Hay, afortunadamente, personas que tienden puentes, que construyen allí donde la historia destruye y rescatan la memoria de quienes han caído en el olvido. Personas que dibujan horizontes, que se manifiestan como lluvia fina (pero constante) de preguntas incómodas en medio de verdades comúnmente aceptadas, que abren interrogantes y causan extrañeza a sus contemporáneos. Es el caso de la pensadora María de los Reyes Laffite y Pérez del Pulgar, condesa de Campo Alange (Sevilla, 1902- Madrid, 1986).