Según síntomas, durante una larga temporada, no vamos a poder viajar. Por tanto seguiremos condenados, con máscara de cirujano incluida, a nuestro paseo hasta el estanco de la esquina o hasta el colmado del barrio, que si presentan cola a la puerta propiciarán una pasajera y morigeradora tertulia; y ya como acontecimientos extraordinarios, una visita al médico o al ayuntamiento para resolver un papel de la contribución, y en el colmo de las excepciones y bajo un sigilo de furtivo, aprovecharemos la invitación de unos amigos a su casa de campo o a su estrechito apartamento con vistas al mar.