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crítica de música

18/12/2024@21:21:00
Carreteras secundarias que recorren espacios desérticos como animales sueltos por un desierto de plasma. Sonidos acelerados que las acompañan a un ritmo alto que funciona a modo de un rápido travelling en forma de película imaginada una y mil veces. Virtud y castigo en la concepción de una música y un grupo, Arde Bogotá, que representan como nadie lo que podríamos denominar el anti-rock nacional, pues ni su puesta en escena ni las vibraciones de sus canciones caminan por esa senda plagada de leyendas, éxitos, fracasos y golpes de efecto a lo largo de las últimas décadas en la música española (CASTIGO).

Mujer sin padre, mira al cielo, y le canta. Lo siente cuando amanece por las mañanas y cuando la luz del crepúsculo hace su entrada. Es una llama que no se apaga. Y María Villarroya lo canta con garra y desgarrada. “No hay muerte que no me devuelva a la belleza”.

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