www.todoliteratura.es

Trashumancia

24/10/2024@21:21:00

El otoño es la estación de la luz, cambiante y menguante; la luz de los atardeceres imposibles, de los colores ocres, de las hojas caídas y errantes, de las moras, las castañas y las setas…

En Gredos es la estación en la que las cabras buscan novio y los machos se pelean por conseguir sus favores estremeciendo la sierra con el choque de sus cuernos.

Es el turno de las Quitameriendas y las manzanas, de la matanza del cerdo, de las primeras heladas y lumbres que invitan al recogimiento.

Son meses de mudanzas, de reencuentros y abandonos: vuelven los milanos reales, pasan las grullas, se marcha el Pechiazul, y las vacas trashuman buscando soles y pastos nuevos.

Si este otoño eres de los que vienen a Gredos te proponemos 14 planes, con o sin niños, por libre o de la mano de profesionales del turismo activo, porque aquí cada estación es una aventura.

Les voy a contar una historia.

Una historia verdadera.

Una historia de sierras y cordilleras.

Les voy a contar la historia de la sierra de Gredos.

Les voy a contar la historia de Cuevas del Valle.

Les voy a contar la historia de aguas cristalinas y limpias.

Les voy a contar la historia de sus fuentes, manantiales, ríos y riachuelos.

Edhasa/Zenda. 2022
Estamos ante una novela histórica, en el sentido más riguroso del término, tan importante, que es una auténtica joya de este estilo narrativo, y además refleja todo el devenir vivencial de un pueblo que siempre, quizás como los kurdos, ha luchado por mantener su esencia diferente.
  • 1

Les voy a contar una historia.

Una historia verdadera.

Una historia de sierras y cordilleras.

Les voy a contar la historia de la sierra de Gredos.

Les voy a contar la historia de Ad fauces, Garganta de la Olla.

Les voy a contar una historia de aguas cristalinas y limpias.

Les voy a contar la historia de sus fuentes, manantiales, gargantas y riachuelos.

De sobra lo sé; ya llevo, en estas páginas, tres centenarios seguidos, con cuanto de museístico, con su ineludible tufillo a naftalina, comporta; pero en el quehacer literario conviene siempre atenerse a las normas del género —en este caso, del artículo, tan dependiente de la volandera actualidad—; de modo que, a pesar de lo mucho que hayan leído y escuchado durante estos días, porque ayer mismo se cumplieron los cien años de su muerte, no podía —ni quería, claro está— sustraerme a echar mi cuarto a espadas sobre esa figura tan determinante del s. XX: Vladímir Ilích Uliánov, Lenin.