Para un observador actual, el Siglo de Oro resulta sorprendente en muchos aspectos. Tomemos como muestra el mundo del libro. Lo primero que nos asombra, comparándolo con el nuestro, es la importancia que se le concede en la legislación. Comenzando con la Pragmática de los Reyes Católicos (Toledo, 8 de julio de 1502), todo el siglo XVI se caracteriza por la intensa labor legislativa y censora que se ejerce sobre los textos impresos. Esta preocupación proceden, en primer lugar, de la Corona; y, en segundo de la Inquisición, que ahora comienza a publicar sus famosos Índices de libros prohibidos. Ambas se yerguen como guardianas del pensamiento en los reinos hispánicos que, desde la perspectiva oficial, debían ser perfecto relejo de la doctrina católica.