Ed. Sekotia/Almuzara 2021
Creo que la Batalla de Lepanto no fue aprovechada en ninguna circunstancia, cuando habría sido una ocasión única para poner al Islam en su sitio, y todo quedó en fuegos de artificio. En el atardecer del 29 de mayo del año 1453 las fuerzas musulmanas otomanas finalizaron, de forma sangrienta, el asedio de la gloriosa capital del Imperio Romano de Oriente, es decir Constantinopla; y el sultán Mohammed-Mehmed II se regocijó sobremanera, ya que el cerco, comenzado el 3 de abril de aquel año, había tenido altibajos.