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Firma invitada

08/04/2022@06:00:00

Ante una masacre como la de Bucha no caben razones: sólo el espanto ante el horror. No obstante, cuando cualquier guerra entra en la espiral de lo aberrante es cuando más conviene ahondar en sus orígenes. Nada disculpa la responsabilidad de Putin. Tendemos a olvidar, sin embargo, las sucesivas abdicaciones que han precipitado esta vuelta atrás en la historia. Conocemos la geopolítica de bloques. Hablemos de la geopolítica energética subyacente y de sus derivadas macroeconómicas.

Acaban de cumplirse 250 años del fallecimiento del científico, ingeniero militar y visionario Emanuel Swedenborg (Estocolmo, 29 de enero de 1668-Londres, 29 de marzo de 1772), una de las personalidades más fascinadoras, enigmáticas y atípicas del Siglo de las Luces, una celebridad tanto por sus investigaciones científicas como por su extemporáneo viraje hacia la investigación espiritual. Tras un golpe de timón, Swedenborg, un hombre que vivía en exclusiva por y para la ciencia, se adentró sin saber lo que hallaría en un piélago tenebroso, visitado por apenas un puñado de poetas, profetas y santos, y escribió sobre él, obras de contenido tan insólito y sorpresivo, que dejó boquiabiertos a sus ilustrados lectores.

El libro me espía, lo sé. Lo abro y compruebo que conoce todas mis emociones. Soy el observador observado.
Ludovico Ariosto
Publicamos unos aforismos del vate gallego Ricardo Martínez Conde recientemente publicados en su libro "La conciencia del río".

Todavía recuerdo cuando, apenas comenzada El nombre de la rosa (1980), el novicio Adso se quedaba absorto ante la portada de la capilla de la abadía. En aquella sucesión de figuritas sobre las arquivoltas, rodeando a la divinidad de su tímpano, el jovenzuelo hallaba prefigurada minuciosamente la gloria a la que aspiraba su alma tras la muerte. Al reproducirnos estas ensoñaciones del frailecico, Umberto Eco deseaba transmitirnos la mentalidad dominante durante el Medievo, donde lo icónico se había impuesto arrasadoramente sobre la palabra escrita; circunstancia capital para entender la época. Y tal vez porque la había orillado en “La Edad Media ha comenzado ya”, primera de las ponencias recogidas en el tomo La nueva Edad Media (1974), le urgiese exponerla con el detenimiento con que se explaya en este singular pasaje novelesco.

No vamos a hablar aquí del salero con el que algún dirigente dispone sobre la soberanía del Sáhara “español” ni sobre las guerras verdaderas que nos afligen (dejamos los temas de actualidad para la incisiva y simpar Begoña Ameztoy), pero sí de curiosidades sobre una guerra del pasado y, en general, de un fenómeno lingüístico bien conocido: el de usar nombres propios como comunes.

PLAZA DE GUIPÚZCOA

Yo creo que mucha gente miente, no dice lo que piensa o no dice la verdad. No te equivoques, son cosas distintas. Si mientes, tienes intención de engañar, y eso es pecado, que lo sepas. Como cuando Joe Biden dice que agradece la firmeza y unidad de Europa. Al yanqui le importa Europa lo mismo que a mí la Champions League. Cero pelotero.

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

Destacan su activad política y sus artículos como periodista en defensa de los derechos sociales e individuales de la nueva mujer rusa. La obra literaria de Aleksandra Kolontái recoge una amplia y “revolucionaria” temática femenina para su época, hoy de gran actualidad: la prostitución, el placer sexual de la mujer, la maternidad...

Ucrania y el Guernica de Picasso

El bombardeo de Mariupol (Ucrania) por las fuerzas armadas de Rusia nos ha recordado en su crueldad la masacre de la villa vasca de Guernica durante la Guerra Civil española, perpetrada por aviones alemanes de la Legión Cóndor bajo mando del ejército nacional. Y este “crimen de guerra” ruso, como lo calificó días atrás la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, me trae a la memoria la gestación y el simbolismo del Guernica de Pablo Picasso, considerado el mayor alegato artístico antibelicista del siglo XX.

FIRMA INVITADA

Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

“…Imagina que llegas a una fiesta. Pero no a cualquier fiesta, a una de disfraces. Recorres la sala disimuladamente con la mirada buscando alguna cara conocida. Te acercas a servirte una bebida, picas algo de comer. Vuelves a mirar a tu alrededor y te preguntas si tu disfraz de astronauta ha sido una elección acertada. Ya es demasiado tarde para replantearse esa decisión así que sonríes a alguna persona que te suena, pero no terminas de ubicar, y finalmente te acercas al rincón donde están tus amigos. Algo pasa, están en un círculo cuchicheando y aunque eso no te sorprende, te intriga saber el motivo de tanto murmullo. Tu amiga se vuelve, algo incómoda, y señala discretamente (o eso cree ella) a uno de los invitados. El susodicho al que tú y tus amigos conocéis viene a saludar. Aparece disfrazado de un famoso cantante de rap… y un sentimiento incómodo recorre tu cuerpo. No sabes muy bien por qué, hasta que te das cuenta de que se ha pintado la cara de negro, de negro betún. Al puro estilo de Baltasar en la cabalgata de tu pueblo de la sierra madrileña. No sabes muy bien cómo reaccionar. Aparte de tus tres colegas nadie en la fiesta se inmuta. Quieres decir algo, pero no sabes muy bien qué”.

Henry Louis Mencken was a penetrating writer, who represented the crux of the journalism of America. Then, a philosophical analysis of his work will be useful to understand that journalism. To do this, I have perused A Gang of Pecksniffs[1], which is a compendium of texts engaged against the hypocrisy of mediocre newspapermen. Our point d’appui could be this simple Kantian sentence: we can not know things in an objective manner. Our necessary representations a priori, like geometry and arithmetic, give a form and an order to the various data coming from the exterior world.

[1] Mencken, Henry Louis, A Gang of Pecksniffs. New Rochelle, New York: Arlington House-Publishers, 1955.

Llevo unos meses trabajando en el borrador de una novela corta. La historia es simple, lineal y clásica en su desarrollo: dos amigos de la infancia se reencuentran, luego de treinta años, y ponen sobre la mesa hasta qué punto siguen o no siendo aquellos hermanos inseparables que un buen día la casualidad (o el destino, según uno de ellos) había caprichosamente reunido. A partir de ahí comienza un diálogo nutrido de antagonismos que acaba por desmadrarse hasta el final de la historia.

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

Premiada por su influencia literaria, destaca su obra como poeta y ensayista, traductora, compositora y docente. Idea Vilariño es una gran amante del folklore uruguayo, compone canciones icónicas pertenecientes a la música popular de su país.

Durante los dos años que hemos estado sometidos a esta pútrida epidemia, hemos ocupado muchos ratos sueltos especulando en cómo sería el porvenir cuando hubiese desaparecido —o al menos, cuando hubiese quedado reducida a una infección habitual, como la gripe o como cualquier otra de esas enfermedades estacionales y más o menos controladas—; pero, de pronto, ha estallado la guerra en un extremo de Europa; más allá de la Besarabia, en las inmensas llanuras del Dniéper, y ha borrado, como si fuese un estruendoso sortilegio, a la Covid-19 de nuestras mentes; por más que en nuestros hospitales siga matando a un centenar de personas por día.

PLAZA DE GUIPUZCOA

No es fácil hacerlo bien. Guiñar un ojo es más que una mueca sutil, graciosa o cómplice. El guiño encierra un lenguaje oculto y secreto. Es como bailar. No vale aprenderse los pasos.

GALERÍA DE ESCRITORAS SINGULARES

Lady Augusta Gregory recopiló el amplio y variado folclore irlandés, llevada por el compromiso de identidad con su patria. Constituyó un punto de referencia en el llamado renacimiento irlandés, convencida de su patrimonio cultural.

FIRMA INVITADA

Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.