisto, es el soundtrack común de los argumentos que componen la novela Habana réquiem.
Descríbanos la unidad de policía de la Mazmorra.
Un sitio con muchas caras, muchas aristas afiladas. Hay doblemoral a todo tren y agendas ocultas. Un artefacto con una estridente caja de velocidades y frenos de emergencia defectuosos, como una maquinaria victoriana maquillada para una feria tecnológica del Siglo XXI. Vista de un modo antropológico, la Mazmorra es un lugar metafórico para ilustrar los claroscuros del alma humana.
¿Ha cambiado en los últimos tiempos o continua igual?
La Mazmorra es un lugar concreto, pero también es un constructo, con atajos y licencias en función del argumento. Su maquillaje es efímero, pero su alma nunca cambia en lo esencial.
¿Cómo se le ocurrió el argumento de la novela?
Fabulo, luego existo, sería un modo de explicarlo. Hay muchas historias pendientes de narrar, muchos argumentos pugnando por eclosionar.
¿Por qué decidió dar el protagonismo a tres policías tan diferentes entre sí?
Porque el formato coral de la obra me permite crear un fresco social más cómodo y exacto de la ciudad que recreo.
¿Es difícil manejar tantos personajes en una novela tan coral?
Tiene su truco, y su encanto. Si te planificas con tiempo y huyes de los trasuntos clónicos, todo fluye y ocupa su espacio y razón de existencia en una novela.
Con el relativo aperturismo de Cuba, ¿se han incrementado los delitos?
Es parte del problema, pero para verlo mejor hay que explorar la línea argumental de uno de los personajes más interesantes de Habana réquiem.
¿Cree que la novela negra cumple una función de denuncia social?
Es dudoso el papel de vehículo de denuncia social que se le atribuye a la novela negra. El noir es, ante todo, una propuesta de ficción consensuada con el lector. El aspecto social es sólo una capa (pertinente, a veces) que subyace en el tramado argumental para acaparar la atención de los lectores inquietos.
¿Qué es lo que denunciaría de la situación actual cubana?
Si fuera el caso, denunciaría la situación de incertidumbre que se vive allí. La impresión de que el presente está en manos de ciertas potestades que no conectan con las necesidades de la mayoría.
¿Para cuándo una novela que no se desarrolle en La Habana?
Eso depende de la musa. De momento tengo habanidad para rato.
¿Qué proyectos tiene en cartera?
Más novelas. Tres nuevas vienen fraguándose. Fabular es compulsivo. Disfruto con el proceso y aspiro a que los lectores disfruten con el resultado.
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