13/11/2023@06:06:00
Sin pretenderlo me hallaba ante el televisor viendo Un hombre para la eternidad (1966). Recordaba haberla disfrutado hace décadas, en el cine de mi pueblo, seguramente en sesión doble, y que era una película de Fred Zinnemann, a quien debemos también la excepcional Solo ante el peligro (1952); con la que ineludiblemente guarda enormes concomitancias, porque en ambos films su protagonista —sea el marshall Will Kane en el western o sea Tomás Moro en esta recreación histórica— opta, contra los ruegos de todos cuantos le rodean, por una decisión sumamente arriesgada; incluso fatídica para el santo católico —y muy posteriormente, también anglicano—.