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Firma invitada

PLAZA DE GUIPÚZCOA

19/12/2023@06:16:00
No voy a escaquearme sin desearte felices fiestas porque el 25 y el 31 no haya periódico. No soy borde, soy antisistema. Las navidades me la bufan.

Archibald Boyd, tesorero de Londonderry y su esposa Anne McNeill, nacida en Dunmore, contrajeron matrimonio en el año 1792. Era una familia muy unida y respetada por la comunidad. Vivian en Ballymacool (Letterkenny). Robert Boyd, nació el 7 de diciembre de 1805 en Londonderry. En 1824, al cumplir diecinueve años, ingresó como cadete en la Compañía Británica de las Indias Orientales. El 9 de abril de 1826 ascendió a teniente y fue destinado como voluntario al 65º Regimiento Nativo de Infantería en la ciudad de Mutra (India).

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Como ya sé que vamos a empezar con las tonterías navideñas de elegir el personaje del año, lo mejor del 2023, la tendencia más cool y la palabra más guay, o sea, la coña marinera de siempre, pues mira, me adelanto, que el que pega primero, pega dos veces y te lo pongo en el título.

Antonino Nieto lo mismo sirve para un roto que para un descosido. En "Tomografía del diente" nos habla, con su estilo poético, de la amistad hispano-china y su más alto prócer Xi Jinping.

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

La magnífica obra intitulada, Itinerarios de Alcalá de Henares (Aguadulce, Editorial Círculo Rojo, 2023), dedicada a la memoria del incansable periodista y escritor Sandalio San Román Hernández, fundador del semanario «Puerta de Madrid» de Alcalá de Henares, fue prologada por el profesor José Vicente Saz Pérez, Rector de la Universidad de Alcalá, distinguido, entre otros, con la Gran Cruz del Mérito Militar con Distintivo Blanco, quien declara que «su lectura ofrece una oportunidad única para rememorar y apreciar los momentos y espacios por los que Alcalá de Henares ocupa un lugar privilegiado, y merecido, en la historia de la humanidad, y para valorar, en justicia, el esfuerzo de sus ciudadanos por cuidar y mantener en este siglo XXI y los que vendrán, su Patrimonio Mundial en perfecto estado y ofreciendo su servicio a la ciudad, como sucede con los edificios más emblemáticos de la Universidad de Alcalá».

Decir Berlín, decir Buenos Aires; Saúl Sosnowski, Paradiso, 2020, 126 páginas
El país que ahora llamaban suyo; Saúl Sosnowski, Paradiso, 2021, 126 páginas
Etimológicamente, diáspora proviene en forma directa de la palabra griega diasporá: dispersión; un concepto que remite, en términos generales, al abandono de grupos étnicos y/o religiosos de su lugar de origen y, particularmente, al exilio del pueblo judío fuera del territorio de Israel y su posterior disgregación por el mundo.

Pedro Gómez Chaix en una obra titulada Ensayos de Política Municipal”, nos daba cuenta del número y del estado en que se encontraban las escuelas en esta ciudad.

Marcelo Rubio (Buenos Aires, 1966) se ha erigido en una de las voces más singulares en el panorama de la narrativa argentina contemporánea. Un somero análisis de tres de las novelas que forman parte de su obra darán holgada cuenta de ello: El Cristo roto (También el caracol, 2019), La leyenda del santo volador (Omashu, 2022), El llovedor (También el caracol, 2023).

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Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

El fallecimiento, en la ciudad de Cochabamba (Bolivia), del renombrado escritor y crítico literario orureño, Adolfo Cáceres Romero, a la edad de 86 años, ha sumido en luto a la comunidad literaria boliviana. Sus libros han explorado diversas temáticas, dejando así indelebles surcos en el ámbito de las letras bolivianas. El viernes 8 de este mes, exactamente a las 23:39 de la noche, envié un mensaje a la escritora cochabambina Gaby Vallejo Canedo. Su respuesta inmediata fue la siguiente: “Llegas en un día infausto para la literatura boliviana. Ha muerto Adolfo Cáceres Romero”. Apenas leí la nota, un suspiro de tristeza se propagó hasta lo más profundo de mi corazón. Había leído algunos cuentos de este ilustre escritor, como por ejemplo «Los ángeles del espejo» publicado en la Enciclopedia Boliviana, los mejores cuentos bolivianos del siglo XX, por Ricardo Pastor Poppe. O su célebre cuento «La emboscada» Premio Nacional de Cuento de la Universidad Técnica de Oruro en 1967.

El jueves había asistido, invitado por mi amigo Santiago Martín Bermúdez, al colosal concierto de Daniil Trifonov; o al menos para mí, que quedé anonadado al concluir la primera parte con las Variations sérieuses (1841), de Félix Mendelssohn, tras la Suite en La menor (1727), de Rameau, y la Sonata nº 12 (1784), de Mozart; y eso que aún me aguardaba, después del descanso, la mefistofélica Sonata nº 29 o Grosse Sonate für das Hammmerklavier (1817), de Beethoven, más tres propinas deliciosas ya con todo el Auditorio Nacional en pie y ardiéndole las manos de aplaudir; cuando, no había transcurrido ni dos días, supe por mera casualidad que se cumplía el centenario de María Callas.

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Tamara es como un huevo Kinder, no sabes que juguetito encierra. O como una muñeca rusa que esconde capas y capas de matrioskas. Conocíamos a la Tamara enamorada perdonando los devaneos de su novio.

Publicamos este texto del poeta y dramaturgo chileno Gustavo Gac-Artigas. Es un poema, pero con el peso de un artículo de opinión.

A veces, colaborar con una editorial te brinda la oportunidad de realizar algo verdaderamente gozoso; acaba de sucederme. Con la inestimable participación de Ana Fernández y del profesor Davide Mombelli hemos editado en Drácena los relatos dispersos y extraviados de Valle-Inclán bajo el título de Jardín peregrino. Permitanme no solo anunciárselo sino presumir de haber contribuido a esta notable edición, cuyo fin es abrochar la bibliografía vallinclaniana, pues unas obras completas por una razón, y las siguientes, por otras distintas, ninguna recogía, amén de los títulos fundamentales de don Ramón, esta docena de cuentos más esas cuatro novelas cortas, rematadas con la póstuma: El trueno dorado (1936). Aunque cuanto digo, no obsta para que alguna o varias de estas piezas aparezcan en esta o en aquella otra opera omnia, pero nunca todas reunidas como hemos conseguido sumar en este volumen.

El inventor de la dinamita, el científico y químico sueco, Alfred Nobel, también llamado «el mercader de la muerte» fue un hombre admirado y al mismo tiempo repudiado. En 1894 compró la empresa, Bofors, dedicada a la industria armamentista. Nobel exportaba principalmente dinamitas a varios países de Europa y América. Y, por consiguiente, su fortuna creció de manera vertiginosa. Su invento fue una verdadera revolución en el campo de los explosivos. Se utilizaba en la minería, en la construcción de líneas ferroviarias, etcétera. Pero también ocasionaba muertes en las guerras. Y para lavar su imagen, y no ser recordado como el hombre causante de fallecimientos, creó el «Premio Nobel». Un premio que se otorga a escritores, investigadores y científicos cuyos trabajos representen un beneficio para la humanidad o, al menos, una contribución destacada en la sociedad.

Sin pretenderlo me hallaba ante el televisor viendo Un hombre para la eternidad (1966). Recordaba haberla disfrutado hace décadas, en el cine de mi pueblo, seguramente en sesión doble, y que era una película de Fred Zinnemann, a quien debemos también la excepcional Solo ante el peligro (1952); con la que ineludiblemente guarda enormes concomitancias, porque en ambos films su protagonista —sea el marshall Will Kane en el western o sea Tomás Moro en esta recreación histórica— opta, contra los ruegos de todos cuantos le rodean, por una decisión sumamente arriesgada; incluso fatídica para el santo católico —y muy posteriormente, también anglicano—.

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Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.