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Plaza de Guipúzcoa

PLAZA DE GUIPÚZCOA

12/04/2022@06:00:00

Llámame loca, terraplanista o conspiranoíca, pero el tren de alta velocidad no va a llegar nunca al País Vasco. Harán una performance como los yanquis en la luna y nos quedaremos apeados. Igual que Casado en el World Congress sevillano.

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No creo que el “Nuevo Orden Mundial” sea un cuento con final feliz. No nos enteramos de lo que se está cociendo, tío. Y eso que yo me lo curro en redes sociales. Sigo en mi trinchera viendo venir las bofetadas. Me río yo de la de Will Smith por defender a su mujercita.

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Yo creo que mucha gente miente, no dice lo que piensa o no dice la verdad. No te equivoques, son cosas distintas. Si mientes, tienes intención de engañar, y eso es pecado, que lo sepas. Como cuando Joe Biden dice que agradece la firmeza y unidad de Europa. Al yanqui le importa Europa lo mismo que a mí la Champions League. Cero pelotero.

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No nos van a dar tregua. Termina el Covid y empieza el cambio climático. Es un machaque, tío. Greta Thumberg avanza de nuevo por tierra, mar y aire. Me carga mucho esta niñata. Pero no toda la culpa es suya o de sus padres por consentir esta exhibición impúdica.

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Eres un lector sagaz y adivinas de qué va el rollo. Aunque tal y como está el cotarro no necesitas a Sherlock Holmes ni al súper agente Carromero para descubrir la pólvora. Sobre todo la pólvora de fuego amigo que huele que apesta.

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En plena guerra fría, híbrida y eurovisiva, Putin ha ido a Pekín a inaugurar los juegos olímpicos de invierno y pedir ayuda a su colega Xi Jimping. Es apabullante la foto de los dos líderes más poderosos del mundo (Biden está ya p`al desguace) pasando revista a las tropas chinas (eso son tropas y no las del Congreso de los Diputados). Mirada al frente, paso marcial, mismo traje, misma camisa y corbata idéntica.

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A lo tonto a lo tonto Urdangarin ha creado escuela. Si cuando le dices a tu hijo “mira tronco, me separo de tu madre porque tengo una compi en la ofi que es guay y me mola” y añades “son cosas que pasan”, el chaval lo entiende. Es una buena lección de vida.

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No creas que escribo lo primero que se me ocurre. Todos los días pasan cosas y los balances del año los carga el diablo. Sobre todo en tiempos de pandemia o como diría García Márquez “El amor en los tiempos del cólera”.

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No sé si hemos entrado en un bucle o en un agujero negro, pero la metáfora del día de la marmota no nos sirve. Está amortizada, tío.

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Aunque me pedía el cuerpo meter caña (no hay que darle al cuerpo todo lo que te pide) he esperado que pasen los efectos terroríficos de la noche de Jalogüin, para decir lo que pienso de esta “celebración” cutre y absurda.

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Vaticiné un 2020 apestoso y catastrófico, bisiesto y capicúa al revés. No me extraña que la pandemia se oficializara con los Idus de Marzo. Todo lo que tenga que ver con los números me da yuyu, tío. La aritmética es la ciencia sagrada y Pitágoras su profeta. Con estas cosas del esoterismo soy muy cuidadosa y selectiva. No te vas a creer a cualquier chamán, iluminado, gurú, epidemiólogo o “experto” que te quiera vender la moto.

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Me machaco en el gimnasio haciendo aqua-box para tener unos brazos musculados y fibrosos como los de Letizia. La reina consorte es adicta al escote “Halter”, o sea, muy metido de hombros para lucir clavícula y palmito. No le queda mal, pero creo que se está pasando con los bíceps. Demasiado marcados y andróginos.

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No es fácil hacerlo bien. Guiñar un ojo es más que una mueca sutil, graciosa o cómplice. El guiño encierra un lenguaje oculto y secreto. Es como bailar. No vale aprenderse los pasos.

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Empieza la tercera guerra mundial y yo estoy a punto de cambiar de coche. Después de ver los bombardeos en Kiev, no diré que voy a comprarme un carro de combate, pero me parece una frivolidad romperme los cuernos debatiendo la cilindrada y el color de la tapicería.

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Estoy obsesionada con el orden y la limpieza. Ni te imaginas con qué milimétrica precisión doblo el trapo de cocina y lo coloco en la barra del horno. Por no hablar de la vitro, resplandeciente la tengo. Si te asomas, te ves la cara como el espejo del alma. Pa`mí que son efectos colaterales post pandémicos.

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Dicen los expertos que el desayuno es la comida más importante del día. Prefiero que me lo diga un tuercebotas que un experto, que lo primero que te recomienda es un kiwi en ayunas. Como le hagas caso no te da tiempo ni de llegar al váter. En esto de los kiwis hay mucho consenso entre los expertos.

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Le he cogido prestado el título de la columna a Yolanda Díaz. No diré que es mi musa, pero se ha ganado a pulso el echarla de comer aparte. La vice segunda del gobierno con sus renovadas mechas rubias y con un par de ovarios ha dicho que desde el Gobierno se están haciendo “cosas chulísimas” (sic).

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De todas las palabras que he aprendido últimamente, “exponencial” es la que más me mola. Dices “exponencial” y te quedas como dios. Es un adjetivo poliédrico que vale para todo. Lo mismo para la subida del IPC, la incidencia acumulada o los ingresados en la UCI.

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Seguro que te ha pasado alguna vez. Vas a fregar los platos y previamente quitas los residuos. Es fascinante observar la atracción fatal que el desagüe del fregadero ejerce sobre ese trocito de cebolla kamikaze. La persigues desesperadamente para impedir que se cuele a través del filtro, pero es inútil.

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Los Medios de este país dejan mucho que desear. Nos machacan con revanchas y venganzas, pero no sabemos si Rociito Carrasco fue a Moncloa a desayunar. Lo cierto es que el presidente la llamó y ella cogió el teléfono. A su hija no se lo coge, pero a Moncloa, perdiendo el culo, tío.