Reseña de la novela "El niño que perdió la guerra", de Julia Navarro
05/12/2024@07:07:00
"Soy un perdedor".
Julia Navarro presenta la historia de Pablo, un niño español que es llevado a la Unión Soviética ante el final de la guerra civil una vez que su padre, miembro del partido comunista, está convencido de que "la guerra está perdida". Este le pide a Boris Petrov, su camarada ruso, que lo lleve a la URSS para darle un futuro, y el ruso lo arranca de su madre Clotilde para llevarlo a su país.
Xavier Güell, ex director de orquesta, gestor cultural y novelista, acaba de publicar en la Editorial Galaxia Gutenberg, el tercer volumen de la tetralogía Cuartetos de la guerra: "Shostakóvich contra Stalin". La primera estuvo dedicada a Béla Bartók, la segunda a Richard Strauss y ésta a Dimitri Shostakóvich, un compositor que, junto a Gustav Mahler son los más conocidos de la Unión Soviética.
Durante la guerra, los legionarios soviéticos abandonaron sus equipos nacionales para unirse a la lucha contra el nazismo. Todo el mundo recuerda que la Unión Soviética perdió más de 30 millones de soldados y civiles en el abrasador conflicto bélico. Estos héroes demostraron que los atletas no sólo son fuertes en la arena, sino también intrépidos en la batalla.
GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES
En la obra de Lidia Chukóvskaia destacan sus ensayos de contenido social, político y literario, redactados con una gran habilidad expresiva. Defensora de los derechos de las mujeres durante décadas convulsas en su país, escribía para resaltar y otorgar el papel que correspondía a sus compatriotas.
Alejandra Suárez cuenta cómo descubrió que su padre fue un de los espía ruso durante la Guerra Fría
"Mi padre, un espía ruso", de Alejandra Suárez, es un relato fascinante que recoge la historia de la lucha de una hija desesperada por hallar la verdad y las memorias inéditas de su padre, que suponen una crítica feroz al comunismo de la Unión Soviética, recuperadas de entre las pertenencias de su madre.
Ed. Debate. 2022
Uno de los momentos más cruciales de la Segunda Guerra Mundial, entre los años 1939 a 1945, se produjo en el hinterland, y en la propia capital, que en ese momento se llamaba, rebautizada con el nombre del genocida fundador del comunismo soviético y del bolchevismo, Vladimir Ilich Ulianov “Lenin”; LENINGRADO; aunque hoy ha recuperado su nombre de capital del imperio ruso de los zares, San Petersburgo. Según la autora, el asedio de Leningrado conllevó el mayor número de muertos de la historia de la poliorcética.
Durante la Segunda Guerra Mundial, ningún Estado padeció tantos muertos ni tanta destrucción como la Unión Soviética que, sin embargo, se erigió en actor fundamental para la victoria aliada. A pesar de las purgas, a pesar de las hambrunas, a pesar del Gran Terror y de sus muchos errores, ¿fueron las despiadadas políticas Stalin necesarias para preparar al país para el desafío que estaba por llegar? ¿Cómo moldeó esta traumática experiencia a la sociedad soviética, y cómo sigue condicionando y obsesionando a la Rusia de Putin?
HRM Ediciones. 2020
De forma inesperada, en el amanecer del 22 de junio de 1941, los soldados de la Wehrmacht se lanzaron contra sus aliados soviéticos. Dos monstruos estaban ya frente a frente: JOSIF STALIN Y ADOLF HITLER. Había comenzado la OPERACIÓN BARBARROJA. El hecho de esta conflagración gigantesca entre estos dos colosos del mal, desde el acercamiento a la batalla de Moscú, hasta la derrota alemana estrepitosa en la ciudad de Stalin, es lo que narra, de forma totalmente rigurosa y pormenorizada, esta extraordinaria obra del ya fallecido profesor Ziemke, para la magnífica editorial HRM/HISTORIA REI MILITARIS.
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A finales de los años setenta, la Unión Soviética era una potencia de primer orden. No sólo le había disputado durante décadas a Occidente la hegemonía mundial, sino que todavía pretendía implantar a escala planetaria un nuevo modelo económico y social: el Comunismo.
El libro "El faro de Stalingrado", de Iain MacGregor, recopila testimonios inéditos de soldados alemanes y rusos, ofreciendo una perspectiva novedosa sobre la emblemática batalla que marcó el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial. El autor ha trabajado con destacados historiadores y su obra ha sido aclamada en el ámbito de la historia militar.
Ed. Crítica. 2022
Estamos ante una obra maestra de la historiografía contemporánea, con treinta años de investigación, Laurence Rees ha creado una obra redonda, y magnífica, sobre dos de los más grandes monstruos de la historia del planeta Tierra, que coexistieron en la misma época y realizando, ambos a dos, las mismas fechorías genocidas. Un servidor que, además de historiador, es médico, me puedo permitir el calificarlos como de psicópatas, sensu stricto; quizás, inclusive el comunista más inteligente que el nacionalsocialista.
El próximo 27 de mayo, si no lo impide cualquier percance, Henry Kissinger cumplirá cien años. Por supuesto, los veteranos editorialistas de las grandes cabeceras mundiales se anudarán el windsor doble para escribir con su prosa más circunspecta sendos artículos donde recordarnos las anécdotas más señaladas de este hombre tan determinante durante el último tercio del s. XX.
La noticia de cabecera no podía ser otra: ayer el fallecimiento de Mijail Gorbachov, hoy el de Isabel de Inglaterra, dos personajes de enorme relevancia histórica. Entre esas dos efemérides, otro no menos relevante, pero invisible a lo largo de los últimos treinta años –“el hombre más solo del mundo”- ilustraba el cierre de los diarios con otro cierre.
La Segunda Guerra Mundial entró en su punto de inflexión en noviembre de 1942 gracias a la batalla de Stalingrado. Tras un avance triunfal hacia el Volga y una feroz batalla en las ruinas de Stalingrado, la victoria final de la Alemania de Hitler sobre la exhausta Unión Soviética parecía incontestable. Sin embargo, el Ejército Rojo, alumno aventajado de la Wehrmacht, desencadenó una titánica ofensiva, la llamada operación Urano, que cambiaría el sino de la guerra.
Autora de "El último verano de la URSS"
En el verano de 1991, Sara Gutiérrez, a la sazón médico en la República Socialista de Ucrania, emprendió un viaje singular escoltada por una compañera que nunca había visto en mar. Juntas fueron del Mar Báltico al Mar Negro, y asistieron casi sin darse cuenta a un hecho histórico: la desintegración de la URSS.
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