El hallazgo de un manuscrito perdido nos permite asomarnos a los privilegiados años de juventud de Cervantes en Madrid: su desempeño dentro de la casa de Éboli como secretario de los príncipes y preceptor de su hija Ana; sus estudios preparativos para una incipiente universidad madrileña; sus primeros pasos en el amor y en la creación literaria; su contacto con destacados miembros de la corte, o finalmente su necesaria huida a Italia tras ser testigo de incómodas intrigas palaciegas que debían ocultarse para mantener a salvo la reputación de Felipe II…