Conocí a Pepe Viyuela allá por el año 1990, (aunque él no se acuerda, lógicamente), cuando se crearon las televisiones privadas y yo hice una pequeñas intervenciones en el programa de Emilio Aragón, Vip Noche (mi participación era de unos 45 segundos, nada menos). Él ya se las venteaba como gran cómico, como excelente payaso y, posteriormente, nos ha demostrado que también es un gran intérprete de lo cómico y lo dramático, que es capaz de afrontar cualquier personaje y cualquier texto, y en cualquier medio, teatro, cine, televisión, actor de doblaje, y hasta en docudrama y también como escritor y poeta.
Essencia IX Festival de la Teatralidad
La casa vacía está llena de emociones, sentimientos, recuerdos, pasión.
Los poetas son los inventores de la lluvia. Si hay sequía es que no producen nada. Solo quieren convertirse en nube, en agua, en voz de donde salga la emoción, el amor, también la razón, la libertad, lluvia convertida en palabras.
El paso del tiempo no transcurre igual en las obras de teatro.
Abuela buena, abuela íntegra, abuela pueblo, abuela cocinillas, abuela limpiadora, abuela gallina clueca, abuela mía y abuela tuya.
El ego de los artistas, que quieren que sus campos siempre estén llenos de flores, de luces por supuesto, aunque en el fondo sientan un poco de vergüenza y se emocionen y les duela si es otro el que se lleva el premio.
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Desde toda la vida de mis padres y abuelos, este recuerdo de amargura, esta sinrazón de encarcelar sin sentido, esta niñez callada por los años de los años, en muchas ocasiones, con pesadillas a la nocturnidad de la luz, familias y vecinos presos, parejas separadas por decisión de quien tenía el mando, todo un esfuerzo por aparentar que, en aquel entonces, no pasaba nada.
No queremos hacer ruido, pero tenemos dolor, miedo, y derecho a quejarnos, y miedo a la muerte.
Tú mismo. Vosotros mismas. Los nacidos casi al término del siglo XX. Entre 1981 y 1993, más o menos. Más o menos en esas fechas, porque nacer, sí que nacieron.
“Lo importante es tener salud, y lo demás ya se arreglará”. Pero… ¿y si no se arregla? Es que todo resulta tan obvio que se trastoca y acaba produciendo ansiedad y el efecto contrario al que se pretendía.
James Joyce, aunque tenga tu Ulises en una estantería de mi casa, no estás, ni mucho menos, abandonado. Cierto es que te he abierto muchas veces, y que te he leído en partes sin orden ni concierto. Es demasiado el respeto que me infundes. Y, sin embargo, de vez en cuando te leo. Y me distancio, porque puede que yo sea un cualquiera, y tú me sales muy caro.
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