No ha muchas semanas que, viendo yo un partido de fútbol en la televisión, oí cómo el comentarista calificó de “inaudito” un gol de libre-directo ejecutado por un exquisito jugador argentino. El tal había lanzado maliciosamente el balón por debajo de la barrera y ajustado a la base del poste: no por arriba y al ángulo superior, como en él es habitual. Así que cuando oí “inaudito en él” pensé que el comentarista quiso decir “inédito en él”, y lo justifiqué diciéndome que a un exfutbolista no podía exigírsele el habla de un académico. Además, los hablantes de una lengua solemos hacer diabluras con ella, y en ocasiones el uso común sale vencedor frente a la etimología (para desesperación de los puristas).