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Plaza de Guipúzcoa

PLAZA DE GUIPUZCOA

11/10/2022@07:01:14

La mejor estrategia para seguir pareciendo joven es no cambiar de peinado. En mi caso he llevado esta premisa al paroxismo. Dice mi madre (un beso amá) que nací con un flequillo indomable, negro e hirsuto. Y sigo así de áspera y rasposa. Bueno, tampoco me lo tomes al pie de la letra.

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Antes, y cuando digo “antes”, quiero decir antes del covid, antes de que supiéramos que una señora como Irene Montero podía ser ministra, o que el hombre de la camiseta verde se llamaba Zelenski. Incluso antes de que se jodiera el Perú (y Europa). Antes, o sea, cuando eramos felices, para mostrar asombro o desconcierto, decíamos “me rompe los esquemas”.

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En las pelis clásicas hay un recurso cinematográfico que da mucho juego. Una pareja llega a la habitación de un hotel. Ella susurra maliciosa “one momento please, voy al baño”. Él espera ansioso junto a la ventana. La chica vuelve cubierta con un albornoz blanco. Secuencia de tensa y exaltada sensualidad. Se miran, saben que algo va a ocurrir. Y ocurre. Ella deja caer lánguidamente el albornoz. Está desnuda. Él la mira alucinado. La tía debe tener unas tetas increíbles, pero no te las enseñan. Siguiente escena, beso, revolcón apasionado, etc. Hasta aquí todo okey.

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Me he tomado mi tiempo antes de valorar las amargas lágrimas de Sanna Marin, la sufrida primera ministra finlandesa sometida a la maledicencia de esta sociedad heteropatriarcal de mierda. Van a por ella, tío.

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Confesar públicamente en San Sebastián un lunes de Semana Grande que aborrezco las fiestas, no es una venganza, es una temeridad. Me da igual. Sanfermines y otras celebraciones espeluznantes como la tomatina de Buñol, chirigotas, bronca, música en la calle, parkings petaos, me parecen una cutrez, tío.

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Ha pasado un año vertiginoso, tan malo o peor que el anterior. Vuelve agosto y yo vuelvo a Lizarraga, el pueblo de mis ancestros. Tal y como está el cotarro tener un pueblo donde esconderse es un chollo. Mejor que un búnker, tío.

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En su arenga a las masas, el secretario general de la UGT ha mandado a hacer puñetas a la patronal, a la CEOE, al BCE, a ti y a mí y a todos los agoreros que dicen que viene una crisis y una “recisión” (ha dicho recisión). Y ha dicho también que no nos van a amargar el verano porque el verano es nuestro.

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Ya está todo el pescao vendido. Biden ha pelado la pava con Sánchez, vienen otros dos destructores yanquis a Rota, tenemos nuevos amiguis en el club y nos hemos dado un baño de cosmopolitismo que no tiene precio.

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Seguro que te ha pasado alguna vez. Vas a fregar los platos y previamente quitas los residuos. Es fascinante observar la atracción fatal que el desagüe del fregadero ejerce sobre ese trocito de cebolla kamikaze. La persigues desesperadamente para impedir que se cuele a través del filtro, pero es inútil.

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Los Medios de este país dejan mucho que desear. Nos machacan con revanchas y venganzas, pero no sabemos si Rociito Carrasco fue a Moncloa a desayunar. Lo cierto es que el presidente la llamó y ella cogió el teléfono. A su hija no se lo coge, pero a Moncloa, perdiendo el culo, tío.

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Si eres Marta Ortega, la hija del hombre más rico de España, puedes pensar que todo el monte es orégano. Y más si el “Hola” y tus vasallos de Zara te dicen que creas tendencia y vas divina de la muerte con esos horribles “oufits” que te pones. No les hagas caso, es puta bola.

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Otra vez Diana de Gales, por los clavos de Cristo. Les vale todo con tal de no hablar de lo que tienen que hablar. Veinticinco años de su muerte, y luego cincuenta y luego cien. Si la humanidad está involucionando, imagínate cómo estará dentro de cien años. El día de la marmota sin fin.

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Como diría Jack el destripador “vayamos por partes”. 1) Es verdad que Letizia da juego, pero no quiero erigirme en su comentarista oficial, mis aspiraciones intelectuales van más lejos. 2) Es verdad que le queda bien la minifalda. Sus piernas han pasado de un 5 raspado a un 7,5 gracias a su férrea disciplina y al curro de su entrenador personal (sus musculosos brazos molan menos) 3) ¿Cuál será la siguiente transgresión? No hay más preguntas, señoría.

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La prestigiosa actriz Emma Thompson ha esperado a los sesenta y tres años para interpretar el papel más acojonante de su vida. Pensarás que el personaje elegido ha sido una mujer mítica, épica, admirada o admirable. Pues te equivocas. La prota de la peli es una profesora de religión reprimida y meapilas que nunca ha tenido un orgasmo y contrata los servicios de un prostituto.

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Jennifer López y Ben Affleck se han casado en las Vegas en una ceremonia secreta. No para despistar a la prensa, sino para hacerle un corte de mangas a su suegra. Jennifer no la soporta y le ha dado un ultimátum a Ben: “Paso de tu madre, tío”.

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Yolanda Díaz me tiene ganada con ese comentario tan íntimo y al mismo tiempo tan profundo. “No hago otra cosa que coser”, dice en referencia a los pifostios del gobierno de coalición. Menudos costurones estará haciendo. Como los de Franskentein (nunca mejor dicho), ese monstruo recosido con restos de cadáveres.

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De todos los privilegios que envidio de Letizia (y son muchos) me priva que vaya a los actos oficiales sin bolso. Ni un clutch de Hermès, ni un handbag de Vuitton. Manos libres. Sabe que cualquier cosa que necesite, alguien se la traerá. Un klennex, un espejito mágico, un paracetamol o un támpax 5G. Y esto no solo le ocurre a Letizia.

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Aunque me pedía el cuerpo meter caña (no hay que darle al cuerpo todo lo que te pide) he esperado que pasen los efectos terroríficos de la noche de Jalogüin, para decir lo que pienso de esta “celebración” cutre y absurda.

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Vaticiné un 2020 apestoso y catastrófico, bisiesto y capicúa al revés. No me extraña que la pandemia se oficializara con los Idus de Marzo. Todo lo que tenga que ver con los números me da yuyu, tío. La aritmética es la ciencia sagrada y Pitágoras su profeta. Con estas cosas del esoterismo soy muy cuidadosa y selectiva. No te vas a creer a cualquier chamán, iluminado, gurú, epidemiólogo o “experto” que te quiera vender la moto.