Cuando nuestra mente vuela a las verdes praderas irlandesas, nuestros sentimientos suelen arroparse por las bellas melodías celtas que suenan a ritmo de unas gaitas. Nos imaginamos bardos de luengas barbas blancas entonando canciones tranquilas que nos traen sosiego a nuestro espíritu. Muchas de las canciones de Enya son el prototipo de lo que imaginamos. Sin embargo, hay canciones que traen dolor y es el bardo el encargado de hacerlo.