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Firma invitada

EL ESCRITOR SECRETO – José Bianco
28/03/2024@06:36:00

A lo largo de los cinco primeros capítulos de La pérdida del reino (Siglo XXI Argentina Editores, 1ra. edición, 1972, 370 páginas; todas las citas remiten a esta edición), que con toda pertinencia se podrían calificar de prólogo, se presenta a los personajes y el motivo argumental dominante: Rufino Velázquez le solicita al narrador, quien cumple funciones de asesoramiento en la editorial Galaxia, que a partir de sus propios recuerdos personales y algunos manuscritos bosquejados escriba una novela; una novela escrita por el narrador que será, sin embargo, la novela de Rufino Velázquez; vale decir, un narrador, en principio, que oficiaría de ghost writer, un escritor fantasma cuyas marcas se pueden adivinar en la escritura, pero cuya materia narrativa le es ajena.

¿Qué es esa figura a la que se suele denominar, con exceso o defecto de pertinencia, escritor secreto, en qué consisten los rasgos que lo configuran y lo velan, la circundante vocinglería que lo sofoca al tiempo que lo confina a un plano subsidiario, discreto, recóndito? Es una recurrencia interrogativa que consiente una variedad de respuestas: un escritor secreto puede ser aquel que elige hurtarse al ingente ditirambo de la autopromoción; quien privilegia sus propios requerimientos por sobre las demandas de un grupo editorial; alguien cuyas obras, aun de excelente factura, quedan relegadas del relumbrón de sucesivas reediciones, del módico placebo de un premio literario o de la provisoria eternidad de una recensión en los suplementos culturales al uso; definiciones todas ellas que no agotan una enumeración que podría ser tan profusa como fastidiosa.

El otro día, mientras trataba cierta complicación en el tratamiento más adecuado para uno de los personajes que protagonizan la novela en la que estoy ahora metido, me asaltó una pregunta que aparentemente no tenía nada que ver con el asunto, ni con la literatura, acaso, si nos ponemos estupendos… ¿Qué pueden tener en común Irene Montero y Vinicius Junior?, me pregunté, de repente… Y, seguidamente, me asaltó otra duda… ¿Usar la palabra negro para referirme a una persona negra, pongamos, en un artículo de prensa, resultaría inconveniente?

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

La benemérita historiadora toledana María del Carmen Vaquero Serrano, catedrática de Lengua y Literatura Españolas, y autora de excelentes artículos y libros, inter alia, de la ejemplar y revolucionaria biografía: Garcilaso, príncipe de poetas. Una biografía (Madrid, 2013), prologada por el espléndido poeta Luis Alberto de Cuenca Prado, Académico de Número de la Real Academia de la Historia; Fernán Álvarez de Toledo, secretario de los Reyes Católicos: genealogía de la toledana familia Zapata (Toledo, 2005); y El maestro Alvar Gómez: biografía y prosa inédita (Toledo, 1993), descubrió dos nuevas joyas documentales sobre el licenciado Juan de Cervantes, sus hijos: Juan y Rodrigo, parientes de Miguel de Cervantes Saavedra, y sobre el cronista Pedro Sancho de la Hoz, secretario del conquistador Francisco Pizarro.

Jorge Luis Borges solía decir de sus poemas que eran expresiones directas de su sentimiento y de su ser íntimo. También creía que si no hay emoción no puede haber poesía. Solo unos pocos temas (el sueño, el laberinto, el espejo, el tiempo, Buenos Aires...) alcanzaron a merecer la obsesiva pluma del poeta. Quienes frecuentaron sus versos no han dudado en señalar su idealismo, la tendencia a la abstracción y al prototipo, su visión estática del universo, el sentimiento -en fin- de la vanidad del mundo y de lo perecedero de los individuos. Luego vinieron los profesores de Literatura con sus análisis semióticos, concluyendo que la escritura de Borges es densa, sobrecodificada, polivalente, literarizada y textualizada.

El primer ensayo de la edición original de Cuestiones estéticas (Librería Paul Ollendorff, 292 páginas, 1911), de Alfonso Reyes, se titula “Las tres Electras del teatro ateniense”, y está dedicado al maestro dominicano Pedro Henríquez Ureña (tiempo después, Henríquez Ureña recordaría aquellos años diciendo: “Leíamos a los griegos, que fueron nuestra pasión”). No se nos escapa –más bien nos desasosiega- que abordar un tema que Alfonso Reyes ya ha transitado no sólo supone una osadía, sino que linda con la más crasa irreverencia. Acaso lo único que atempera el atrevimiento –y éste, incluso y tal vez, no del todo admisible- es que no sólo a cada generación, sino a cada lector le asiste el inalienable derecho de aportar su propia lectura a las lecturas consagradas por los ilustres dómines del pasado con la modesta expectativa de reanimar, matizar o recrear un texto clásico.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

La última parida de Netflix se titula “¿A quién te llevarías a una isla desierta?” No me interesa Netflix ni sus bodrios zafios y previsibles. Preguntar qué te llevarías a una isla desierta es una estupidez.

Hasta las primarias de Michigan, un manto de pesimismo cubría la campaña presidencial en los Estados Unidos.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

La reunión en Toledo de cargos directivos de los Intitutos Cervantes, convocados por la dirección del Instituto Cervantes en Madrid, para escuchar y coordinar las líneas de acción de los institutos de todo el mundo, adaptarse a los cambios tecnológicos así como informar de la apertura de nuevos institutos, me ha traído a la memoria cuando los directores de los institutos y centros cultural de España en el Exterior, que existían y fueron adscritos al Instituto Cervantes cuando se creó en 1991 , se reunían por propia iniciativa, si se desplazaban a Madrid pasa pasar las vacaciones de Navidad, para conocerse personalmente y hablar de sus derechos sociales y laborales. Si no se sabe, resultará difícil saber que existían, ya que no existe mucha información en internet sobre sus actividades antes de su adscrición al Instituto Cervantes.

En el Día Mundial de la Poesía, con Priscilla nos preguntamos ¿qué podemos añadir a los sueños del, de la poeta cuando en casa se sueña?

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Entiendo perfectamente que Sánchez y Puigdemont estén con el culo prieto. Se juegan la vida, tío. Volantazo, elecciones y triple salto mortal. Lo que no entiendo es lo de Kate Middelton. La foto manipulada es una mamarrachada.

Recuerdo, en mis viajes nocturnos, en aquellos intergalácticos, o simplemente al atravesar el Aleph a la caída de la luz, un hombre me dijo: «Para un verdadero poeta, cada momento de la vida, cada hecho, hasta cada cosa, debería ser poético, ya que profundamente lo es». Lo que aquel viejo ya de 70 años de allende tierras sureñas afirmaba, tenía mucho de sentido, sobre todo si lees a ese griego y sus tragedias, en la cual, en una de esas tragedias estaba ¿yo? Sí, ¡su servidor! ¡Yo! Ahí estaba mi nombre, mi ciudad, el nombre de mi madre, madrastra y esposa. Inverosímil casualidad, ¿cómo podía ser? y así, así empecé a leer…

Gustavo Gac-Artigas, poeta dramaturgo, hombre de teatro, novelista, escritor de originales columnas de opinión, aventurero, rebelde, amante de la justicia y la libertad. Hace 46 años nuestros destinos se cruzaron (no se juntaron, eso fue más tarde), yo, estudiante de posgrado de lenguas, literatura y teatro en París como parte de la audiencia de un espectáculo en beneficio de la lucha del pueblo chileno contra la dictadura, él, como refugiado político y director de teatro, maestro de ceremonias tratando de convencer a la audiencia de permanecer hasta el final --a riesgo de perder el último metro--, para presenciar una “orgía”, obra de teatro de Enrique Buenaventura que su grupo, Théâtre de la Résistance-Chili, representaría sobre la escena del auditorio de La Mutualité como último número del evento. Su voz y su palabra me cautivaron, presencié el espectáculo hasta el final y tuve que caminar de vuelta a la residencia estudiantil, pero no me arrepiento.

El 3 de marzo de 1974 arrojaron por la noche un artefacto incendiario contra la puerta del Instituto Cultural Español de Dublín, Irlanda, como protesta por la ejecución por medio de garrote vil del joven anarquista Salvador Puig Antich en la antigua prisión Modelo de Barcelona. La rápido intervención de los vecinos, transeuntes así como de los bomberos impidieron que, salvo la puerta de entrada, ardiese el edificio.

Spain Invoked

Ireland had for centuries looked to Spain for military and spiritual aid against the common enemy, England, and many poems exist to verify that plea for help. Roisin Dubh (Little Black Rose), a folk poem possible from the 1600s, is one of Ireland’s most famous political songs. It is based on an older love-lyric in which the title referred to the poet’s beloved rather than, as here, being a pseudonym for Ireland: Roisin, have no sorrow for all that has happened to you/the friars are out on the brine, they are travelling the sea,/your pardon from the Pope will come, from Rome in the East,/and we won’t spare the Spanish wine for my Roisin Dubh.

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.