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Firma invitada

22/06/2020@16:00:00
No te voy a contar la milonga de “Les liasons dangereuses” de Choderlos de Laclos, porque sé que has visto la peli de la Pfeiffer y el Malkovich. Pero te aseguro que esas amistades erotizantes eran mucho más inofensivas y banales que las que yo te propongo ahora.

Quizás lo que diferencia a Cabeza de Vaca del resto de los protagonistas del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo fue su percepción del mundo indígena. Y ello a pesar de su personal peripecia o tal vez por ella, pues arribó a las costas de Florida como conquistador y concluyó en prisionero y esclavo, sufriendo inauditas penurias en sus manos, hasta que su liderazgo y carisma lo aupó a una posición semi-sagrada de sanador, hombre enviado y gran chamán de las tribus que poblaban el sur de los actuales EE.UU. y norte y centro de México.

Una columna de opinión publicada hace unos días en Los Angeles Times ha supuesto, para los cimientos de Hollywood, un efecto sísmico similar al de los terremotos que, de manera recurrente, sufren aquellas latitudes californianas. Un temblor de tierra que invita a una reflexión sobre varios aspectos históricos y culturales.

Supongo que hace un par de semanas todos ustedes se quedaron tan sorprendidos como yo, cuando los noticiarios anunciaron que arribaban a Venezuela cinco petroleros cargados de gasolina iraní para que los motores del país pudiesen seguir arrancando. ¿Cómo era posible tal escasez en la nación donde se estiman las mayores reservas mundiales de petróleo? La respuesta era clara: ninguna de las cinco o seis colosales refinerías venezolanas era capaz de producir ni un mal barril de combustible apto para el consumo habitual.

¿Qué tiene de especial Japón para que un autor lo visite una y otra vez y divulgue tanto su cultura como su lengua? Un espacio geográfico en donde como apunta Jonathan López Vera “El actual emperador de Japón, Akihito (1933) es el 125º en ocupar el trono japonés siendo así ésta la monarquía hereditaria más antigua de las existentes actualmente en el mundo” Nuestro protagonista el profesor Carlos Rubio López de la Llave (Toledo 1951) no se lo pensó dos veces… Se considera como él mismo dice, “más que ninguna otra cosa, un viajero y también un mal poeta”.

Es verdad que si yo fuera Dios lo hubiera hecho todo de otra manera. Como creyente irredenta que soy, la hipotética responsabilidad de Dios es un tema que me apasiona, pero no quedan muchos interlocutores válidos para dilucidar este tipo de cuestiones. La única persona con la que podía especular y desbarrar sin complejos era Jorge Oteiza. Solíamos coincidir en lo fundamental, aunque en la discrepancia las batallas dialécticas podían ser a muerte.

La idea de convertirse en escritor -en buen y famoso escritor- debe antojársele a cualquiera una meta difícil, especialmente si se ha fracasado en los estudios. Sin embargo, a Thomas Mann, incapaz de concluir el bachillerato, le fue en ese sentido de fábula (infinitamente mejor que a su hermano, el también escritor, Heinrich Mann), hasta el punto de que su primera novela -Los Buddenbrook. Decadencia de una familia- alcanzó un éxito editorial tan notorio, que veintiocho años más tarde le concedieron el Nobel de literatura, básicamente por esta ópera prima. Lo cierto es que ni La muerte en Venecia (1913) ni La Montaña Mágica (1924), ni Tonio Kröger (1903), su composición más querida (se refería así a sus obras), ni ninguna otra, fueron mencionadas en la ceremonia de Estocolmo de 1929. Hay quien a eso lo llama “llegar y besar el santo”. Ignoro qué nombre le otorgó Heinrich, que siendo quien inició a Thomas en la escritura, tuvo que soportar que dijera de sus libros que eran tan malos que provocan un odio apasionado.

No existe un imán con más poder de atracción que la palabra “SEXO”. NI más sugerente, excitante, misterioso, prohibido y clandestino. De hecho, está considerado el reclamo más eficaz para el título de cualquier artículo, ensayo, novela, película o canción. Dicen que la jodienda no tiene enmienda y debe ser cierto. Algo parecido a “Información vaginal, éxito garantizado”, como diría Lola Delgado, flamante Fiscal General del Estado, espiada por el agente Villarejo 007.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

El lugar de don Quijote se encuentra en una parte de la Mancha más seca, sin embargo Cervantes lo describe como un lugar con cuantiosos recursos hídricos superficiales cuando don Quijote, derrotado por el Caballero de la Blanca Luna en la playa de Barcelona, vuelve a casa para cumplir el año de retiro impuesto, tomando la decisión de hacerse pastor durante este tiempo: "[…] yo compraré algunas ovejas [...] y nos andaremos por los montes [...] bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes, o ya de los limpios arroyuelos, o de los caudalosos ríos [...]" (Q2, 67). Sancho desespera porque llegue ese ansiado trabajo, oficio que había ejercido antaño, y, así, poder dejar el de escudero. Sancho ya imagina a su hija llevándoles la comida al campo, lo que indica que los parajes por donde apacentarán al rebaño de ovejas está cerca del pueblo: "Sanchica mi hija nos llevará la comida al hato".

La personalidad libérrimapensadora, creadora y controvertida del autor italiano hizo de su compromiso fieramente humanista, mandamiento y principio de insobornable independencia.

En el 132 aniversario del nacimiento de Fernando Pessoa (13 de junio de 1888), en la ciudad de Lisboa, la vida sigue siendo un gran teatro de voces: de nuestra infancia, casi olvidada; de nuestra adolescencia, siempre perturbada por el juego de los deseos; de nuestra juventud, atascada por la voluntad de los otros; y de nuestra madurez, perdida en la llanura del tiempo.

Por Luis Miguel Román Alhambra
Cuando Cervantes escribía el Quijote, la mortalidad en España ha sido considerada como catastrófica. Además de los fallecidos en las guerras, por causas naturales y en el parto, la población española estaba sufriendo epidemias de enfermedades infecciosas, como la peste, el tifus o la difteria, agravadas por las malas condiciones alimenticias e higiénicas en la población más humilde, siendo las causas de una altísima mortalidad entre la población.

Dos crónicas y una efeméride literaria han, levemente, sacado del aturdimiento a los escasos seguidores de eventos retóricos en la Colombia del coronavirus.

Las mujeres en comparación a los hombres tienden más a ocupar su tiempo libre en la lectura. Leen revistas de modas o libros generalmente géneros de romance, novelas rosa, ciencia ficción.

En un mundo globalizado como el nuestro en pocas ocasiones nos encontramos con personajes de la talla de nuestro protagonista un verdadero entusiasta del conocimiento y del estudio y un enamorado de la Pedagogía. Al profesor Antonio Piñero (Chípiona, Cádiz, 1941) se le puede leer en las distintas páginas digitales o en las diversas conferencias que ofrece a lo largo de nuestra geografía. Comenzó con un blog en Periodista Digital y han pasado ya diez años...

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.