05/03/2025@11:11:00
En el rojizo amanecer de las letras, de la pluma y el papel, brotaban nuevas omnipotencias. Primero orales, luego escritas, que se adaptaban mucho mejor a la nueva realidad agropecuaria, a la nueva realidad humana. Omnipotencias que infundían respeto, pero también mucho pánico, con penas tan severas como inundaciones y plagas que todo pueblo agrícola temía. Nacían, ahora, todas estas ficciones desde un mismo lugar. Y no era desde el Hades, el Olimpo o el paraíso. Sino desde uno más baladí y banal: la punta de una pluma y la superficie de un suspiro. Así nacieron, para la posterioridad, Zeus y Hermes, los números y las palabras, el oxímoron, la ironía y la hipérbole, la prosa y el verso, el bien y el mal, los mitos y las leyendas, las verdades y las mentiras, indelebles, y otros dioses que, de sus nombres, no quiero recordar.