www.todoliteratura.es

Firma invitada

PLAZA DE GUIPUZCOA

02/03/2021@02:00:00
No te quejes, ahora mismo puedes ir a Canarias siete días por 257 euros, avión y hotelazo cuatro estrellas incluido. Solo falta una banda de música al pie de la escalerilla y que salgas en el NO-DO como el turista un millón. Dirás que se me va la olla. Sí, es posible, pero también te digo que prefiero que se me vaya la olla por exceso que por defecto.

¡Que bellas son las madres! Especialmente las madres amorosas que se entregan incondicionalmente en cuerpo y alma a cuidar con toda la delicadeza del universo a sus descendientes, aplausos para todas las madres emprendedoras, que hacen hasta lo imposible por darle lo mejor a su hijos y qué todas ellas marcan la diferencia con el vivo ejemplo que cotidianamente le brindan a su entorno, especialmente a las jóvenes.

Hoy, 23 de febrero de 2021, se cumplen 200 años de la muerte del poeta británico John Keats en Roma. Sus restos descansan en el cementerio acatólico de la ciudad eterna al lado de la pirámide de Cayo Cestio. Un lugar donde la brisa sigue soplando en primavera bajo el designio de los versos del poeta. Un lugar en el que reposa junto a las cartas —que no pudo leer en vida— de su amada Fanny Brawne, y un mechón de pelo de su hermana pequeña Fanny Keats, ambos, símbolos de todo aquello que no fue o no pudo ser.

Los ruiseñores solo se dedican a cantar para alegrarnos. No estropean los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen más que derramar su corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar a un ruiseñor

Se cumplen cinco años del fallecimiento de Nelle Harper Lee (Monroeville, Alabama 28 de abril de 1926 - Monroeville, Alabama 19 de Febrero de 2016). Sin embargo, su voz se apagó mucho antes de morir. Fue en 1961, cuando Matar a un ruiseñor, su primera y única novela ganó el premio Pulitzer. ¿Qué acalla la voz de un autor?, ¿qué la hunde en el silencio? En ocasiones, lo que la sepulta es el fracaso. A Herman Melville le costó la alegría y las ganas de escribir que la crítica calificara Moby Dick de novela extravagante e ilegible. Tanto sufrió por el desprecio de sus contemporáneos hacia su trabajo, que más de un siglo después, un conmovido Ray Bradbury “se transportó” en una máquina del tiempo hasta su lecho de muerte para consolarle y anunciarle una vida eterna en manos de los lectores del futuro. El cuento se llamaba “Los últimos sacramentos” y era una especie de redención premortem a sus autores preferidos.

PLAZA DE GUIPUZCOA

Odio la hipocresía y la falsa humildad (y más cosas que no vienen a cuento). Tampoco es necesario ser tan explícito como Cristiano Ronaldo: “me envidian porque soy guapo, rico y buen futbolista”.

La noche anterior a la cita: angustia, hubo una tormenta a comienzos de la semana anterior y durante dos días los centros de vacunación permanecieron cerrados. Quizás aplacen la cita, pensé, y si la aplazan no se sabe por cuánto tiempo, y el virus campea por las ciudades de América.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Me pregunto cuándo coño se fue todo a tomar por saco. Ya no queda piedra sobre piedra. La aniquilación de las jerarquías, la mezcla de clases y esa perversa negación de la autoridad (estos sí que son negacionistas).

La época en la que vivió Sigmund Freud, autor de la teoría psicosexual, era habitual una fuerte represión del deseo sexual, sobre todo femenino. Esto hizo ver al psicoanalista, que existía una fuerte relación entre la neurosis y la represión sexual, por lo que era posible entender la naturaleza y la variedad de la enfermedad, al conocer la historia sexual de un paciente. La represión, fue el primer mecanismo que Freud descubrió y que hace referencia a que la mente borra eventos y pensamientos que son dolorosos si se mantienen en el nivel consciente.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

Los templos se destruyen al igual que las casas. Vuelven a construirse otros, habitados por otros dioses, otras gentes. Construir es lo que permanece» (Chantal Maillard. «Galta» en Diarios Indios)

El Camino del Tao es el Camino correcto. En una clase un profesor se encuentra con distintos alumnos que han venido de lugares geográficos distintos. Y no solo eso sino que hablan idiomas inentendibles y el profesor tiene que aprender poco a poco a comunicarse con ellos y lo consigue enseñándoles aquello que él mismo ha aprendido y que ofrecía a otros alumnos cuando daba clases en un colegio con un nivel mayor. Nuestro autor, Juan Almirall es Doctor en Filosofía y Licenciado en Derecho pero desde joven se ha sentido interesado por lo que se denomina Conocimiento.

PLAZA GUIPÚZCOA

Si no supieras que Jeff Bezos es el dueño de Amazon y el tipo más rico del mundo, no le mirarías dos veces. Sin el smoking que le obliga a ponerse su novia parece un vendedor de coches de la América profunda. Ella sí que tiene morbo, gancho y unas tetas enormes recauchutadas.

«En Bosnia yo encontré a tres corresponsales españoles que hicieron un gran esfuerzo por encontrar la verdad, Alfonso Armada, Ramón Lobo y Ricardo Ortega» (Juan Goytisolo)

Cuenta Orhan Pamuk en las primeras páginas de su libro «Estambul. Ciudad y Recuerdos» (Editorial Mondadori) que le gustaba hablar de ese otro que era el mismo y se creaba así unos personajes, unas historias que le hayan llevado a ser lo que es hoy. Muchos periodistas hacen ese mismo trabajo, cuentan historias para como dice el dicho ya muy utilizado, estas no se vuelvan a repetir. Iniciamos está vez una conversación sobre periodismo que sucedió como las historias hace ya algún tiempo, RAFAGAS.

Había quedado atrás la Córdoba Omeya y los tiempos que se avecinaban eran revueltos, tumultuosos e impredecibles en al-Andalus. Los almohades se oponían al poder almorávide y surgieron como un movimiento en contra de la relajación y de la corrupción en el poder de estos

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

La benemérita profesora titular, Margarita Cabrera Sánchez, de la Universidad de Córdoba, descubrió los diecinueve nuevos documentos históricos de mayor magnitud sobre el bachiller Juan Díaz de Torreblanca, esposo de Isabel Fernández, y sus familiares, residentes de la ciudad nativa del gran escritor romano de las obras de carácter moral, Lucio Anneo Seneca (4 a.C-65 d.C.).

Si la desolación no nos aplastase, este año deberíamos de encararlo como una espléndida celebración del cine español, pues ni más ni menos que se cumplen los centenarios de Luis García Berlanga y de Fernando Fernán Gómez…

«No se hallaba sobre mi mente como el cielo sobre la tierra o el aceite flotando sobre el agua, sino que estaba por encima de mí porque era mi creador y yo por debajo porque era su criatura» San Agustín, Confesiones, VII, 10.

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.