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reseña de teatro

15/03/2023@10:10:00
¿Qué somos? Quizá no seamos más que el polvo que se lleva el viento. Triste final de nuestro insignificante paso por la vida. Vida anónima. Llena de pretensiones falsas e inútiles. Vida donde el silencio atrapa la soledad de nuestros corazones y nos precipita sobre la mentira. Ese largo e inabarcable telón de fondo que todo lo cubre y preside en nuestro devenir existencial. Ahí es donde la sentencia que representa la muerte se manifiesta por encima incluso del amor. Qué es una vida sin amor y sin la ilusión que nos cambia lo más profundo de nuestro ser y nos arrastra irremediablemente hacia esa felicidad efímera, pero felicidad al fin y al cabo. Borrachos, dirigida por Irina Kouberskaya, es una nueva manifestación de esa necesidad de amor y de decir la verdad que todos tenemos, aunque sea bajo la gran mentira que cobija al mundo.

Que las mujeres hacen magia nadie lo pone en duda. Magia en sacar adelante un hogar y una familia, magia en aguantar tipos grotescos y babosos, magia en seguir el juego en muchas ocasiones porque no queda otro remedio. Magia en los silencios y magia en la seducción. Magia en sentirse ninguneadas y hacer el trabajo feo y escondido.

Patio de por medio, calle que no va a ningún sitio, sueños de andar por casa, visillos y cortinas con ojos que espían, ruidos y sonidos cotidianos a través de las paredes de papel, descansillos de mirillas con cotillas, ventanas que dan a otras ventanas o a patios interiores con vistas a la colada.

Dentro de ti subyace un enorme deseo de que las cosas que nos ocultan salgan a la luz y, no solo eso, sino que se castigue a los manipuladores, dirigentes, mediáticos, estafadores, sin escrúpulos, para quedarse con el botín de nuestros impuestos, de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo.

El arma nuclear Little Boy fue soltada sobre Hiroshima el lunes ​6 de agosto de 1945,​ seguida por la detonación de la bomba Fat Man el jueves 9 de agosto sobre Nagasaki.

El escenario sembrado de hojas de papel que son cadáveres. Hay que determinar de quiénes son.

¿Qué es la belleza sino la implícita salvación que atesora el arte? El arte. Su alma. Fragancias de lo vivido y sufrido. Racional y bello a la vez. Lucha de sombras, temores y fantasmas. Conciencia del yo. Trastero de tinieblas. Luz y oscuridad de la vida. Como dijo John Keats: «¿Es el arte un vuelo hacia lo sublime o simplemente una evasión temporal de la experiencia?» Esa dualidad es la que está presente en este nuevo mapa de las emociones al que Irina Kouberskaya nos somete en La cordura loca de Lady Macbeth. Un espacio para la reflexión de lo que es bello en sí mismo, porque nos muestra aquello que no vemos, o mejor dicho, que no queremos ver.

Programa doble con intermedio, pero sin descanso. En inglés que todos entendemos, es decir, en inglés básico, que no pobre, en blanco que no en gris, en castellano que no en chino.

Recuérdame. Como yo te recuerdo, aunque hayan pasado tantos años. No sabemos cómo abandonaremos esta vida, pero los recuerdos se van acumulando y no quiero que se distorsionen en mi mente. Y menos, en mi corazón.

Puede que dé igual, o no. En nuestras relaciones siempre hay vaivenes, tiras y aflojas, inquietudes y aburrimientos.

Llévame a Benidorm antes de que se me olviden todos los recuerdos. Sácame del encierro que tengo por dentro.

Durante mucho tiempo hemos admitido como buenas las letras surgidas para distintas formas de canción: bulerías, alegrías, tangos, boleros, fandangos, rumbas, cuplés,…

Cada vez que pienso en lo nuestro, no acabo de creérmelo. No es posible que alguien me quiera, que me haga sentir emociones, que nos propongamos un proyecto de futuro.

Todo ocurrió en 1951. En Albania, rodeados de alambradas, bajo una dictadura que impide ser libre al protagonista de esta historia durante 40 años.

Van Gögh llora en su estudio y le duele la cabeza, los muebles se mueven en la estancia y le atormentan. Tiene lágrimas de sangre en los ojos mientras sus manos pincelan el lienzo que le agrede. Van Gögh vaga en sueños por la noche y por el día pelea con su mente. Tiene la mirada perdida y triste. Van Gögh no pide nada, pero aúlla en silencio su soledad de muerte. Van Gögh no descansa, solo necesita un amor sin fiebre, un pequeño beso en la frente.