www.todoliteratura.es

prosa poética

24/12/2015@10:27:54

"Pinceladas de Harmonía”, un libro entrañable e innovador que a nadie deja indiferente. El profesor y escritor José Luis Fernández Juan pinta en 17 capítulos (o pinceladas) el universo mágico de Harmonía y sus adorables habitantes empleando un imaginativo estilo humorístico y retórico. En Harmonía todos son felices ¿Te atreves a descubrir el cómo y el porqué?

Gran diferencia existe entre la prosa y la poesía. La primera es algo que llega a nosotros y la segunda algo que nos lleva a las cosas. Un artículo de Larra, por ejemplo, puede presentarnos un objeto y descifrar las causas que lo han producido, y un soneto de Lope de Vega, en cambio, nos puede hacer creer que el asunto que trata no depende de nada, que es por sí mismo lo que es. Un discurso de Ortega nos enseña que la categoría de “necesidad” enseñorea a nuestra razón, y un cuarteto de Garcilaso nos mueve hasta la noción de lo trascendental, de lo que no depende de lo empírico. Tales son, sospechamos, las más pronunciadas distinciones que dividen prosa y poesía.

“La poesía nace de un hecho anómalo”

El nuevo libro del escritor coruñés Agustín Fernández Mallo reúne su último poemario, “Ya nadie se llamará como yo + Poesía reunida (1998-2012)". Ha querido reeditar en un mismo volumen toda su obra poética, ya que algunos de sus libros eran totalmente ilocalizables debido a que alguna editorial ha cerrado. El libro ha sido publicado por Seix Barral, otra de las grandes editoriales que han decidido abrir sus puertas a la poesía.

Entiendo que son muchos los que han intentado definir la poesía. Aún así, la poesía está repleta de una nada demasiado llena como para describirla con sencillez. En una encrucijada así me encontré con el indispensable libro de Agustín Fernández Mallo.

“La insumisión es un arma para ejercer el oficio de poeta”


Cuando hace un par de años J. M. Caballero Bonald presentó su libro “Entreguerras”, recién galardonado con el Premio Cervantes, declaró que ese sería su último libro. Afortunadamente, el que es escritor lo es hasta el final de sus días y, como todavía tiene mucho que contar ha decidido seguir utilizando la pluma para efectuar lo que mejor hace: escribir.