James Joyce, aunque tenga tu Ulises en una estantería de mi casa, no estás, ni mucho menos, abandonado. Cierto es que te he abierto muchas veces, y que te he leído en partes sin orden ni concierto. Es demasiado el respeto que me infundes. Y, sin embargo, de vez en cuando te leo. Y me distancio, porque puede que yo sea un cualquiera, y tú me sales muy caro.