Estamos ante otra obra, muy bien estructurada, y que se puede calificar de novela-histórica, por todos los ingredientes historicistas que son manejados, con gran soltura, por la autora de Segorbe. «“Pero entonces escuchó a su espalda unos pasos que hicieron crujir la hojarasca. No podía huir en ninguna dirección y anticipó que, en cualquier momento, sentiría una mano sobre su hombro. En cuanto la registraran, encontrarían los pasaportes y ya no haría falta añadir nada más: les quedaría muy claro que trabajaba para la Resistencia. Sin escapatoria, cerró los ojos y empezó a temblar como una hoja más en medio de aquel bosque de Forges d’Abel. Escuchó un saludo susurrado en alemán y se quedó inmóvil mirando al frente, donde uno de los soldados le aplaudía al otro y después tomaba el relevo en la actuación cómica. Seguían fumando. Cuando no pudo soportar más la presión, se dio la vuelta. Detrás de ella, un paracaidista la observaba fijamente mientras plegaba la lona con la que había llegado hasta allí”. Canfranc, 1944. La joven Valentina Baguena, colaboradora de la Resistencia contra las fuerzas de ocupación nazis en el sur de Francia, descubre que la guerra cambia por completo la forma de vivir, de pensar y, sobre todo, de amar cuando conoce al paracaidista alemán Franz Geist el mismo día en que un incendio destruye el pueblo de Canfranc. Tras la devastación producida por el fuego, los habitantes de este lugar serán víctimas, además, de una de las mayores estafas de la historia de este país. Un hecho de dimensiones extraordinarias, pero casi desconocido hasta ahora. ‘El cielo sobre Canfranc’ es una novela que late desde el corazón del Pirineo para desplegarse después hacia sus otros escenarios aragoneses, gallegos y franceses. Rosario Raro vuelve con esta obra al territorio mítico de su exitosa ‘Volver a Canfranc’, para mostrarnos que, a veces, el tren equivocado puede llevarnos a la estación correcta». La historia presenta un interés primigenio y destacado, ya que junto a la narración, de gran calidad y espontaneidad, se observa, paladinamente, que existe una exhaustiva labor de investigación, ya que presenta un cierto conocimiento del ambiente físico que relata en la obra; es obvio que existe una necesaria selección de la precisa información para construir la trama. La gran estación de Canfranc al igual que los Arañones forman parte del todo expositivo, siendo protagonistas, asimismo, de la novela. La protagonista viaja, desde las tierras aragonesas, hasta Galicia y Francia; en todas las partes geográficas escogidas, Valentina, que es la protagonista indubitable, no duda e n seguir ayudando a todo el que lo necesita, sin reparar en todo el peligro que debe arrostrar, y en los riesgos que corre; todo ello subraya su idealismo y la grandeza de su víscera cardiaca, que es donde, desde el punto de vista narrativo, se cree que se encuentran los sentimientos, aunque en la realidad fisiológica se hallan en el cerebro. Sea como sea, su inmenso corazón sufre al enamorarse de un alemán, que en ese momento histórico es un enemigo irreconciliable. Es una sensible historia de amor, que la guerra de 1939 a 1945, dejaría incompleta, inacabada, como tantas historias que fueron holladas por aquella terrorífica conflagración, que terminaría enterrando, las vidas de cerca de 70 millones de seres humanos, de todo linaje, raza y condición social. La neoclásica estación de ferrocarril de Canfranc fue el escenario liberador de muchos judíos, que escapaban de forma rauda y veloz del intento del partido NSADP, vulgarmente denominados, sus militantes, como los nazis, de asesinarlos por no ser alemanes de pura raza; desde ese lugar conseguían viajar, a través del territorio franquista de las Españas hasta Lisboa, y así, poder conseguir llegar a los Estados Unidos de América, donde sus familiares o la comunidad judía estadounidense los acogería. Los personajes de la obra están muy bien definidos y delineados, y nos da la impresión de tenerlos muy cerca, es decir que nos son muy próximos. “Si quieres ser feliz y las penas olvidar, pídete un café y un buen coñac y toma un tren para Canfranc”. “Dios conoce nuestros nombres y a veces los pronuncia. Entonces, la vida nos saca a bailar”. El libro se inicia con un escrito del alemán Franz Geist, en el que describe su opinión sobre Canfranc, y cuáles fueron sus sentimientos cuando llegó a ese lugar. Esta novela-histórica, que así la considero y, para mí, es una forma de enaltecer a una obra literaria; presenta varias formas de interpretación analítica: desde ser una historia plena de solidaridad humana, hasta un capítulo, ¡cómo no!, de la extraña historia del primer franquismo, que era muy agresivo y , sobre todo, como cualquier ser humano que se precie puede conseguir superar las adversidades que le acosen. La curiosa y pintoresca estación de Canfranc se encuentra situada en la frontera del Alto Pirineo de Aragón, en la región oscense de La Jacetania, cuya capital es la histórica Jaca. En ese momento histórico, las Españas domeñadas por Francisco Franco Bahamonde eran muy amigas de la Alemania de Adolf Hitler, aunque no beligerantes, pero conforme la Wehrmacht fue retrocediendo, serían más bien neutrales. “Canfranc significó libertad y esperanza por encima de todo”. Como el ancho de las vías férreas francesas y españolas era muy diferente, los aterrorizados hebreos se veían obligados a caminar para cruzar la frontera, y esperar bastantes horas mientras eran trasladadas sus pertenencias. El 24 de abril de 1944, se declara un pavoroso incendio e n el pueblo oscense de Canfranc, y así lo relatan los diarios franquistas de la época, siendo destruidas la mayor parte de las 130 viviendas del pueblo. Entre las que pierden la suya se encuentra una niña llamada Maider, huérfana que será recogida por Valentina, y a partir de ese momento, ya, sus vidas irán de la mano. “La joven Valentina Báguena fue una de las colaboradoras más activas e n estas maniobras de salvamento hasta que su encuentro con el paracaidista alemán Franz Geist trastocó todas sus certezas. A partir de este suceso, descubrió que la guerra cambia por completo la forma de vivir, de pensar y, sobre todo, de amar”. Esto es todo lo que puedo indicar sobre esta obra, que te fascina desde la primera página, y que se lee con fruición; por lo tanto, estoy placenteramente obligado a recomendarla, sin el más mínimo subterfugio, ya que es una gran historia social, comprendiendo todo lo que ese vocablo representa, hasta, por supuesto, incluir la relación amorosa más plena. Ningún marco mejor, asimismo, para esta delicada narración que la romántica estación de ferrocarril de Canfranc. ¡Recomendación plena! «Si fas endo plagas caelestium ascendere cuiquam est mi soli caeli maxima porta patet». Puedes comprar el libro en:Noticias relacionadas+ 0 comentarios
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