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Carlos Marzal

Reseña del poemario "Euforia", de Carlos Marzal
02/07/2023@11:11:00

Hace ya un rato que he venido fantaseando con la idea de lo póstumo. He escrito mis últimos libros bajo ese predicamento, por razones que no son del caso explicar ahora, pero que se resumen en ese deber de futuridad del que tiene que hacerse cargo un poeta. Y he aquí que leo en la página 35 este estremecedor poema de Carlos Marzal, “Disposiciones póstumas”, cuyos versos iniciales habría querido escribirlos yo: “Hace ya mucho tiempo que dispuse / considerarme un individuo póstumo”. Y, quizás —como lo experimentara Pablo Neruda con su serie de obras (al cabo) póstumas, no planeadas como tal pero sí así resultantes—, no es otra cosa que una “conciencia”, como insiste Marzal, una conciencia que se sitúa en lo in extremis, pero no para dolerse de la muerte propia o de la expansión del universo, sino para recordarnos que el acto de habla en cuestión “[s]upone / una voluntad febril de nacimiento” y, dentro de ésta, de reconversión del discurso y la vida, quisiera proponer en este breve comentario de libro (recientemente publicado).

El pasado miércoles 12 de febrero tuvo lugar en la librería El Imperio de los Libros (calle Sueca, Valencia) la presentación en sociedad del nuevo número de la revista Ucrónica. Literatura y Vanguardia.

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Llegué a Carlos Marzal por la poesía, cuando yo buscaba, por las librerías, referentes contemporáneos para saber cómo escribían aquellos que ganaban premios como el Loewe o el Premio Nacional de la Crítica. Pues bien, entre esos escritores estaba Carlos Marzal, escritor ya consagrado y clasificado dentro de una generación, la poesía de la experiencia. Estar dentro de una generación son palabras mayores, significa entrar dentro del olimpo de la literatura, así que debía hacerlo muy bien. Solo tuve que empezar a leer para comprobarlo, y tanto que lo hacía muy bien. Sabes que alguien lo hace muy bien cuando al leer dices para ti expresiones como: “guau” o “genial”, porque sus poemas tienen alta capacidad de emocionar, que es mover tus entrañas o ponerte la piel de gallina. La emoción es lo que persigue el arte y la mayor parte de las veces viene dada por la intensidad de la obra en cuestión: intensidad propiciada por la belleza de la forma; intensidad conseguida por las ideas que transmite; intensidad por el dolor o la alegría en una historia que vivió otra persona y está contada de forma que nos conmueve.