Rafael Alcázar recrea en "El tiempo de las ilusiones sencillas" la vida cotidiana en un pueblo castellano a finales de los cincuenta y describe, haciendo uso de un estilo sencillo y ameno lleno de matices que lo acercan a la cotidianeidad heroica de Miguel Delibes o al lenguaje despojado de Alberto Méndez, el pasado reciente de un país de luces y sombras que intenta sacar lo mejor de él mismo.