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Firma invitada

PLAZA DE GUIPÚZCOA

20/08/2024@07:07:00
Lo entiendo, lo comprendo. Con el sol, el calor y las endorfinas se nos va un poco la olla. Es verano, la gente fluye, se dispersa, se ilusiona. Hasta Letizia ha dado un paso más superando sus propias líneas rojas. Su vestido corte sirena Hugo Boss, plateado, insinuante, súper escotado tan ceñido que se marcaba todo (y todo es todo) ha provocado un escándalo internacional.

Entre los años 1897 y 1898 Jack London viajó a Alaska, movido por la fiebre del oro. Otra fiebre mucho menos efímera y de mayor calado, mantuvo al español Segundo Llorente, en ese país de los eternos hielos llamado Alaska, durante cuarenta años.

Cuando el histrionismo y la inmadurez psicológica afloran en el discurso político, como forma de captación del electorado y como elemento argumental para convencer al incauto votante, que se deja llevar por las emociones cultivadas a través de la posverdad, que nos venden determinados políticos, todo está abocado al caos, la inseguridad y la confrontación. Solo es necesario darse una vuelta por esos mundos discursivos de la política para ir identificando la insolvencia de muchos políticos y políticas que, incapaces de dotar a sus discursos de una mínima solidez argumental, se cierran en banda y, en lugar de exponer razones, proyectos y propuestas que solucionen los problemas de nuestra sociedad, recuren a la descalificación del contrincante sin mostrar su cartas abiertamente.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Este artículo es un clásico del verano, como cuando Ana Obregón posaba metiendo tripa jugueteando con las olas en las playas de Mallorca. Qué tiempo tan feliz. Éramos tan jóvenes.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Tal y como está el patio, nos viene a güevo la mítica frase de Otto Von Bismarck: “España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos intentando autodestruirse y aún no lo ha conseguido”. Ahí tuvo buen ojo el mariscal.

Para intentar entender el momento actual en las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, o para ser más precisos, la situación en que se encuentra el presidente Biden, tenemos que revisar la historia y veremos que el presidente no es el único responsable de la catástrofe a la que nos enfrentamos.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

No tienen piedad con Joe Biden. Luego dicen que la democracia es un avance de la humanidad ¿Qué humanidad? Cada vez somos más intolerantes.

The very first line of Aristotle’s Rhetoric runs thus: “ ῥητορική ἐστιν ἀντίστροφος τῇ διαλεκτικῇ” (1). The quite wise ancient Greeks weened that every law-abiding democratic free citizen should be a dialectician and grasp the subtleties of that antistrophe, rhetoric, to shun being fooled by politicians, who are wont to stare at public opinion so as to learn from it which kind of enthymeme is the most persuasive in the agora (2). Public opinion has four faces, videlicet: orientation, degree, causality, and expectation. According to this, there must be four sorts of rhetoricians, and each one must’ve a specific class of audience. Such a couple gives rise to the question concerning the syllogisms, styles, moods, and proofs that an orator may handle to be a cajoling tongue. And, in our age, an age in which telecommunications are the main outlets of politicians, it’s unavoidable to deem the traits of the media they’ve at hand.

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Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

¡Cómo somos los anotadores del Quijote! Con aquello de se non è vero, è ben trovato, bajo cada piedra pretendemos haber descubierto lo que a otros les pasó por alto. Bien decía Francisco Rodríguez Marín un siglo atrás, en su edición profusamente anotada:

1- La construcción del silencio

En su imprescindible libro El tiempo en ruinas, el antropólogo francés Marc Augé vuelve sobre un concepto que ya había delineado en un volumen anterior (Los no lugares. Espacios del anonimato) y amplía su desarrollo: aeropuertos, cadenas hoteleras, supermercados, autopistas o centros comerciales pueden definirse como no lugares en tanto su principal vocación no es territorial, su fin no es crear identidades singulares (más bien tienden a subsumirse en la homogeneidad de lo idéntico: un local de McDonald’s es exactamente igual a otro local de McDonald’s; tal la lógica de la cadena comercial, una cadena donde todos los eslabones son y tienen que ser iguales) y se constituyen como pasajes de comunicación, circulación y consumo; vale decir: predios asentados en y atravesados por la más exasperada funcionalidad. Idénticos a sí mismos derivan, necesariamente, en la redundancia y pueden ser caracterizados, tal como lo hace Augé, como “espacios de lo demasiado lleno”, donde el rasgo más relevante es la saturación de seres humanos y, por lógica consecuencia, espacios donde cada ruido hace su habitación, para decirlo de cervantino modo.

Al celebrarse el centenario de la muerte del escritor Gonzalo Torrente Ballester recuperamos una de sus obras Santiago de Rosalía (1989) no siendo la mejor, pero sí donde el autor nacido en el Ferrol en 1910 se encuentra con el Santiago de Compostela que a lo largo de los años ha tenido y tiene su historia...

En el ocaso de la vida, ahí, en el frío suelo, ante la mirada lacónica de mi estirpe, escuché más gemidos y más lamentos... ella también había partido. Atónito, con los últimos de mis alientos, escuchaba como si me alejara, como si rápido caminara y los sonidos e imágenes fueran menos diáfanas.

Las mitologías, las leyendas, las ficciones –algunos de los nombres que urden esa intrincada trama que se agrupa bajo el común denominador de Historia- dan cuenta de diversas construcciones que han incidido con singular intensidad en el imaginario colectivo y que reclaman, cuanto menos, una breve reflexión.

Si el intento de asesinato de Donald Trump hubiera tenido éxito, América estaría en llamas. Afortunadamente no fue así. Pero no es un acto del pasado, es un terrible acto del presente que tiene raíces--no busquemos culpables--, que nos llama a la reflexión. No sobre el resultado de las elecciones, no, sobre el futuro de América.

Una casualidad demasiado sospechosa pide siempre ser interpretada como causalidad. Por ejemplo, la de que el populismo prospere exactamente a la misma velocidad que la cultura desfallece. Sabemos que existe una vieja pugna del arte y del pensamiento con las fuerzas ultraconservadoras, que no es en absoluto privativa de la historia de España, aunque aquí ha resultado especialmente feroz. Basta evocar la cerril proclama de un clérigo servil dirigida a Fernando VII: “Lejos de nosotros, señor…” Y lo que sigue. Aunque sabemos que la cita atribuida no es exacta.

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Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.