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Firma invitada

20/08/2020@06:00:00
Hace cien años, quiso el Demiurgo regalar a la Humanidad una extensión de sí mismo en ese fabuloso creador de mundos que fue Ray Bradbury (22 de agosto de 1920 - 5 de junio de 2012). Si tuviera que definirle como escritor, lo haría con el nombre de un cuento y un libro de su autoría: El hombre ilustrado porque desde los doce años fue -como el tatuado hombre del relato- puro cuento de la cabeza a los pies.

Los predicados usuales en matemáticas, es decir, en geometría y en aritmética, dice Kant que son útiles al estudiar objetos físicos, que se “conocen”, mas no al hablar de ideas, que sólo se “piensan” y que carecen de objeto sensorial correspondiente. Aplicar dichos predicados en ideas, sugerimos, es causa de supersticiones, que provocan o contradicción moral, es decir, hipocresía, o indiferentismo cultual.

Me tenía prometido este par de páginas sobre la magnífica exposición de Ramón Masats en la Tabacalera de Madrid, pues si alguna vez he dudado, en mitad del tráfago de colorín y metacrilato de estas últimas décadas, sobre cuál era mi país, me bastaba con echarle un vistazo a cualquiera de sus fotografías para reconocerlo y acomodarme en él de inmediato.

Cuando el cuatro de Agosto de 1975 -tal día como hoy de hace 145 años- el escritor danés Hans Cristian Andersen (1805) fallecía víctima de un cáncer de hígado, se supieron de él dos cosas. Una, que en su testamento había legado parte de su fortuna a instituciones benéficas que proporcionaban formación a niños pobres. La otra, que llevaba al cuello la carta de Riborg Voigt, una joven con la que décadas atrás había mantenido un idilio.

Ya lo sabrán; murió Marsé. Y he aquí que andaba pensando en escribirles unas entusiastas líneas sobre la exposición de Ramón Masats en la Tabacalera de Madrid, cuando me senté a comer y el televisor me anunció con una bandita continua que Juan Marsé había muerto esa noche. De pronto caí en la cuenta y no pude sino imaginarme la risa que le habrá entrado al Java, al Sarnita y al resto de la canalla del barrio al saberlo, porque también es mala pata ir a morirse un dieciocho de julio y, encima, sábado; exactamente como aquel cuando los africanos pusieron al país patas arriba.

Para alguien que, como yo, ha ejercido de librero durante una larga etapa de mi vida, asistir al triste espectáculo del cierre de una librería es una situación dramática.

«¿Estamos siendo testigos de primera mano de lo que, en el imaginario hindú, es el arquetipo del habitante de Occidente, o nos estaban utilizando por razones pastiches?» Esta pregunta ha sido formulada por Armando Croda Naveda en uno de sus artículos en donde habla de la India en un monógrafico junto a otros autores. Es cierto. En la India aunque las cifras pueden variar nos encontramos con hinduistas un 83%, un 11% de musulmanes y una cifra bastante menor entre catolicos y protestantes. Sin embargo cada vez son más los trabajos efectuados por las relaciones bilaterales entre España y la India y lo que es la economía entre ambos países y muchos de ellos incluyen como es el caso de Pablo Bustelo en su «Chindia. Asia a la conquista del siglo XXI» algunas apreciaciones.

Publicamos en exclusiva diez microrrelatos del libro "Contrariedades", de Mario Pérez Antolín. El autor abulense es uno de los aforistas más importantes de nuestro país. Sus libros en este género (Profanación del poder, La más cruel de las certezas, Oscura lucidez, Crudeza y Contrariedades) han recibido elogios de escritores tan eminentes como Eugenio Trías, Victoria Camps, Joan Subirats, Vicente Verdú, Juan Carlos Mestre o Jaime Siles. Antólogo de Concisos, que reúne a los mejores aforistas españoles contemporáneos. Autor de cuatro poemarios: Semántica secreta, Yo eres tú, De nadie y Esta ínfima parte de infinito. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, al italiano y al francés.

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Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

El libro es aquel compañero de muchos que lo encuentran como un pasatiempo, una forma de viajar, entretenerse, inspirarse, etc. El 68,5% de la población española lee con frecuencia según la FGEE. Quizás muchos lean, pero pocos conocen las distintas partes de un libro y sus componentes.

“El Licenciado le dijo que le daría a un primo suyo, famoso estudiante y muy aficionado a leer libros de caballerías, el cual con mucha voluntad le pondría a la boca de la mesma cueva (la de Montesinos) y le enseñaría las lagunas de Ruidera, famosas ansimismo en toda la Mancha y aún en toda España.” (El Quijote, cap. XXII, 2ª parte)
La cuarta es haber sabido con certidumbre el nacimiento del rio Guadiana, hasta ahora ignorado de las gentes.” (El Quijote, cap. XXIV, 2ª parte)

La tradición cervantina alcazareña tiene cuatrocientos sesenta y dos años, remontándose a la propia época en la que vivió Miguel de Cervantes que fue bautizado en Alcázar de San Juan un 9 de noviembre de 1558.

Kant, en famoso soapuntamiento (1), quéjase de que los alemanes, al proferir la germánica palabra “Ästhetik” (lo captable sensorialmente), “estética” en español, signan con sinonimia también el término “Geschmacks” (lo agradable), “gusto” en español, que es ambiguo quehacer que estorba el escrutar científicamente la humana sensibilidad y el arte, vía hacia lo bello.

Me pregunta un lector, así como al desgaire, que si mi última novela publicada (Las fisuras, editorial Caligrama) es autoficción. Le miro con gesto contenido, sin saber muy bien qué responderle. Normal, pienso yo, hasta este lector que lee más bien poco, por no decir nada (un par de libros al año), ha oído hablar de la autoficción.

Escribo este par de páginas en las mismas vísperas del quinto aniversario de su muerte allá, en Zahara de los Atunes, donde inalterablemente veraneaba desde hacía más de cuatro décadas. Y lo primero que me asalta es algo que le divertiría mucho, pues Gómez de la Serna —madrileño como él y creador de una corriente humorística que sin duda Krahe heredó y revivificó por los tablados del país— afirmaba que los muertos envejecían en su ejercicio de difuntos, por lo que ya comienzo dudando si titulo a esta nenia “un lustro” o “un quinquenio”; aunque como Ramón no precisó a quién y cómo deben cobrarse los correspondientes devengos, optaré por lustro, que queda mucho más circunspecto y entonado con el género de la necrológica.

En el año 2013 se cumplieron cien años de la concesión del Premio Nobel al poeta indio Robindranth Tagore (1861-1941) Dos años antes - en el año 2011- se cumplió el ciento cincuenta aniversario de su nacimiento y es ahora cuando se cumplen 100 años de la Universidad Internacional de Visva-Bharatti (La Voz Universal) de Robindranath Tagore. Es una de las figuras más relevantes del movimiento cultural, sociológico y espiritual que sacudió a las clases altas de la sociedad india en el siglo XIX.

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Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.