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Tiestes

03/07/2019@12:51:28
Esta semana serán tres los espectáculos que se llevaran a cabo en el Festival de Teatro Clásico en Alcalá de Henares. "Tarfuto", "Duelos cervantinos" y "Tiestes" podrán verse en el Corral de Comedias y en el Teatro Salón Cervantes.

Ediciones Carena, 2024

Siempre que el lector se acerca a la obra de Francisco Morales Lomas, profunda, sugerente, reflexiva, inquieta y de extraordinaria calidad, la sensación de gratitud se repite. Morales Lomas, ya lo hemos señalado, es un hombre de letras en toda regla y, contra la norma común, es también un humanista en su texto y solidario en su contexto. En este sentido, se enmarca su dramaturgia, ese “teatro caníbal” que se refunde en una época imprevisible y ciertamente deshumanizada, de inmediatez y de prodigio, con las grandes preocupaciones sociales, históricas, culturales de la humanidad sin resolver, acaso incluso, agravadas. Queda hueco para la esperanza, pues el asunto viene de lejos.

Permítasenos otorgar un realce, acaso inmerecido para estos rudimentos, reproduciendo, a manera de introducción y resguardo, dos citas de incontrovertible ponderación; en La tragedia griega (Gredos, Madrid, 2011), la erudita Jacqueline de Romilly afirma: “Haber inventado la tragedia es una hermosa medalla de honor; y esa distinción pertenece a los griegos”. Por su parte, el padre dominico André-Jean Festugière, filólogo, filósofo y notable traductor, comienza su imprescindible ensayo La esencia de la tragedia griega (Ariel, Barcelona, 1986) con la siguiente aseveración: “Sólo una tragedia hay, y es la griega.”
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El primer ensayo de la edición original de Cuestiones estéticas (Librería Paul Ollendorff, 292 páginas, 1911), de Alfonso Reyes, se titula “Las tres Electras del teatro ateniense”, y está dedicado al maestro dominicano Pedro Henríquez Ureña (tiempo después, Henríquez Ureña recordaría aquellos años diciendo: “Leíamos a los griegos, que fueron nuestra pasión”). No se nos escapa –más bien nos desasosiega- que abordar un tema que Alfonso Reyes ya ha transitado no sólo supone una osadía, sino que linda con la más crasa irreverencia. Acaso lo único que atempera el atrevimiento –y éste, incluso y tal vez, no del todo admisible- es que no sólo a cada generación, sino a cada lector le asiste el inalienable derecho de aportar su propia lectura a las lecturas consagradas por los ilustres dómines del pasado con la modesta expectativa de reanimar, matizar o recrear un texto clásico.

Conde Duque continúa su apuesta por la creación, diálogo y reflexión en este curso que comienza, con más de 100 nuevas citas culturales de septiembre de 2019 a enero de 2020.