Julian Assange y WikiLeaks han cambiado profundamente la forma de informar en el siglo XXI, explotando los recursos de la red y violando sistemáticamente el secreto de Estado cuando se utiliza no para proteger la seguridad de los ciudadanos, sino para ocultar delitos y garantizar la impunidad de los poderosos. Ser periodista es el delito por el que lleva más de diez años retenido en el Reino Unido.