Se publica "Mi vida con Alberti. Para algo llegaste, Altair", de María Asunción Mateo, un libro de memorias esperado, “un libro de amor”, como lo define su autora, escrito más de veinte años después de la muerte del poeta gaditano y en el que, además de repasar lo que fue su vida juntos, su primer encuentro, sus citas en el piso destartalado del escritor en Madrid, su caminar de la mano, ella siempre un paso por detrás del marinero en tierra, ajusta cuentas con quienes, escribe, orquestaron una campaña tras la muerte del autor en 1999 “que me fustigaba, que se saltaba todos los derechos que deben proteger a una ciudadana, que ponía en duda desde mi cordura, mi honor, mi valía intelectual, el amor hacia mi marido, sus sentimientos de él hacia mí y —lo más grave e indecente— su salud mental desde el momento en que se casó conmigo…” y de cuya boda se publican por primera vez las fotografías, celosamente guardadas por Mateo durante años, extraviadas en un aeropuerto y devueltas a su dueña. El destino, seguro.
Ambientada en el Upper East Side de Nueva York, Anna K. nos presenta la vida de un grupo de jóvenes populares preocupados por el qué dirán, por las fiestas y por sus primeros amores.
La editorial Sniper Books publicó a finales del pasado año Tierra de sueños, la segunda novela del escritor estadounidense de origen español, James Nava, después de El agente protegido. Éste es un libro que combina toda la magia y toda la emoción del deporte con el trasfondo de una amenaza terrorista.
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“Una patria, Señor, una patria pequeña como un patio, o como una grieta en un sólido muro. Una patria para reemplazar a la que me arrancaron del alma, de un solo tirón”[1]
Así se lamenta María Teresa León en su “Memoria de la melancolía”, esa autobiografía suya que parece tejida con tiras arrancadas de su propia alma para ir luego hilando cada página. Las suyas son unas confesiones que le brotan de lo más profundo del corazón, un corazón, como ella confiesa “cristianísimo[2]”, que siente como propias las desgracias de los más desfavorecidos: sus privaciones, su incultura, todos los lastres que les han provocado los más poderosos. Por eso al abandonar España experimenta un desgarro que le hace sentirse rota.
Me basta con pisar la Feria del Libro de Madrid y encontrarme aturdido por su muchedumbre, para echarlo de menos.
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