PLAZA DE GUIPUZCOA
Las cosas no son solo lo que parecen. Hay situaciones que pasan desapercibidas y tienen una carga de profundidad importante. Angie Rigueiro es una periodista de deportes de Antena 3, que, con una desinhibición innata ha renovado la estética de la cadena.
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Ahora no me parece mala idea recluirse 5 días en casa para reflexionar. Aunque a mí no me serviría de nada. No se enteraría ni el tato. Y si se enteraran, hay columnistas de todos los colores donde elegir. Rojos, azules, blancos, negros y mestizos. Demasiada exuberancia cromática. Al final, colorín colorado esto se va a tomar por saco.
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Pienso cosas que luego pasan. Llámalo intuición. En mi caso es tan escandaloso que cuando ocurren, dudo si es un estigma o una casualidad. Como cuando dices que hace tiempo no ves a una persona y a la vuelta de la esquina te das de bruces con ella.
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El carácter y la actitud lo son todo en la vida. Un ejemplo. Fíjate qué bien lleva la fatalidad José Luis Ábalos. Sigue siendo un hombre irónico, sonriente y cariñosón, pero nadie se ha fijado en eso. Hemos perdido la humanidad y no reparamos en los valores de las personas.
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No tienen piedad con Joe Biden. Luego dicen que la democracia es un avance de la humanidad ¿Qué humanidad? Cada vez somos más intolerantes.
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Estoy obsesionada con la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Tanto, que hasta he soñado con González Pons y Félix Bolaños. Me había reunido con ellos en un despacho de la Comisión Europea y no precisamente para un trio erótico. Y hasta aquí puedo leer, que los sueños los carga el diablo.
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He visto cosas en Madrid que los donostiarras no creeríais. Cosas más prodigiosas que naves ardiendo cerca de Orión. O rayos cósmicos en la puerta de Tannhäuser.
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No sé si hemos entrado en un bucle o en un agujero negro, pero la metáfora del día de la marmota no nos sirve. Está amortizada, tío.
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Aunque me pedía el cuerpo meter caña (no hay que darle al cuerpo todo lo que te pide) he esperado que pasen los efectos terroríficos de la noche de Jalogüin, para decir lo que pienso de esta “celebración” cutre y absurda.
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Vaticiné un 2020 apestoso y catastrófico, bisiesto y capicúa al revés. No me extraña que la pandemia se oficializara con los Idus de Marzo. Todo lo que tenga que ver con los números me da yuyu, tío. La aritmética es la ciencia sagrada y Pitágoras su profeta. Con estas cosas del esoterismo soy muy cuidadosa y selectiva. No te vas a creer a cualquier chamán, iluminado, gurú, epidemiólogo o “experto” que te quiera vender la moto.
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Llevo una semana viviendo fuera del tiempo. Una vez más el tiempo horario es el que le sale de los mismísimos a la Unión Europea. Mil veces le hemos dicho que no queremos que nos cambien la hora. No nos interesa esa gilipollez que llaman UTC “Tiempo Universal Coordinado”.
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La culpa de todo la tienen los optimistas, esas personas amables y bien pensantes que solo ven el lado guay de la vida y se han creído la milonga de la botella medio llena. Eso les pasa por leer libros de autoayuda y recitar sin sonrojo la estúpida falacia del “sé tú mismo”.
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Vamos al meollo sin rodeos. El meollo son veintiséis páginas en el “Hola”. Exclusiva mundial dos semanas seguidas del bodorrio y luna de miel de Marta Luisa de Noruega con Durek Verrett, un chamán haitiano negro (nos daría igual que fuera blanco) de sexta generación (como si es de quinta), gurú de Gwyneth Paltrow y otras celebrities del show business americano.
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Este artículo es un clásico del verano, como cuando Ana Obregón posaba metiendo tripa jugueteando con las olas en las playas de Mallorca. Qué tiempo tan feliz. Éramos tan jóvenes.
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El mejor amigo del hombre no es el perro, es el mando a distancia. Déjate de sensiblerías. El perro ladra, molesta, lo tienes que alimentar, pasear y recoger sus cagarrutas. Claro que te dan cariño, sólo falta que encima te tiren un bocao.
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Podría disimular y hacerme la enterada. Pero no merece la pena. Total pa’ qué. Confieso que no tenía ni puñetera idea de la movida Rammstein. Si no era una marca de electrodomésticos, como mucho y atando cabos me sonaba a grupo de rock duro o heavy metal.
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Dicen que somos los que comemos. Bueno, más o menos. Lo que comemos determina lo que hablamos, lo que pensamos, con quién nos relacionamos, cómo envejecemos, cómo amamos y cómo hacemos el amor, que parece igual pero no es lo mismo.
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Seguro que te ha pasado alguna vez. Vas a fregar los platos y previamente quitas los residuos. Es fascinante observar la atracción fatal que el desagüe del fregadero ejerce sobre ese trocito de cebolla kamikaze. La persigues desesperadamente para impedir que se cuele a través del filtro, pero es inútil.
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Los Medios de este país dejan mucho que desear. Nos machacan con revanchas y venganzas, pero no sabemos si Rociito Carrasco fue a Moncloa a desayunar. Lo cierto es que el presidente la llamó y ella cogió el teléfono. A su hija no se lo coge, pero a Moncloa, perdiendo el culo, tío.
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