La novedad de este 2018 fue la colaboración y patrocinio de la Biblioteca Regional de Madrid, Joaquín Leguina, en cuyas amplias instalaciones se realizaron los encuentros y conferencias. Su salón de actos se llenó de un público entregado y curioso, con deseo de conocer un poco más la historia de la ciudad en donde viven.
Desde que se iniciaron las Jornadas Madrileñas, allá por el 2016, los organizadores han mantenido el lema de enseñar la historia de Madrid a través de la novela histórica pero también poner en valor las costumbres y hechos puntuales que han hecho de esta ciudad lo que es, un encuentro de diferentes culturas y que ahora, en la era de internet, ve desde lejos aquellos momentos castizos de la manola y el organillo, o, menos alejados en el tiempo, los de los lavaderos del río Manzanares o las corralas de Lavapiés.
Madrid ha ido transformándose y estas jornadas intentan adaptarse a esa transformación al tiempo que recuerdan lo que ya es irremplazable.
Durante los tres días consecutivos se hizo un repaso concienzudo a los siglos XVI, XVIII, XIX y XX, ofreciendo fotografías, vídeos y un largo anecdotario en donde participaron autores y público.
Tras unas palabras institucionales de parte de María Teresa Sánchez Avendaño, subdirectora de la Biblioteca Regional de Madrid, Eduardo Valero inauguró las jornadas con la primera de las seis mesas que completarían todo el programa 2018.
Con el título Flaneando con Galdós, Valero, realizó un entrañable homenaje a Benito Pérez Galdós cumpliéndose en este presente año los 175 años de su nacimiento. Apoyándose en fotografías e ilustraciones de la época, los asistentes recorrieron el Madrid que don Benito vivió y retrató tan fielmente en sus novelas. Un viaje comprendido entre los años 1862 y 1978 que terminaría con una sorpresa para el público: unas imágenes en movimiento del anciano Galdós acariciando a su perro.
La segunda mesa la protagonizó una de las más conocidas escritoras de nuestro país, Carmen Posadas, con la que conversó Carolina Molina sobre el Madrid del s. XVIII que describe en su novela La hija de Cayetana, así como en el del s. XX con Hoy caviar, mañana sardinas y La maestra de títeres. La personalidad de la Duquesa de Alba fue uno de los retos en La hija de Cayetana. Sus apasionados romances y el pícaro Madrid de tiempos de Carlos IV dejaron paso a la lamentable situación de aquellos que llegando a la corte lo hacían con privación de libertad. La esclavitud toma relevancia en su novela que cuenta la relación de dos mujeres que a la vez son madres, biológica y adoptiva, de la pequeña María de la Luz, la niña adoptada por la duquesa y que Goya retrató.
De ese Madrid ilustrado saltamos al Madrid de “blanco y negro”, como Posadas definía esa capital de los años 60, cuando llegó con su familia y se instaló primero en el Hotel Ritz y finalmente cerca del Paseo de la Castellana. Recuerdos que entremezcla en Hoy caviar, mañana sardinas (escrita junto a su hermano Gervasio) y que vuelve a retrotraer en La maestra de títeres, historia de mujeres, madres e hijas, pero con personajes masculinos que complacen a la autora. Con ambos libros, los asistentes, pudieron hacer un juego de memoria volviendo al Madrid de los años 60 y 70, ahora de vida nocturna y abierto a una tímida libertad que llegaba con la debilidad del régimen.
En la segunda jornada, la del día 22, la novela histórica tuvo una interesante presencia a través de tres novelas que abarcaban distintos periodos históricos de Madrid. Con Nerea Riesco el público se fue “De hoteles por Madrid” usando como hilo conductor su novela “Los lunes en el Ritz” que supo defender con nota alta, ofreciendo un largo anecdotario visual en donde incluyó imágenes de la revista Crónica, avanzada publicación que desde 1929 sirvió a Nerea Riesco para confeccionar el argumento de su novela.
La segunda mesa “Antes y después, de libertad y censura en Madrid” se adentró en momentos cruciales de nuestro pasado. Olalla García con "El taller de libros prohibidos" recordó a aquellas mujeres del s. XVI que habiendo enviudado sacaron adelante la imprenta de sus maridos trabajando con ímpetu en un mundo de hombres. Nada de ellas se recuerda ahora, pero quedará en la memoria de muchos lectores el personaje de Inés Ramírez, que Olalla García simboliza en aquellas arriesgadas mujeres anónimas.
Finalmente, Víctor F. Correas, protagonizó un gran momento al hablar de su novela Se llamaba Manuel. Un thriler ambientado en el Madrid de 1952, en donde acaban de quedar atrás las cartillas de racionamiento pero el miedo y la represión es parte de la vida diaria. Una ciudad en donde la pobreza se penaba y se desdeñaba tanto como la homosexualidad y para ello pone como ejemplos el ya desconocido Poblado de Jaime el Conquistador (en el actual barrio de la Arganzuela) o los pisos regentados por policías en donde se transigía con prácticas sexuales prohibidas a cambio de prebendas. Esta mesa fue diestramente moderada por el periodista David Yagüe.
El viernes día 23, Carolina Molina, recreó el Madrid de finales del s. XIX, cuando la crisis del 98 empezaba a cuestionar los valores nacionales. "El último romántico", su más reciente novela, fue el vehículo para desvelar hechos históricos hoy desconocidos y que a pesar de suceder en Madrid y Granada tuvieron repercusión nacional e incluso internacional. Tales fueron la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América o la coronación como poeta nacional a José de Zorrilla. La intervención de Molina también permitió reflexionar sobre la destrucción del legado patrimonial y artístico que sufren las ciudades de forma continuada, lo que invitó a la participación del público asistente.
Las Jornadas Madrileñas finalizaron con un broche espectacular. Una instructiva y amena conferencia de Eduardo Valero sobre la Historia de la Navidad en Madrid. Las costumbres de tomar las uvas y de adornarnos con abetos llamaron al espíritu navideño que terminó por encender entre todos los concurrentes al oír los villancicos tradiciones que ofreció el Coro Alanui.
La directora de las jornadas, Carolina Molina, terminó dirigiéndose al público en representación de la Asociación Verdeviento y agradeciendo la buena acogida.
“Os esperamos para 2019, con las IV Jornadas Madrileñas que traerán sorpresas”, dijo.
La Asociación Verdeviento ya prepara nuevas actividades para el año que llega con encuentros con autores, conferencias, rutas literarias y una nueva convocatoria de jornadas.