Alianza, Madrid
Nunca es tarde, nunca es tarde para volver sobre la poesía de Eliot, el autor que ha decantado con tal minuciosidad no solo cada palabra, sino cada significado (apoyándose, bien es verdad, en el conocimiento y las recomendaciones de Ezra Pound) como para que su discurso perviva más allá del propio poeta, tal como es, o ha de ser, esperable de todo artista de verdad. Es el sentido de la trascendencia, esa forma de religión, de re-ligare entre la palabra y el infinito que significa, quede que nos vincula con una cierta forma de eternidad.
16 relatos cortos que tienen a Eros como protagonista nos llegan de la mano de Teresa Espasa. Todos y cada uno de ellos nos invitan a vivir la vida con optimismo y a recordar con pasión y dicha los momentos felices vividos en el amor, puesto que estas 176 páginas son todo un homenaje a la Literatura y a Eros, ambos, como todos sabemos, componentes fundamentales en la vida de María Teresa Espasa.
Pudiera dar motivo a sospecha la obra de un Diarista que, en alguna de sus páginas, comete el ejercicio de sinceridad de decir: “De lo de ayer me he olvidado. No tengo nada que decir” Para mí, al contrario, le avalaría en su condición de narrador de lo cotidiano: la misma sinceridad que demuestra esta frase, repetida en algún caso, hace concebir lo propio cuando recuerde, cuando nos narre sus impresiones del vivir. Y eso es importante.
“Por eso yo, que soy una niña a punto de caducar, pienso:
a) que los mayores ya no tienen nada que enseñarnos,
b) que sería mejor que nosotros tomáramos las decisiones y que las composiciones escolares contra la guerra las escribieran ellos,
c) que deberían dejar de hacer películas donde triunfa la justicia y hacer que triunfe ahí mismo a la salida del cine.
Pues sí, soy polémica.”
Llegué a Carlos Marzal por la poesía, cuando yo buscaba, por las librerías, referentes contemporáneos para saber cómo escribían aquellos que ganaban premios como el Loewe o el Premio Nacional de la Crítica. Pues bien, entre esos escritores estaba Carlos Marzal, escritor ya consagrado y clasificado dentro de una generación, la poesía de la experiencia. Estar dentro de una generación son palabras mayores, significa entrar dentro del olimpo de la literatura, así que debía hacerlo muy bien. Solo tuve que empezar a leer para comprobarlo, y tanto que lo hacía muy bien. Sabes que alguien lo hace muy bien cuando al leer dices para ti expresiones como: “guau” o “genial”, porque sus poemas tienen alta capacidad de emocionar, que es mover tus entrañas o ponerte la piel de gallina. La emoción es lo que persigue el arte y la mayor parte de las veces viene dada por la intensidad de la obra en cuestión: intensidad propiciada por la belleza de la forma; intensidad conseguida por las ideas que transmite; intensidad por el dolor o la alegría en una historia que vivió otra persona y está contada de forma que nos conmueve.
No sé si por tener un ojo más entrenado en lecturas que la mayoría de los mortales o por solerme fijar en lo que no se fijan muchos o por simple casualidad, nada más abrir el libro ya me di cuenta de que Flavita Banana es diferente, diferente y rara, dejémonos ya de repetir aquel verso de Fito y Fitipaldis. Diferente y rara por cómo plantea los datos técnicos del libro, aquello que (¿ya?) nadie lee. Si tenéis el libro, id a esa primera y obligada página y fijaos en el final. Diferente y rara, y por eso me gusta. Pero también por mucho más, como por ejemplo las más de 200 páginas (a viñeta por página) que ofrece de la mano de ¡Caramba! (Atisberri Ediciones).
Sexto piso, Madrid, 2017
Podría decirse que hay, en este libro, un doble homenaje poético: a la poesía inglesa de una parte, y al ruiseñor como complementario de la misma, éste como adalid del canto enamorado, del canto de amor. Tal es: el libro tiene como tema preferente la idea, la sustancia, la percepción –digamos- del amor. Un tema recurrente donde los haya en la literatura, acaso porque, tratándose de una de las pre-ocupaciones más reiteradas en la vida del hombre, su alusión resulta inexcusable en todo discurso no solo emocional sino, sencillamente, expresivo, de identidad, de especulación imaginativa.
Crítica literaria
La última novela del escritor Noruego Kim Leine
La editorial Lengua de Trapo ha publicado la última novela del escritor noruego de origen danés Kim Leine, que lleva por título Tunu. Pese a ser una novela de un autor escandinavo, no es una novela negra como estamos acostumbrados a ver, sino que es la historia de un enfermero en la región oriental de Groenlandia, uno de los lugares más aislados y recónditos del planeta.
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El lector es el gran necesitado en la medida que su inteligencia le exige conocimiento, novedad, riesgo de libertad… Algo que la literatura le prestará en innumerables ocasiones, a través de los argumentos más distintos, aunque, como en el caso elegido, resulte sorprendente en ocasiones sólo si se piensa en el texto con irracional materialidad. Es el caso cuando habla, muy positivamente, de su casa sita en la isla de Saint-Pierre, en medio del lago Bienne: “El precioso far niente fue la primera y principal de estas satisfacciones que quise saborear con todo su encanto, y todo lo que hice durante mi estancia no fue otra cosa que la ocupación deliciosa y necesaria de un hombre que se ha dedicado a la ociosidad” ¿La ociosidad como referente, como paisaje necesario y fecundo para la creación?
Creo que resulta oportuno resaltar aquí el comentario que el autor pone como -a modo de corolario teórico- a esta obra a fin de entender su trabajo, al tiempo que su punto de vista estético: “El papel de los museos en relación con las obras de arte es tan importante que nos cuesta pensar que no existen ni existieron nunca allá donde la civilización de la Europa moderna es o fue desconocida, y que existen en nuestro entorno desde hace menos de dos siglos. El siglo XIX vivió de ellos; nosotros vivimos de ellos todavía y olvidamos que han impuesto al espectador una relación totalmente nueva con la obra de arte. Han contribuido a liberar de su función a las obras de arte que reúnen, a metamorfosear en cuadros incluso a los retratos”.
Si el aforista escribe: “La autobiografía convierte al otro en protagonista” podríamos considerar que estamos ante la escritura de un autor en algún modo desafiante o provocativa (en cuanto que la ‘contradictio in terminis’ que encierra exigirá del lector la demora necesaria en el entendimiento, la ironía precisa a fin de deslindar los significados interiores, la capacidad crítica que le otorgue una aproximación sutil a aquello que, tal como está expresado, lleva a una cierta zozobra al principio para dejarle luego una clara sensación de verdad una vez haya digerido el auténtico valor de lo expresado, esto es, un viaje al sentido del humor puesto al servicio no solo de la verdad literaria, sino al grado ontológico del aludido”.
Ediciones Vitruvio, Madrid, 2017
Isabel Hualde nos habla de unas vidas rotas, de un mundo roto. Una brutal rotura que es violencia cruda y, por tanto, muertes y, por tanto, violaciones y, por tanto, genocidio, infanticidio, feminicidio.
Siruela, Madrid, 2017
El silencio podría decirse que equivale también a una potencia del alma convocadora. Evoca misterio y conocimiento, una cierta tentativa de aventura y la larga concordia que establece el hombre culto con el objeto de sus intereses. Es un tema apasionante como pocos, desde luego, para todo aquel que haga valer el privilegio de la curiosidad como ejercicio de su comportamiento racional.
El primer libro de un escritor se considera una prueba; no es frecuente que la crítica y los lectores esperen mucho de una ópera prima. Pero, ¿qué ocurre cuando un autor contradice este paradigma mostrando una novela capaz de llamar la atención de editores y público? Ese es el caso del mexicano Laury Leite con su novela "En la soledad de un cielo muerto".
Hace unos días me dijeron algo que todavía no ha huido sin dejar sombra de mi cabeza: que vivimos en una época en la que se escribe más de lo que se lee. En esta ingente sobreproducción de libros uno de los frentes con más dificultades a la hora de dejarse ver y conocer son los autores noveles. Hoy hablo de la primera novela de Alfredo de Cossío, peruano afincado desde no hace mucho tiempo en Barcelona, que publica Calcomanía, sello de la editorial Mesa Redonda: ‘Tiempos de David’. Hace unos días me dijeron algo que todavía no ha huido sin dejar sombra de mi cabeza: que vivimos en una época en la que se escribe más de lo que se lee. En esta ingente sobreproducción de libros uno de los frentes con más dificultades a la hora de dejarse ver y conocer son los autores noveles. Hoy hablo de la primera novela de Alfredo de Cossío, peruano afincado desde no hace mucho tiempo en Barcelona, que publica Calcomanía, sello de la editorial Mesa Redonda: ‘Tiempos de David’.
Crítica literaria
"La vidente" es la tercera novela de Lars Kepler
La editorial Planeta ha publicado La vidente, tercera novela de Lars Kepler, seudónimo bajo el que se agrupan el matrimonio sueco formado por los escritores Alexander Ahndoril y Alexandra Coelho Ahndoril. En este libro, el comisario Joona Lina se enfrenta a un caso en el que la información de una médium puede aportar datos relevantes a un caso por primera vez en la historia.
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