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Milei

24/05/2024@21:21:00

Según José Manuel Albares, la seguridad y la dignidad nacional están en peligro por las declaraciones del más alto dignatario argentino. El ministro de Asuntos Exteriores ha desencadenado -a instancias de su jefe Pedro Sánchez- una tormenta en una taza de mate, y el triángulo de las Bermudas de esta tragicomedia está integrado por el presidente de la República Argentina, Javier Milei, la esposa del presidente del Gobierno español, Begoña Gómez, y su ilustre marido, que ha aprovechado la coyuntura que le ha servido en bandeja su acérrimo enemigo, Santiago Abascal -experto en proporcionarle balones de oxígeno en momentos delicados- para tratar de mejorar la posición del PSOE con vistas a las elecciones europeas.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Dirás que siempre hablo de los mismos. Tamara, Letizia, Puigdemont o Yoli Díaz. Tienes razón. Es que no hay mucha gente que de verdad esté en el machito. Que no te coman la oreja con el Foro de Davos ¡2800 invitados! Jefes de Estado, billonarios y élites empresariales.

¡AHÍ LO DEJO!

Los asesores de comunicación en Estados Unidos llaman "perro rabioso" a aquel que teniendo perdidas las elecciones se dedica a cantar las verdades del barquero. En nuestra piel de toro, que estamos en eso más adelantados que los de USA, los perros rabiosos están en el poder y muchos son perras. Baste mirar la bancada del gobierno. La OPUSición no le anda a la zaga y son unos ineptos, simple y llanamente. Azucena del Valle, nuestra psicóloga poligonera de cabecera, nos da una curiosa interpretación en ¡El perro rabioso! No se lo pierdan.

The very first line of Aristotle’s Rhetoric runs thus: “ ῥητορική ἐστιν ἀντίστροφος τῇ διαλεκτικῇ” (1). The quite wise ancient Greeks weened that every law-abiding democratic free citizen should be a dialectician and grasp the subtleties of that antistrophe, rhetoric, to shun being fooled by politicians, who are wont to stare at public opinion so as to learn from it which kind of enthymeme is the most persuasive in the agora (2). Public opinion has four faces, videlicet: orientation, degree, causality, and expectation. According to this, there must be four sorts of rhetoricians, and each one must’ve a specific class of audience. Such a couple gives rise to the question concerning the syllogisms, styles, moods, and proofs that an orator may handle to be a cajoling tongue. And, in our age, an age in which telecommunications are the main outlets of politicians, it’s unavoidable to deem the traits of the media they’ve at hand.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Dicen que somos los que comemos. Bueno, más o menos. Lo que comemos determina lo que hablamos, lo que pensamos, con quién nos relacionamos, cómo envejecemos, cómo amamos y cómo hacemos el amor, que parece igual pero no es lo mismo.
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¿Qué promueve la perennidad de un filósofo, de una obra, de un sistema de ideas? En primer lugar, sin duda, que atraviese con gallardía el impiadoso paso del tiempo, que periclita todo aquello que alguna vez fue novedoso. Pero también, y sobre todo, su innata y aparentemente fluida capacidad para anticiparse al tiempo por venir.

Cuando el histrionismo y la inmadurez psicológica afloran en el discurso político, como forma de captación del electorado y como elemento argumental para convencer al incauto votante, que se deja llevar por las emociones cultivadas a través de la posverdad, que nos venden determinados políticos, todo está abocado al caos, la inseguridad y la confrontación. Solo es necesario darse una vuelta por esos mundos discursivos de la política para ir identificando la insolvencia de muchos políticos y políticas que, incapaces de dotar a sus discursos de una mínima solidez argumental, se cierran en banda y, en lugar de exponer razones, proyectos y propuestas que solucionen los problemas de nuestra sociedad, recuren a la descalificación del contrincante sin mostrar su cartas abiertamente.

Una casualidad demasiado sospechosa pide siempre ser interpretada como causalidad. Por ejemplo, la de que el populismo prospere exactamente a la misma velocidad que la cultura desfallece. Sabemos que existe una vieja pugna del arte y del pensamiento con las fuerzas ultraconservadoras, que no es en absoluto privativa de la historia de España, aunque aquí ha resultado especialmente feroz. Basta evocar la cerril proclama de un clérigo servil dirigida a Fernando VII: “Lejos de nosotros, señor…” Y lo que sigue. Aunque sabemos que la cita atribuida no es exacta.