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Firma invitada

PLAZA DE GUIPÚZCOA

30/04/2024@07:07:00
La representante del Dalai Lama en la UE ha deseado suerte a Carles Puigdemont el 12M. “Sort!”, ha dicho en la lengua de la futura república catalana. Se han intercambiado regalos. Una katha, que es un pañuelo palestino, pero en tibetano, rosas de San Jordi y libros de autores de la cantera indepe.

estos días, regresé a la universidad, aprendí que la historia tiene voz, que nos habla, pero que tenemos que aprender a escucharla

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Después de escuchar a Yolanda Díaz amenazando con prohibir el tabaco, me dan ganas de volver a fumar. Necesito droga dura para soportar el estrés que me provoca esta mujer. No tiene credibilidad.

Nadie se atrevería en este siglo a defender la existencia de los campos de concentración y menos aún quienes estuvieron en su interior, ellos o sus antepasados, puesto que el tiempo avanza y las herramientas de dominación y exterminio se perfeccionan.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Cada vez los animales son más listos y los humanos más tontos. Mira las redes sociales. Instagram y Tik Tok están llenos de mascotas monísimas haciendo cosas chulísimas, diría la felizmente desaparecida en combate, Yoli Díaz. Perros, gatos, monos y cobayas, subiendo, bajando y dando el coñazo. Los cuatro patas se van a comer la tostada. Y espérate que pacten con los robots, que también nos la tienen jurada. Nos quedan dos telediarios.

En el cincuenta aniversario de la muerte de la novelista irlandesa Kate O’Brien (Limerick, Irlanda, 1897 – Canterbury, Reino Unido,1974) nos ocupamos de su figura como escritora de proyección internacional, como mujer, como feminista, como admiradora del genio de Santa Teresa, como abulense de sentimiento, como viajera enamorada de Castilla, como ilustre vecina protagonista del callejero abulense, como icono del festival literario que lleva su nombre en Limerick, como brigadista literaria en la guerra civil española, como embajadora de Ávila en la cultura anglosajona, y como nexo de unión entre Irlanda y España.

EL ESCRITOR SECRETO – José Bianco

A lo largo de los cinco primeros capítulos de La pérdida del reino (Siglo XXI Argentina Editores, 1ra. edición, 1972, 370 páginas; todas las citas remiten a esta edición), que con toda pertinencia se podrían calificar de prólogo, se presenta a los personajes y el motivo argumental dominante: Rufino Velázquez le solicita al narrador, quien cumple funciones de asesoramiento en la editorial Galaxia, que a partir de sus propios recuerdos personales y algunos manuscritos bosquejados escriba una novela; una novela escrita por el narrador que será, sin embargo, la novela de Rufino Velázquez; vale decir, un narrador, en principio, que oficiaría de ghost writer, un escritor fantasma cuyas marcas se pueden adivinar en la escritura, pero cuya materia narrativa le es ajena.

La reunión en Toledo de cargos directivos de los Intitutos Cervantes, convocados por la dirección del Instituto Cervantes en Madrid, para escuchar y coordinar las líneas de acción de los institutos de todo el mundo, adaptarse a los cambios tecnológicos así como informar de la apertura de nuevos institutos, me ha traído a la memoria cuando los directores de los institutos y centros cultural de España en el Exterior, que existían y fueron adscritos al Instituto Cervantes cuando se creó en 1991 , se reunían por propia iniciativa, si se desplazaban a Madrid pasa pasar las vacaciones de Navidad, para conocerse personalmente y hablar de sus derechos sociales y laborales. Si no se sabe, resultará difícil saber que existían, ya que no existe mucha información en internet sobre sus actividades antes de su adscrición al Instituto Cervantes.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra
El benemérito historiador Bartolomé Miranda Díaz, profesor de la Universidad de Sevilla, presidente del Grupo de Estudios Carrioneros Joaquín Galeano de Paz (Sevilla), galardonado, verbi gratia, con el Premio Nacional de Bibliografía Bartolomé José Gallardo por la obra «La librería del Convento de San Benito de Alcántara...» (Mérida, 2013), y autor de los excelentes libros, entre ellos: «La orden de Calatrava en la ciudad de Sevilla y en el Aljarafe durante el Antiguo Régimen (Siglos XII-XVIII). Estudio y documentación» (Sevilla, 2020); «Honor, poder y gloria. La Carrera de Indias según un comerciante sevillano del siglo XVIII» (Badajoz, 2019); y «La Villa de Castuera (Siglos XVI-XVII). Radiografía histórica a través de los visitadores de la Orden de Alcántara» (Badajoz, 2013); descubrió dos cartas de poder-, otorgadas por los Ayuntamientos de Castilleja del Campo y Huévar del Aljarafe-, concernientes al alguacil comisario Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), quien sirvió bajo las órdenes del contador Miguel de Oviedo, nombrado por el «Rey nuestro señor».

Las piedras rúnicas erguidas por los vikingos a lo largo de las tierras nórdicas, han sido testigos silenciosos de una época marcada por la intriga y la magia. Estos antiguos símbolos, conocidos como runas, conformaron el alfabeto de los pueblos germanos y del norte de Europa. Su legado perdura hasta nuestros días como un fascinante enigma para explorar.

Editorial Aldebarán. Año-2024. IIª Edición

I.- INTRODUCCIÓN

Este fue mi primer acercamiento bibliográfico o primer libro al mundo de la Historia. Se trataba de indicar que se puede escribir, desde el rigor más absoluto, sobre un personaje histórico que luchó contra un monarca que representa las esencias de mi Regnum Imperium Legionensis o Reino de León, es decir el gran ALFONSO IX “EL LEGISLADOR O EL DE LAS CORTES” (Zamora/Reino de León, 15 de agosto de 1171-REY DE LEÓN desde 1188, hasta Sarria/Reino de León, 24 de septiembre de 1230. Medía 1’90 metros); este último vinculado por gobernación y afectos con las Asturias de Oviedo, y, en concreto con Avilés villa a la que cedió la explotación de sus propias salinas.

Aunque no me dejo ver en ninguna, salvo excepciones puntuales y por exigencias del guion, las redes sociales me interesan por lo que significan como fenómeno sociológico. Un mundo de pantallas a la medida de este tiempo líquido en el que prevalece la pulsión del instante. Un espejo sin profundidad pautado por la dictadura de las apariencias y, dentro de estas, por la tiranía de lo cool. ¿También una nueva dimensión de eso que Jung definía como nuestro inconsciente colectivo?

Este año se celebra el 50° aniversario de la creación del Instituto Cultural Español de Dublín (ICD). Ni la Embajada de España en Irlanda, ni el Instituto Cervantes (IC), que absorbió el citado centro, han tenido a bien celebrar esta efeméride. Yo -que conocí y aprecié la meritoria labor de esta institución- me permito romper una lanza en su recuerdo. España es una potencia mediana en el ámbito político o económico, pero es una gran potencia en el plano cultural, por lo que siempre he creído que la diplomacia española debería centrarse especialmente en este terreno sumamente rentable, pero los distintos Gobiernos españoles no han compartido este criterio y han infravalorado esta maravillosa baza, hasta el punto de que el Ministerio de Asuntos Exteriores, cuando por razones de origen económico-financiero tenía que reducir sus efectivos, la primera Dirección General que desaparecía era la de Relaciones Culturales.

¿Qué es esa figura a la que se suele denominar, con exceso o defecto de pertinencia, escritor secreto, en qué consisten los rasgos que lo configuran y lo velan, la circundante vocinglería que lo sofoca al tiempo que lo confina a un plano subsidiario, discreto, recóndito? Es una recurrencia interrogativa que consiente una variedad de respuestas: un escritor secreto puede ser aquel que elige hurtarse al ingente ditirambo de la autopromoción; quien privilegia sus propios requerimientos por sobre las demandas de un grupo editorial; alguien cuyas obras, aun de excelente factura, quedan relegadas del relumbrón de sucesivas reediciones, del módico placebo de un premio literario o de la provisoria eternidad de una recensión en los suplementos culturales al uso; definiciones todas ellas que no agotan una enumeración que podría ser tan profusa como fastidiosa.

El otro día, mientras trataba cierta complicación en el tratamiento más adecuado para uno de los personajes que protagonizan la novela en la que estoy ahora metido, me asaltó una pregunta que aparentemente no tenía nada que ver con el asunto, ni con la literatura, acaso, si nos ponemos estupendos… ¿Qué pueden tener en común Irene Montero y Vinicius Junior?, me pregunté, de repente… Y, seguidamente, me asaltó otra duda… ¿Usar la palabra negro para referirme a una persona negra, pongamos, en un artículo de prensa, resultaría inconveniente?

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.