PLAZA DE GUIPÚZCOA
Empieza la tercera guerra mundial y yo estoy a punto de cambiar de coche. Después de ver los bombardeos en Kiev, no diré que voy a comprarme un carro de combate, pero me parece una frivolidad romperme los cuernos debatiendo la cilindrada y el color de la tapicería.
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Estoy obsesionada con el orden y la limpieza. Ni te imaginas con qué milimétrica precisión doblo el trapo de cocina y lo coloco en la barra del horno. Por no hablar de la vitro, resplandeciente la tengo. Si te asomas, te ves la cara como el espejo del alma. Pa`mí que son efectos colaterales post pandémicos.
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Dicen los expertos que el desayuno es la comida más importante del día. Prefiero que me lo diga un tuercebotas que un experto, que lo primero que te recomienda es un kiwi en ayunas. Como le hagas caso no te da tiempo ni de llegar al váter. En esto de los kiwis hay mucho consenso entre los expertos.
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Le he cogido prestado el título de la columna a Yolanda Díaz. No diré que es mi musa, pero se ha ganado a pulso el echarla de comer aparte. La vice segunda del gobierno con sus renovadas mechas rubias y con un par de ovarios ha dicho que desde el Gobierno se están haciendo “cosas chulísimas” (sic).
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No creas que escribo lo primero que se me ocurre. Todos los días pasan cosas y los balances del año los carga el diablo. Sobre todo en tiempos de pandemia o como diría García Márquez “El amor en los tiempos del cólera”.
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De todas las palabras que he aprendido últimamente, “exponencial” es la que más me mola. Dices “exponencial” y te quedas como dios. Es un adjetivo poliédrico que vale para todo. Lo mismo para la subida del IPC, la incidencia acumulada o los ingresados en la UCI.
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Decir que la realidad supera la ficción es un aforismo trasnochado. Eso era antes de la pandemia, o sea A.P. como si dijéramos A.C. antes de Cristo, pues eso. Desde el ataque yihadista a las torres gemelas, ficción y realidad es lo mismo y lo vimos en directo por la tele.
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Eres un lector sagaz y adivinas de qué va el rollo. Aunque tal y como está el cotarro no necesitas a Sherlock Holmes ni al súper agente Carromero para descubrir la pólvora. Sobre todo la pólvora de fuego amigo que huele que apesta.
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En plena guerra fría, híbrida y eurovisiva, Putin ha ido a Pekín a inaugurar los juegos olímpicos de invierno y pedir ayuda a su colega Xi Jimping. Es apabullante la foto de los dos líderes más poderosos del mundo (Biden está ya p`al desguace) pasando revista a las tropas chinas (eso son tropas y no las del Congreso de los Diputados). Mirada al frente, paso marcial, mismo traje, misma camisa y corbata idéntica.
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A lo tonto a lo tonto Urdangarin ha creado escuela. Si cuando le dices a tu hijo “mira tronco, me separo de tu madre porque tengo una compi en la ofi que es guay y me mola” y añades “son cosas que pasan”, el chaval lo entiende. Es una buena lección de vida.
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Lo que me han traído los reyes ha sido incomprensión y quejas. Mira que he tenido columnas polémicas, pero ninguna tan criticada como la del martes pasado.
Este año queremos destacar diez libros totalmente inclasificables que nadie le recomendará, pero que tienen un gran valor, tanto en lo literario como en lo actual. Los libros pertenecen a géneros muy diferentes entre sí y que los trataremos en esta clasificación inclasificable; todos ellos son de una calidad insuperable y que les llamarán la atención por los temas tan dispares que tratan. Iremos de la poesía a la narrativa y del ensayo a la historia. No los pondremos por orden de importancia porque todos son igualmente trascendentes. Sumérjanse en estos libros que estamos seguros les engrandecerán el corazón y el alma.
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Mis sueños se pueden hacer realidad. Si a Isabel Celaá, ex ministra de Educación de infausta memoria, en lugar de mandarla de vuelta a casa, la nombran embajadora en El Vaticano, yo un año de estos gano el Planeta.
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Pedir perdón demuestra humildad y empatía. Otra cosa es que te pases la vida jodiendo al prójimo y creas que por decir “lo siento” has cumplido. Pues no, tío. A mí de pequeña me dijeron que el acto de contrición sin propósito de enmienda no vale ni pa`tomar por saco.
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