“Líbreme Dios de mentir cuando canto” decía Neruda acerca de la verdad en poesía. Si en los años 70 una poeta como Denise Levertov nos enseñó que todo lo político es personal, después hemos aprendido también que todo lo personal es político puesto que lo que nos hace humanos nos hace también libres y responsables y viceversa. Una historia no queda suelta, en el aire, no es una descripción de un sentimiento unívoco, no está desligada del conjunto social en que todos nos movemos, y por tanto importa a todos. Le importa al lector que es quien lo percibe, le importa a su autora que es quien lo plantea. En una reciente reseña Ana Pérez Cañamares recuerda que Szymborska nos dice que todos Somos hijos de la época, y que la época es política.