No sé cuántos broches de solapa puede tener Nadia Calviño. Como para poner un mercadillo, tío. Cada vez que saca uno, lo apunto: Una libélula, un zurullo, una flor, lleva unos cincuenta desde que es ministra.
Hay muchas cosas que no seré en la vida. No seré modelo de pasarela (altura mínima 1,75) ni saltadora de pértiga (practico gimnasio de salón), ni ingeniera informática. Pero preferiría ser todo eso antes que política profesional.