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Firma invitada

PLAZA GUIPÚZCOA

11/01/2022@04:00:00

Lo que me han traído los reyes ha sido incomprensión y quejas. Mira que he tenido columnas polémicas, pero ninguna tan criticada como la del martes pasado.

Este año viene abarrotado de deslumbrantes efemérides, particularmente para Francia. En unos quince días, por ejemplo, se hallarán ante el cuarto centenario del nacimiento de Molière y para febrero les cumplirá un siglo de la publicación del Ulises, por Shakespeare & Co., en París, y en septiembre, los doscientos años de la transcripción del jeroglífico por Champollion y, después, vendrán los condolidos fastos por la centena de noviembres transcurridos desde la muerte de Proust, y luego… Qué sé yo cuanto más. Pero no crean que se apurarán; al contrario, a los franceses les cunden tanto las conmemoraciones que no me extrañaría nada que mientras les escribo estas líneas estuviesen preparando ya el septuagésimo quinto aniversario de aquella inaugural y asombrosa colección New Look, de Christian Dior.

Sí un grupo de monjes tibetanos llamará a nuestra puerta para comunicarnos que nuestro hijo es la reencarnación del lama Dorje, gran maestro, y que debe de partir cara al monasterio de Paro Dzong en Bhután, ¿cómo nos comportaríamos? Eso es lo que le ocurre a una pareja normal de Seattle. Muchas personas han conocido el budismo tibetano gracias a películas como está de Bernardo Bertolucci «El pequeño Buddha» o «Siete años en el Tíbet» del desaparecido, explorador, Heinrich Harrer, maestro del actual Dalai Lama, libro del que se han vendido cuatro millones de ejemplares en todo el mundo y que luego sería llevado a la pantalla por el actor Brad Pitt. Pero, ¿qué tiene el budismo que tanto nos atrae? ¿Cuál es su historia?

«Son los españoles que aman más la honra que la vida, y temen menos la muerte que la infamia» (Sancho de Londoño, “Discurso…”)

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

Con arreglo a la documentación original y las obras maestras del «Rey de la Literatura española», Miguel, y Rodrigo, su hermano menor, desde su niñez, sintieron la llamada a la grandeza del alma y abogaron por el honor, la integridad, la justicia, el liderazgo y la victoria.

En mi confesión inicial les diré que no puedo considerarme una experta en West Side Story, pero sí una fiel apasionada de esta obra musical nacida en 1961 de la mano de los directores Robert Wise y Jerome Robbins, así como de la inconfundible melodía de Leonard Berstein.

Cierro las tapas de la tercera novela consecutiva que leo de Malraux y una única palabra me viene a la mente: fraternidad. Es la que más se repite en su obra. Es como el buque insignia de su literatura, de su forma de asimilar y explicar algunos de los episodios más dramáticos y apasionantes que pueblan sus historias, sus vivencias y parte de la historia del siglo XX. En Melville, sin embargo, esa hermandad se nutre de obcecación y fatalidad, como si la conducta de sus personajes diera vueltas en círculos para acabar en el mismo vacío.

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

La obra de Luisa Padrilla y Manrique constituye un “manual de autoayuda” para la “reformación de nobles” poco comprometidos con el gobierno de su tiempo. Valiente y sin coraza, no disimula su interés por temas políticos tan del gusto en ambientes literarios masculinos.

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

El benemérito historiador Julio Mayo Rodríguez, archivero municipal de los Palacios y Villafranca, de la provincia de Sevilla, y autor de los excelentes estudios históricos y culturales, verbi gratia, «Descubrimiento de la Imagen de Nuestra Señora de las Rocinas: estudio interpretativo de la leyenda que vincula a la ermita y a la Virgen del Rocío con Almonte» (Huelva, 2015), «Francisco de Paula Baquero, cofundador de la Academia Sevillana de Buenas Letras» (Sevilla, 2009), y «Romería y procesión de la Virgen de Consolación de Utrera: siglo XVII y XVIII» (Sevilla, 2000), descubre tres nuevas joyas documentales de vital importancia, con una firma autógrafa del «Rey de la Literatura española», para la biografía del «Príncipe de las Letras españolas», dejadas en el tintero por los biógrafos cervantinos.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

Publicamos siete poemas de "Cada vez que muero", la poesía completa del aforista Mario Pérez Antolín.

“La televisión es muy comunicativa, cuanto que la enciendo me paso a otro cuarto y me pongo a leer un libro”
Groucho Marx”

De vez en cuando, como para aliviar las penas comunes, las mi serías que a veces nos ahogan, llega una noticia importante. Y ayer nos ha caído como si fuera del cielo que, con esto de los encerramientos de ciento de miles de personas el placer de leer ha aumentado algo así como un quince por ciento. Escribo que es buena noticia porque un pueblo que no lee nunca podrá ser próspero y rico y un poco menos alborotador y escandaloso.

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

La obra literaria de la doctora panameña Rosa María Britton reflejó la situación vulnerable de muchas mujeres en su país. Obtuvo reconocimientos, premios y mucha fama por su labor en hospitales panameños y su poligrafía comprometida.

Recuerdo otras difuntas, como la espléndida Miessner que alcancé a ver todavía en la calle Lista y que luego se vino cerca de mi apartamento, a la acera del María Guerrero y donde expuso parte de la biblioteca de Pablo Neruda, o la exquisita Dédalus, en la plaza de santa Bárbara, en los mismos bajos del piso donde vivió Zorrilla, el del Tenorio, que por mínima casi amontonaba los tomos, aunque menudos títulos: uno hallaba allí siempre lo más valioso del momento, y ahora la prensa anuncia que la Noche de Reyes, esa prodigiosa fecha que hasta mereció el título de una comedia de Shakespeare, cerrará la más modesta y casi de barrio librería Pérgamo.

Que el Quijote es un libro de humanidades pocos lo dudan. También muchos conocen que en él se contienen principios básicos de ética y de comportamiento.

Cuando a finales de 1996 mi amigo Julen agonizaba en un hospital de Bilbao donde había ingresado por complicaciones derivadas del VIH, tuve la certeza de que todo aquello que habíamos vivido en el pueblo, lo del caballo, la kale-borroka, el rock radical, debía ser contado para no repetir los mismos errores. Julen apenas podía hablar, se ahogaba. Él no me dijo lo de escribir, no se le habría ocurrido. Él dijo lo de las películas.

Walter Starkie (1894-1976) fue un irlandés que dejó una profunda huella cultural en España. Además de músico –su especialidad era el violín--, el interés por la cultura española le llevó a ser un reconocido estudioso de Cervantes, y también folclorista, experto en flamenco –estuvo en contacto con las principales figuras del cante-- y gran admirador del mundo gitano y sus costumbres.

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.