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Firma invitada

PLAZA DE GUIPÚZCOA

06/04/2021@02:00:00
Para que luego digan que las redes sociales son cutres. Esta frase de Bernard Shaw, premio Nobel de literatura la he leído en Instagram: “Los políticos y los pañales deben cambiarse con frecuencia, ambos, por la misma razón”. Ni yo lo hubiera expresado mejor.

Es difícil leer la obra literaria de una celebridad histórica sin que se imponga ya no solo la simpatía o la antipatía que nos provoque, sino también esa viciosa pedantería de buscar entre las afirmaciones y los renuncios de sus personajes ficticios las más nítidas justificaciones de sus acciones reales.

Este año en Centroamérica estamos celebrando el bicentenario de nuestra independencia. Durante 200 años, esta región ha visto nacer a incontables personalidades. Todas ellas nos han dejado un legado extraordinario e inolvidable, especialmente en lo literario, y este, “el año del bicentenario”, es la excusa perfecta para rendirles un merecido homenaje a todos los héroes que lucharon por nuestra soberanía. A la par, también estaremos homenajeando a los grandes hombres y mujeres que han hecho historia dentro y fuera del abdomen de América.

Se lo oían decir frecuentemente sus familiares y amigos: Yo nací en el año cero. Lo dejaba caer con esa guasa aragonesa con la que, según su hija Carmina, aderezaba ella frecuentemente su conversación. Y no le faltaba razón a María Moliner para decir esto, porque en efecto, ella fue una de las inauguradoras del siglo XX, de las más ilustres además.

«Actúa sin actuar, ocúpate en no ocuparte en nada, saborea lo que no tiene sabor. Tanto en lo grande como en lo pequeño, cuando se tiene todo por fácil, por fuerza se encuentra todo difícil. De ahí que el sabio tenga todo por difícil y así nunca tropieza con dificultades” (Lao zi)

Estas palabras «Adiós Tíbet, adiós» podrían haber sido pronunciadas por el último de los grandes aventureros, Heinrich Harrer, conocido por su libro, Siete años en el Tíbet que lo han convertido en toda una leyenda pues según las últimas cifras se han vendido unos cuatro millones de ejemplares en todo el mundo y ese ha sido el motivo por el cual el actor, Brad Pitt hizo de protagonista en una película basada en el mismo.

Desde tiempos inmemoriales, desde la época de las cavernas que existen aquellos, aquellas que cuentan historias.

La importancia de la mitología griega para con la cultura occidental y las formas de vivir no solo de las gentes de Occidente, sino también de las de más allá, es algo a tener en cuenta. La influencia de la Antigua Griega en el día a día está incluso presente en las vidas de quienes por completo desconocen quiénes son las figuras más importantes de una Grecia que se consideró mitológica desde los años 900-800 A.C. en adelante. Una en la que personajes como Ulises o lugares como Troya tienen una relevancia capital y han sido estudiados y examinados en profundidad a lo largo y ancho de la historia de la humanidad.

Mi amigo Alfons Cervera acaba de publicar Algo personal; una colección de cincuenta artículos sobre otros tantos títulos literarios que considera memorables. Lejos —como explica en el prólogo— de tener la menor pretensión académica y, por supuesto, de haber aplicado criterios filológicos para componer la selección, Alfons ha escogido este medio centenar de obras, sencillamente por la huella íntima que le dejaron sus lecturas a lo largo de la vida; es más, esta arbitrariedad atañe también a su número, pues podía haberse limitado a treinta o a atreverse a llegar hasta setenta o cien; en cambio, Cervera nos ofrece cincuenta; tal vez porque le resulte la cifra adecuada para armar un tomo con el que amenizar a cualquier lector sin cometer exceso alguno.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

"Más del 80% de las mujeres prostituidas en España son víctimas de trata” ("La opinión de Murcia”, 20 de septiembre de 2020)

En estos días he leído Mercancía robada, un testimonio autobiográfico de Lluna Vicens, una española que, a los 18 años, fue atraída lejos de su hogar y su familia con el engaño de un puesto de trabajo como guía turística, drogada, encerrada, violada, maltratada y sometida a esclavitud sexual. Es una lectura muy sencilla, sin rodeos ni eufemismos, directa y durísima, desgarradora en su franqueza, que causa en el lector una sensación de impotencia, rabia e injusticia atroz, y lo lleva a asomarse al abismo de la depravación humana, del sufrimiento de víctimas tratadas como ganado de usar y tirar, aisladas, golpeadas, aterrorizadas y sometidas a las peores vejaciones que alguien pudiera imaginar. Y todo ello solo por dinero: porque en ese inframundo de la trata de seres humanos, mujeres y niñas (que son hasta el 20% de las víctimas de la trata y explotación sexual) son un pedazo de carne que se compra, se vende, se alquila y, cuando las han destrozado físicamente, si no han logrado escapar, se elimina. Literalmente.

La personalidad creadora del autor de Estrella distante se deja sentir en sus obras. La singular óptica con la que abordaba la literatura hacia de esta un arca donde embarcar las especies literarias de su sobresaliente imaginario.

Menos mal que nunca me he tomado en serio a Irene Montero. Si no, estaría acojonada después de verla predicar su catecismo feminista en el “pulpillo” del “Sálvame”.

Jorge Luis Borges asseverates in scarce, arid lines, that F. S. Fitzgerald, whose vital mission was “to be brave”, represents, more than other authors of the American Jazz Age, the World War I´s post-days[1]. The Great Gatsby[2], ergo, is a historic document. H. L. Mencken declares that the Gatsby´s plot is just a “glorified anecdote” developed in “bawdy house parties”, in colorful fallacies that are inhabited by “marionettes”. Such an anecdote is valuable, he affirms, due to “the charm and beauty of the writing”, due to the sentences, which “roll along smoothly, sparklingly, variously”[3]. We will test these three adjectives.

El movimiento almohade surgió en el Atlas africano en el primer tercio del siglo XII. Nació de la mano de algunas tribus bereberes reunidas en torno a Ibn Tumart, líder indiscutible. Su doctrina se basaba en la recuperación de la esencia del Islam mediante el retorno a sus fuentes originales: el Corán y la Tradición del Profeta.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Vaticiné un 2020 apestoso y catastrófico, bisiesto y capicúa al revés. No me extraña que la pandemia se oficializara con los Idus de Marzo. Todo lo que tenga que ver con los números me da yuyu, tío. La aritmética es la ciencia sagrada y Pitágoras su profeta. Con estas cosas del esoterismo soy muy cuidadosa y selectiva. No te vas a creer a cualquier chamán, iluminado, gurú, epidemiólogo o “experto” que te quiera vender la moto.

Contamos historias desde siempre. El ser humano pregona su fragilidad contándolas. Al fin y al cabo, cada historia que se cuenta es una vida. Vida contada o escrita para ser escuchada o leída.

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.