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Firma invitada

PLAZA DE GUIPÚZCOA

08/08/2023@06:06:00
Thomas Hobbes, insigne filósofo del siglo XVI definió la vida como “desagradable, brutal y corta”. Depende con qué gafas la mires. Pregunta a Sánchez y Feijóo. Filosofa, especula y encarga a Michavila las encuestas que te dé la gana, al final te toca lo que te toca.

Aun a riesgo de que estos artículos, con tanto conmemorar decesos célebres, parecieran una sucesión de pomposas necrológicas, me había propuesto recordarles que el próximo jueves se cumplirán cien años de aquel viernes cuando, dadas ya las diez de la noche, moría en Cercedilla Joaquín Sorolla Bastida.

La alarma suscitada por los avances en Inteligencia Artificial no contemplaba el éxito arrollador de la comedia de moda, naturalmente ‘Barbie’, la primera película en imagen real de la terrorífica muñeca creada por Mattel, convertida en icono del feminismo posmoderno. La teoría de las sincronicidades sí contemplaba que pudiera coincidir con un biopic aparentemente antagónico como ‘Oppenheimer’, basado en la vida del físico teórico que inauguró la Era atómica.

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He vuelto de Barcelona de uno de esos fiestones VIP que te obligan a rebuscar en el fondo de armario las sandalias Michael Kors print de cocodrilo. 10 centímetros de tacón aguja como para despeñarte. Menos mal que domino el arte de sortear obstáculos.

Alberto Núñez Feijóo es un excelente gobernante, aunque excesivamente confiado y poco agresivo como lo son todos sus compatriotas celtíberos. Las trampas de Pedro Sánchez han hecho mella en él y su triunfo electoral ha quedado resentido.

En el capítulo VIII de la primera parte del Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) trae a sus páginas la historia de un héroe legendario, quien se hizo célebre en la batalla de Jerez de la Frontera (1231), durante el reinado del rey Fernando III de Castilla (1199-1252), llamado «el Santo», con la siguiente cita:

Ayer, con las votaciones, concluyó una campaña electoral sudorosamente larga: ni más ni menos que comenzó al día siguiente de los comicios municipales; es decir, el mismo suma y sigue prolongado durante mes y medio. Aunque no niego que haya presentado sus alicientes como el monumental atasco de Correos que el probo empeño de los funcionarios ha podido salvar con decoro, o esa otra novedad de los trackings diarios bajo la cabecera de los periódicos, que la ha envuelto con un aire de competición donde se admitiesen apuestas. Por lo demás, los mensajes de los candidatos resultaban tan archisabidos que servidor solo aguardaba ese momento estelar cuando se descuajaringa el tablado entre alaridos de espanto o, en su defecto, ese otro cuando el orador se tropieza y acaba de morros a los pies de la primera fila; pero, vaya, no hubo tal y debí como ustedes conformarme con la menestra de repetidas soflamas, de manidas acusaciones y de pronósticos fatalistas que hoy ya son mero olvido.

Si como dicen, el amor es el gran motor que mueve el mundo, la fantasía sería el gran sustento que precisa ese amor para sobrevivir. Desde esa extrañeza que hay entre lo vivido y lo soñado, podríamos decir que Kundera, a través de la importancia que durante toda su carrera literario dio tanto al sentido del humor como a su particular concepción musical presente en sus trabajos, forjó un emblema que parte de una compleja técnica narrativa que va desde una aparten sencillez a una compleja búsqueda por descifrar el alma humana.

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Por Eva Losada Casanova

Cuando hablo de la intencionalidad de la escritura, mi memoria regresa una y otra vez, como niño hambriento, a uno de los grandes personajes del escritor madrileño Luis Landero. Recuerdo como, a lo largo de la lectura de El guitarrista, este personaje se pasea por los rincones de su vida exclamando a los cuatro vientos que está escribiendo una novela, lo hace con una mezcla de altanería y desasosiego. ¡La novela del eterno novelista! Aquella que no solo nunca se acaba sino que comienza cien veces, quizá mil. La edad temprana es ese campo de cultivo en el que la romántica idea de ser escritores va y viene como una cometa. Colorida y libre. Queda muy bien hacer volar nuestra cometa mientras compartimos unas tapas en un bar o bajo un hipnótico y peligroso cielo estrellado. El problema es que llega un momento en el que ese trozo de tela se hace pequeño en un cielo limpio y azul o bien cae en picado y descompuesto a nuestros pies.

Científicos alemanes y suizos descubrieron hace unos años que los versos de Homero pueden ser un buen medicamento contra la hipertensión. Su lectura, dicen, acompasa los latidos del corazón porque nuestro cuerpo encuentra en ellos el ritmo adecuado. Casi tres mil años ha necesitado el poeta griego para que los humanos le encuentren utilidad a su obra.

Una mujer lúcida y apasionada escribió para sí misma un texto sobre la importancia de la felicidad. Leído hoy, casi tres siglos después, ayuda a abonar la paz interior y a tratar de entender los problemas que nos siguen mortificando. Discurso sobre la felicidad, de Madame du Châtelet (El Desvelo Ediciones, 2023, introducción y cuidada traducción de Marta Cerezales Laforet), me ha hecho reflexionar, además, sobre la actualidad del siglo XVIII.

La conciencia ambiental es una filosofía de vida que se preocupa por el medioambiente y lo protege con el fin de conservarlo y de garantizar su equilibrio presente y futuro. Debemos ser conscientes de que uno de los aspectos que más deteriora la naturaleza es el hombre. La deforestación, la contaminación del aire, la contaminación del agua y el calentamiento global, por ejemplo, son consecuencia del estilo de vida que impera en nuestra sociedad. Así, la educación ambiental y la conciencia ambiental nos ayuda a darnos cuenta de que cada acción que realizamos en nuestra vida cotidiana tiene una repercusión en el medioambiente. El medio de transporte que utilizamos para ir a trabajar, el uso de bolsas de plástico, el tipo de energía que consumimos, todo influye.

Merece la pena detenerse no sólo en la enunciación, sino en las derivaciones que de la misma dimanan a propósito de un concepto que Werner Jaeger sitúa al comienzo de su inestimable Paideia (F.C.E., México, 1957) explicando, precisamente, la palabra que da título a su obra: “Los antiguos tenían la convicción de que la educación y la cultura no constituyen un arte formal o una teoría abstracta, distintos de la estructura histórica objetiva de la vida espiritual de una nación. Esos valores tomaban cuerpo, según ellos, en la literatura, que es la expresión real de toda cultura superior.” ¿Qué rasgo distintivo, puede cualquiera interrogarse, hace de la literatura “la expresión real de toda cultura superior”?.

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Del bodorrio de Tamara a las Elecciones. Es un sinvivir, tío. No me extraña que desconectaras viendo volar pelotas en la final de Wimbledon ¡5 horas! Yo solo estaría 5 horas delante de la caja tonta por escuchar a Zapatero reflexionar sobre la infinitud del universo. Genial ese monólogo filosófico-cuántico. No lo supera ni Leo Harlem.

“Soy el más pobre e infeliz de los mortales, pero ahora tengo mi medida llena, y para mi dicha no hay límites” A. Cosani.

Han sido muchos los autores que se han ocupado en Occidente de la denominada filosofía oriental entre ellos Jorge Luis Borges en colaboración con Alicia Jurado cuando escribieron su “¿Qué es el budismo?” cuando fueron los europeos los que sintieron un interés por llegar a esas latitudes un tanto desconocidas.

Llevo muchos años escribiendo en los periódicos con la finalidad de ofrecer una reflexión sobre lo que veo y pienso. Siempre he procurado hacerlo desde el espíritu crítico y, por supuesto, evitando todo ataque personal. Cuido las formas porque estoy convencido de que ahí está el verdadero fondo del pensamiento. Lo expresado con vulgaridad es, irremediablemente, vulgar. Paso a paso y sin descanso, una parte muy considerable de nuestros conciudadanos se ha ido acostumbrando a la bronca, a la grosería y a la mofa, cuando no al insulto, a la agresividad y no al diálogo, a ser más ocurrente, pero no más inteligente.

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Por Margarita Melgar, autora de "El verano de nunca acabar"

A la gente le extraña muchísimo que Margarita Melgar seamos dos (Ana Sanz-Magallón y Montse Ganges), y que escribamos novelas. También escribimos guiones, pero esto no sorprende tanto: como espectadores ya sabemos que las películas son cosa de muchos. Pero como lectores, seguimos esperando que el autor sea esa Sherezade que se sienta a nuestro lado para susurrarnos solo a nosotros una historia, así que una novela escrita a cuatro manos suscita más preguntas. Por lo menos dos: cómo y por qué.