Intento leer un artículo de Michael Löwy en Letras libres sobre las ideas políticas de Walter Benjamin, pero me resulta imposible, porque mi imaginación, azuzada por este tiempo vacacional, se escapa hacia abril de 1932, cuando el sabio berlinés desembarcó por primera vez en Ibiza, invitado por los Noeggerath, dónde escribió sus siete cuentos y residió, hasta bien entrado el mes de julio, en una modesta masía, sin luz ni agua corriente, en el paraje, llamado en el catalán local, “La punta del molino”, al otro lado de la bahía de San Antonio.